Los escritores y el terror estalinista
El terror estalinista fue tema de escritores de diferente posición política e ideológica. El comunista y revolucionario Victor Serge escribió El caso Tuláyev, cuyo punto de partida es el asesinato de Tuláyev, un importante jerarca del Partido Comunista, sin lugar a dudas aludiendo al asesinato de Kírov. El caso Tuláyev puede leerse simultáneamente como una denuncia por el curso que estaba tomando el gobierno soviético y un profundo lamento por el abandono de la utopía revolucionaria y de los pensadores de izquierda. Es un texto atravesado por la melancolía, la rabia y la ironía.
Hubo otros autores críticos de la Revolución que sufrieron los campos de trabajo y se dedicaron a escribir sobre esta experiencia. Sus textos, en algunos casos, salieron a la luz a partir del lento deshielo que comenzó con la muerte de Stalin en 1953. El texto que mayor repercusión tuvo en Occidente fue Archipiélago Gulag, de Alexander Solyenitzin: un libro monumental en el que recogió centenares de testimonios para documentar de la manera más precisa posible la red de instituciones y procedimientos empleados para vigilar, espiar y castigar a los disidentes del régimen soviético, y en especial la red de campos de trabajos forzados (la sigla GULAG corresponde a Dirección General de Campos Penitenciarios –Glávnoye Upravlenie Lagueréi–) que existía en toda Rusia.
En
el libro, Solyenitzin sostiene la tesis de que los campos existieron desde el
comienzo de los gobiernos comunistas en Rusia –si bien en una escala muchísimo
menor– y que esa red represiva era inherente al régimen y no una “desviación”
propia de Stalin. Fue un libro de estricta denuncia de las políticas represivas,
organizado sobre la base de más de doscientos testimonios que el autor logró
reunir durante buena parte de la década del sesenta, y se publicó por primera
vez en Francia en 1973. La aparición del libro determinó la expulsión de
Solyenitzin de la Unión Soviética: no pudo volver al país hasta 1994.
En 1962 Solyenitzin había publicado Un día en la vida de Iván Denisovich, donde narra la jornada de un preso en los campos de trabajo soviéticos con el tratamiento propio del realismo socialista. Esta jornada es la suya propia en el campo de Eskibastuz para prisioneros políticos. Su publicación fue autorizada por Krushev, en el marco de la política de deshielo después de Stalin, pero pronto fue retirado de la venta.
Durante la Gran Purga de los años treinta muchos de los más grandes escritores rusos fueron secuestrados y asesinados: Boris Pilniak, Isaak Babel y Osip Mandelstam se cuentan entre las víctimas. Otros, como el caso de Victor Serge, lograron emigrar a Occidente. Después se instauró un régimen de control total sobre la producción literaria. Los escritores que no tenían buena relación con el régimen se vieron aislados del mundo exterior, en muchos casos forzados a un exilio interno en una ciudad determinada, lejos de los centros urbanos más importantes. En muchos casos tenían prohibido publicar, o si lo hacían, las obras debían atravesar una censura muy exigente.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el filósofo británico de familia judía rusa Isaiah Berlin visitó la Unión Soviética como diplomático británico y logró ponerse en contacto directo con algunos de los escritores censurados.
ISAIAH BERLIN (1909-1997)
ISAIAH
BERLIN FUE UN FILÓSOFO DE FORMACIÓN ANALÍTICA QUE APLICÓ LOS MÉTODOS USADOS POR
ESTA DISCIPLINA, PROPIOS DE LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE, A LA FILOSOFÍA POLÍTICA
EN SU ARTÍCULO DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD. DE PENSAMIENTO LIBERAL, BERLIN
SE PUEDE CONSIDERAR COMO UN LIBERAL HETERODOXO Y PLURALISTA. SE INTERESÓ POR
UNA GRAN VARIEDAD DE TEMAS, HACIENDO FOCO EN LO QUE HOY LLAMARÍAMOS HISTORIA DE
LAS IDEAS, QUE ABORDÓ EN SUS DIVERSOS LIBROS. EL ABANICO DE SUS TRABAJOS COMPRENDE
DESDE EL ENTORNO INTELECTUAL DE MARX HASTA LOS FILÓSOFOS DEL SIGLO XVIII Y LA
LITERATURA DE LEÓN TOLSTOI, ADEMÁS DE TRABAJOS SOBRE LOS POPULISTAS RUSOS.
Berlin llegó por primera vez a la Unión Soviética en el otoño boreal de 1945, poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. La familia Berlin había emigrado de la Unión Soviética a Inglaterra en 1920, cuando Isaiah tenía once años. Desde entonces no había vuelto a Rusia. En dichos viajes tuvo oportunidad de encontrarse y conversar relajadamente –dentro de las limitaciones que imponía la vigilancia constante a la que estaban sometidos los escritores– con Boris Pasternak y Anna Akhmátova, episodios que recogió en su libro Impresiones personales.
Pasternak fue un poeta extremadamente personal y uno de los autores más influyentes en la Rusia de los años veinte y treinta. Su obra consiste en una síntesis de la influencia clásica, el simbolismo, y elementos del futurismo y el surrealismo. Sus primeros libros, Un mellizo en las nubes (1914) y Por encima de las barreras (1917), tienen una gran influencia futurista. Su obra poética se consolidó en los años veinte: Vida, mi hermana (1922), El año 1905 y El teniente Schmidt (1927), entre otros títulos de poesía, y el volumen de relatos Cuentos (1925). Impedido de publicar a partir de 1933, subsistió gracias a las traducciones de las tragedias de Shakespeare y el Fausto de Goethe.
Políticamente, Pasternak fue un “compañero de ruta” que adhirió a la Revolución, pero nunca aceptó adaptar su escritura para situarla dentro de los cánones estético-ideológicos del régimen. Se mantuvo fiel a su ideal de una poesía dedicada a poner de manifiesto las constantes de la vida y el mundo, bastante lejos del materialismo didáctico y ejemplar del realismo socialista.
Cuando Berlin llegó a visitarlo en 1945, vivía en la aldea de escritores de Peredélkino, situada en las afueras de Moscú y creada por Gorki para los miembros de la Unión de Escritores Soviéticos. Berlin describe a un Pasternak exaltado, que se encontraba por entonces comenzando a trabajar en su monumental novela Doctor Zhivago. La sorpresa de Berlin fue mayúscula al darse cuenta del nivel de aislamiento de los escritores en la Unión Soviética. Pasternak recién estaba leyendo a Proust (veinte años después de la muerte del autor francés) porque le habían enviado En busca del tiempo perdido desde el extranjero y no conocía a Sartre ni a Camus, por entonces en el apogeo de su popularidad.
BORIS PASTERNAK (1890-1960)
En esas conversaciones, Pasternak le contó acerca de las circunstancias que rodearon la detención de Boris Pilniak. Contó que días antes de ser arrestado, Pilniak esperaba un emisario para firmar una denuncia sobre unos hombres acusados de traición. Como el emisario faltó a su cita, supo que él también estaba perdido.
Estando Mandelstam –de quien era amigo– detenido, sonó el teléfono en el departamento de Pasternak en Moscú. Quien llamaba era Stalin en persona, que se ponía en contacto con él para preguntarle si había estado presente el día en que Maldestam leyó su el famoso “epigrama”, a lo que Pasternak respondió que eso no tenía mayor importancia. A continuación, Stalin le preguntó si creía que Mandelstam era un maestro, a lo que Pasternak respondió que era un gran poeta, pero que no se sentía cercano a su poesía. El poeta (que a decir de Berlin tenía una manera de expresarse muy vehemente, como si por momentos entrara en trance) le dijo a Stalin que debían hablar de cosas más profundas e importantes. Quería hablar de los problemas de Rusia y “de la vida y de la muerte”. A este arrebato, Stalin respondió: “Si yo fuera amigo de Maldestam, habría sabido mejor cómo defenderlo”, tras lo cual colgó. Pasternak manifestó su dolor por haberse comportado de esa manera cuando habló con Stalin.
Pasternak volcó su experiencia de las primeras décadas del siglo XX en Doctor Zhivago, un texto monumental que narra la historia de un joven médico ruso y su familia a través de la Primera Guerra Mundial y la guerra civil posterior a la Revolución. Mediante el personaje de Zhivago, que encarna una especie de alter ego del poeta, Pasternak ofrece su visión personal sobre las primeras tres décadas del siglo XX en Rusia, y hace una defensa de la libertad de criterio –su propia postura– y de espíritu frente a las vicisitudes de la inmediatez histórica. Por este foco en lo personal la novela fue tachada de individualista, y al concluirla Pasternak no consiguió editor en la Unión Soviética. Finalmente, apareció en Italia en 1957, y Pasternak obtendría el Premio Nobel al año siguiente, pero fue presionado para que no lo aceptase. En la Unión Soviética recién se publicó en 1988, casi treinta años después de la muerte del autor.
Ese mismo año, Berlin visitó a Anna Akhmátova en su casa de San Petersburgo. Occidente no tenía noticias de ella desde los años veinte, y el visitante se sorprendió de que estuviera viva.
ANNA AKHMÁTOVA (1889-1966), NIKOLÁI GUMILIOV (1886-1921) Y EL HIJO DE AMBOS, LEV GUMILIOV.
LA FAMILIA GUMILIOV ANTES DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE. NIKOLÁI GUMILIOV VISTE SU UNIFORME DE OFICIAL DE LA CABALLERÍA DEL EJÉRCITO RUSO, CON EL QUE COMBATIÓ EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL ENTRE 1914 Y 1915. EL HIJO DE ANNA Y NIKOLÁI, LEV GUMILIOV (1912-1992) FUE UN IMPORTANTE HISTORIADOR, ANTROPÓLOGO Y TRADUCTOR.
El relato que hace Berlin del encuentro entre ambos es conmovedor. El viajero llega a visitarla, y se queda durante toda la noche conversando con ella. Akhmátova vivía prácticamente recluida. Había sufrido la muerte de su primer marido, Nikolái Gumiliov, fusilado en 1921 bajo la acusación de formar parte de un intento de golpe de Estado zarista, y su hijo, Lev Gumiliov, pasó varios años en la cárcel. También había perdido a Mandelstam, de quien fue amante y estuvo profundamente enamorada. Akhmátova le leyó a Berlin esa noche dos largos poemas en los que estaba trabajando: Réquiem y Poema sin héroe, que constituyen el grueso de su producción posterior después de los textos acmeístas de su juventud. Réquiem, como su nombre lo indica, es un largo poema fúnebre, dedicado a sus muertos y a los episodios de los años treinta. El Poema sin héroe es un largo texto, mucho más complejo y fragmentario. En él, Akhmátova pasa revista a su trayectoria como poeta, a su juventud y sus amigos en el Petersburgo de comienzos de siglo y a su propia tradición literaria. La visita de Berlin queda incluida en cierta manera en el Poema sin héroe, ya que el texto lleva tres dedicatorias, la tercera de las cuales es a él, a quien llama “el hombre del futuro”, un mote que remite, con cierto humor trágico, a cómo llamaban dentro del Partido Comunista a Stalin cuando la muerte de Lenin estaba a la vista.
Poema sin héroe (fragmento):
Petersburgo 1913. Digresión lírica: el último recuerdo de Zárskoe Seló.
El viento, recordando o profetizando, murmura:
Las hogueras calentaban las Navidades
Y caían de los puentes las calesas
Y toda la ciudad en duelo flotaba
Hacia un destino desconocido
Por el Neva o a contracorriente,
Solo para huir de sus tumbas.
En la calle de las Galeras ennegreció el arco,
En el Jardín de Verano cantaban sutiles las veletas,
Y plateada luna creciente
Iluminada por la Edad de Plata.
Porque por todos los caminos,
Porque por todos los umbrales,
Avanzaba lentamente la sombra.
El viento arrancaba los carteles,
Bailaba el humo en la Prisiadka en los tejados
Y las lilas olían a cementerio.
Maldita por la zarina Advotia,
Dostoievskiana y endemoniada,
La ciudad se sumergía en su bruma.
Y de nuevo de la oscuridad emergía
Un viejo y ocioso Petersburgo.
Versión de Jesús García Gabaldón, Ed. Cátedra.
ANNA AKHMÁTOVA, DIBUJADA POR AMADEO MODIGLIANI.
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