FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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IV. La experiencia soviética de la guerra civil a la Segunda Guerra Mundial

Guerra civil y comunismo de guerra


Apenas firmada la paz de Brest-Litovsk, se desencadenó la guerra civil promovida por la resistencia militar de los oficiales del antiguo ejército zarista al gobierno bolchevique. Los contrarrevolucionarios o “blancos” contaron con el respaldo de las principales potencias capitalistas, aunque la presencia militar de estas fue reducida. En contraste con el Ejército Rojo, no llegó a formarse un Ejército Blanco unificado y subordinado a la estrategia de una conducción política. Ambos bandos tuvieron aliados temporales; los bolcheviques contaron con el apoyo intermitente de otros grupos revolucionarios, como el caso de los anarquistas ucranianos conducidos por Néstor Majno.nota

En el curso del verano de 1918, el deterioro del gobierno bolchevique fue muy pronunciado en virtud de la presencia de tres frentes opositores firmemente establecidos: uno en la región del Don, ocupada por las tropas cosacas del atamán Krasnov y por el Ejército Blanco del general Denikin; el segundo en Ucrania, en manos de los alemanes y de la Rada (el parlamento ucraniano); y el tercero a lo largo del ferrocarril transiberiano, zona donde grandes ciudades habían caído en manos de la Legión Checa.

Sin duda, los desafíos de la guerra civil condicionaron las decisiones de los bolcheviques e impusieron su sello a la trayectoria del nuevo régimen. El conflicto devastó la economía y tuvo profundas secuelas sociales y políticas. Debilitó al proletariado industrial, la clase que había acompañado a los bolcheviques, y, en gran medida, militarizó la vida política. En el marco de la guerra, toda la economía fue puesta al servicio de la imperiosa necesidad de sobrevivir. El gobierno soviético había heredado una estructura industrial con fuertes contrastes: algunas ramas de la industria pesada muy concentrada y, por otro lado, empresas pequeñas muy dispersas. Después de la revolución de febrero, en parte en forma espontánea, en parte alentados por los bolcheviques, proliferaron los comités de obreros que asumieron la conducción de las plantas fabriles, cuyo volumen de producción se desplomó. Este descenso resultó de una combinación de factores: los obstáculos para obtener materias primas y combustibles y el debilitamiento de la disciplina de los trabajadores en el marco de la inestabilidad política y administrativa. Una vez en el gobierno, los bolcheviques reconocieron el control obrero en las empresas, pero simultáneamente crearon el Supremo Consejo de la Economía Nacional (Vesenja) para que fijara normas generales destinadas a organizar la producción. Si bien su política estaba encaminada a nacionalizar las grandes empresas, también alentaban algún tipo de arreglo con los propietarios para contar con su colaboración en la recuperación del aparato productivo. La presencia conjunta de la antigua administración y los comités obreros duró muy poco. La creciente anarquía en las fábricas y las urgencias planteadas por la guerra civil condujeron a la nacionalización de las industrias claves en junio de 1918. La nacionalización limitada a las industrias de gran escala se encontró con problemas derivados de su dependencia de las pequeñas y medianas industrias. En diciembre de 1920 fue aprobada la nacionalización de todas las empresas con más de cinco trabajadores. El Vesenja se enfrentó a tareas que excedían su capacidad, y como resultado de estos procesos, la producción declinó vertiginosamente en todas las ramas de la industria: el índice 100 asignado a la producción de 1913, en 1920 era de 20,4. La caída fue mucho mayor en las industrias de gran escala. Durante la guerra civil, el dinero perdió su valor y se recurrió al trueque. La igualdad social anhelada por los comunistas era, en realidad, el resultado de la escasez y la miseria que atenazaban al conjunto del pueblo ruso. No obstante, los bolcheviques de izquierda percibieron la liquidación del mercado como un paso adelante hacia el comunismo. En 1919, Nicolás Bujarin y Alexander Preobrazhensky, en el trabajo ABC del comunismo, saludaron el creciente control del Estado en todas las esferas de la actividad económica junto con la casi desaparición del dinero y los intercambios comerciales.

Uno de los desafíos mayores fue el de asegurar la provisión de alimentos. La crisis de abastecimiento en las ciudades, que había empezado antes de la Revolución de Octubre, empeoró rápidamente. El gobierno recurrió a la organización de comités de aldea de campesinos pobres que debían ayudar a las organizaciones del Estado en la requisa de granos de los campesinos acomodados. A estos comités se sumaron obreros industriales, a quienes se les permitió ir armados. Todas estas iniciativas fueron puestas en marcha alentando la lucha de clases: los campesinos pobres contra los kulaks. Esta intromisión de las autoridades no quebró los vínculos que ligaban a los distintos grupos en el seno de la aldea, pero intensificó el rechazo de los campesinos a las cargas impuestas autoritariamente por los bolcheviques. fuente

La guerra civil no fue solo un conflicto entre los rojos (bolcheviques) y los blancos (monárquicos): los enfrentamientos militares entre los dos ejércitos se entrelazaron con las conflictivas relaciones entre las fuerzas militares y las poblaciones civiles en ambos bandos. Los dos ejércitos buscaron imponer el orden y eliminar toda acción que debilitara su poder, ya sea la de los partidos opositores, las huelgas de los obreros, las resistencias a ser incorporados a las fuerzas militares enfrentadas. La lucha en el frente interior tuvo una dimensión central: la conducta de los campesinos (los verdes), que desempeñaron un papel a menudo decisivo en el avance o en la derrota de uno u otro bando. En las regiones controladas por los bolcheviques, estos impulsaron la “lucha de clases” contra “los de arriba”, los burgueses; por su parte, los blancos promovieron la persecución de los “judeo-bolcheviques”.

En el verano de 1918, el poder bolchevique sufrió, especialmente en Petrogrado, el embate de una oleada de conflictos sociales: huelga de los obreros en una importante planta de armamento, reclamos por la falta de alimentos y un llamamiento a favor del sufragio universal y por la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente. El 30 de agosto de 1918, dos atentados, uno dirigido contra Moisei Uritsky, jefe de la Cheka de Petrogrado, y el otro contra Lenin condujeron a los dirigentes bolcheviques a percibir la puesta en marcha de una conjura que amenazaba su propia existencia.

Inmediatamente adjudicaron estos atentados a los “socialistas-revolucionarios de derecha, lacayos del imperialismo francés e inglés”, y desde la prensa y en declaraciones oficiales se pidió la instrumentación del terror. El jefe nacional de la Cheka convocó a la clase obrera para que aplaste, mediante un terror masivo, a la hidra de la contrarrevolución”. En la semana que siguió al 30 de agosto, la Cheka de Petrogrado acabó con la vida de ochocientos “enemigos de clase” y la de Kronstadt, con más de quinientos. A principios de septiembre, el gobierno legalizó el terror rojo.fuente

En el campo militar, los enfrentamientos más intensos tuvieron lugar entre marzo y noviembre de 1919, cuando las tropas dirigidas por Anton Denikin, que avanzaban desde el sur, las de Piotr Wrangel, desde el noroeste, y las de Aleksandr Kolchak, por el este, lograron el repliegue de las fuerzas revolucionarias y pretendieron tomar Moscú. Sin embargo, Trotsky consolidó el Ejército Rojo y logró quebrar el poder de combate de los blancos. Después de que Denikin abandonara la lucha, Wrangel reunió a todos los hombres y afianzó su posición en Crimea hasta que el Ejército Rojo volvió del campo de batalla en Polonia y los derrotó en 1920.fuente


ANTON DENIKIN (1872-1947) SENTADO EN EL CENTRO.







ANTON DENIKIN (1872-1947) SENTADO EN EL CENTRO.







(DENIKIN HABÍA RESPALDADO EL INTENTO DE GOLPE DEL COMANDANTE KORNILOV EN 1917 Y FUE ARRESTADO JUNTO CON ÉL. AMBOS LOGRARON ESCAPAR AL SUR DE RUSIA Y FORMARON EL EJÉRCITO VOLUNTARIO. KORNILOV CAYÓ EN COMBATE EN ABRIL DE 1918 Y DENIKIN QUEDÓ AL MANDO DE LA FUERZA MILITAR. DESPUÉS DEL FRACASADO INTENTO DE OCUPAR MOSCÚ, RENUNCIÓ A SU PUESTO EN ABRIL DE 1920 Y SE EXILIÓ EN FRANCIA. A PARTIR DE 1945 Y HASTA SU MUERTE VIVIÓ EN ESTADOS UNIDOS. EN EL 2005, EL PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN RUSA, VLADIMIR PUTIN, ACCEDIÓ A LA PETICIÓN DE LA HIJA DE DENIKIN Y SUS RESTOS FUERON REPATRIADOS PARA SER SEPULTADOS EN MOSCÚ)


A partir de 1920, la relación de fuerzas en el terreno militar comenzó a ser favorable a las fuerzas del gobierno. En su triunfo jugaron un papel destacado la escasa cohesión entre los jefes del campo contrarrevolucionario y, básicamente, el rechazo de los campesinos a la restauración del antiguo régimen después de que la revolución les había dado la oportunidad de tomar las tierras. No obstante, la relación de los aldeanos con los bolcheviques también estuvo signada por duros enfrentamientos.

 

ALDEANOS RUSOS RADICADOS EN EL CÁUCASO (1907-1915)






ALDEANOS RUSOS RADICADOS EN EL CÁUCASO (1907-1915)








IMAGEN DE LA COLECCIÓN DEL  FOTÓGRAFO SERGEI MIKHAILOVICH PROKUDIN-GORSKII .


Dos razones inmediatas impulsaban a los campesinos a rebelarse: las requisas y el reclutamiento en el Ejército Rojo. En enero de 1919, la búsqueda desordenada de los excedentes agrícolas, iniciada en el verano de 1918, fue reemplazada por un sistema centralizado y planificado de requisas. Cada provincia, cada distrito, cada cantón, cada comunidad aldeana debía entregar al Estado una cuota fijada por adelantado en función de las cosechas estimadas. Y en cuanto al reclutamiento, después de tres años de luchar en la Gran Guerra, muchos campesinos se refugiaron en los bosques para eludirlo. Gran parte de ellos fueron fusilados o sus familias fueron convertidas en rehenes para obligarlos a salir de sus escondites. Los campesinos también rechazaban la intromisión de los “comunistas”, un poder procedente de la ciudad al que consideraban extraño.

Las revueltas campesinas comenzaron en el verano de 1918, se ampliaron en 1919-1920 y culminaron durante el invierno de 1920-1921. El hambre que azotó a las aldeas a partir de esta fecha puso fin a los motines.

Los dos instrumentos básicos creados por los bolcheviques para enfrentar a los enemigos reales y potenciales fueron el Ejército Rojo y la Cheka. Trotsky, al frente del Comisariado de la Guerra desde marzo de 1918, formó el Ejército Rojo sobre la base de los guardias rojos de las fábricas y las unidades pro bolcheviques del ejército y la armada. Este núcleo inicial creció rápidamente mediante el reclutamiento voluntario y la conscripción selectiva. Se descartó la creación de milicias basadas en la movilización política e ideológica para dar paso a la construcción de un ejército organizado en torno a estrictas normas disciplinarias y al respeto de las jerarquías. Se recurrió al saber profesional de los oficiales del antiguo ejército zarista, cuya actuación fue controlada por los comisarios políticos del partido. Al concluir la guerra, el Ejército Rojo era una enorme institución que tenía a su cargo gran parte de las tareas propias de la administración civil.

La Cheka, creada en diciembre de 1917 bajo la dirección de Félix Dzerzhinsky, tuvo a su cargo el control los desórdenes y actos delictivos que siguieron a la toma del poder. En el marco de la guerra, fue cada vez más una organización puesta al servicio del terror: ejecuciones sin juicio, arrestos en masa y secuestros. La policía política fue reorganizada y sufrió cambios de nombre en varias oportunidades: GPU, OGPU, NKDV, KGB.

 

FÉLIX DZERZHINSKI (1877-1926)





FÉLIX DZERZHINSKI (1877-1926)







ARISTÓCRATA POLACO, NACIÓ EN VILNA, ACTUAL LITUANIA. EN SU ADOLESCENCIA MANIFESTÓ SU AFÁN DE SER JESUITA, PERO ACABÓ APARTÁNDOSE DE LA RELIGIÓN PARA ENTREGARSE A LA MILITANCIA COMO MARXISTA. COLABORÓ CON ROSA LUXEMBURGO, MARXISTA POLACA. EN RUSIA PARTICIPÓ EN LA FALLIDA REVOLUCIÓN DE 1905 Y FUE DESTERRADO A SIBERIA. QUEDÓ LIBRE A PARTIR DE LAS JORNADAS DE FEBRERO. DZERZHINSKY PASÓ DIEZ AÑOS EN LAS CÁRCELES ZARISTAS Y POR SU FANATISMO Y DUREZA SE LO APODÓ “FÉLIX DE HIERRO”


La historiografía sobre el terror rojo se organiza en términos similares a los del debate sobre el significado de Octubre. Por un lado, están los historiadores que enfatizan la autonomía bolchevique y argumentan que el terror fue una consecuencia lógica de la naturaleza “totalitaria” de la ideología bolchevique o de la despiadada determinación de mantenerse en el poder a cualquier precio. Por otro, están los historiadores que podrían denominarse “contextualistas”, que tienden a considerar el terror como una respuesta, ya sea a las circunstancias inmediatas en las que se encontraron los bolcheviques, como, por ejemplo, la situación de la seguridad en Petrogrado en 1918, o bien a la guerra civil con su lógica política de polarización y su cultura embrutecedora. Desde esta perspectiva, el terror fue en gran medida una respuesta a las tramas contrarrevolucionarias de la oposición al régimen. Sus autores subrayan que las conspiraciones contra los bolcheviques fueron numerosas. La “contrarrevolución”, para esta corriente, no fue producto de la imaginación bolchevique o un mecanismo ideológico diseñado para reafirmar la unidad a través de la creación de un “otro” implacable. Diferencian este terror del instrumentado luego por Stalin aduciendo que este último se dirigió hacia enemigos en buena parte imaginarios, mientras que los bolcheviques de la primera hora combatieron a enemigos reales.

Resulta poco satisfactorio concebir el terror rojo solo como una respuesta al contexto. Los bolcheviques nunca ocultaron que consideraban la coerción como un arma legítima más del arsenal de la dictadura del proletariado. Ya en enero de 1918, Lenin advirtió: “hasta que no utilicemos el terror contra los especuladores (disparándoles en el acto), nada cambiará”. En otras palabras, el uso del terror estuvo siempre justificado en términos de principios y de conveniencia. Para Lenin, se trataba de un instrumento en pos de la transformación revolucionaria conducente a la eliminación del enemigo de clase genérico. Esto ayuda a explicar por qué los esfuerzos periódicos por parte de los bolcheviques moderados para someter a la Cheka a una mayor regulación eran rechazados sin apenas debate. Cuando mencheviques, anarquistas y demás advertían sobre el daño que provocaba el terror en los ideales de la revolución socialista, sus escrúpulos eran descalificados como “pequeñoburgueses

Sin embargo, el terror no fue una creación del partido revolucionario. La posibilidad de saquear a los saqueadores, abierta por los bolcheviques, canalizó el afán de venganza de quienes durante muchísimo tiempo habían sufrido la humillación y la explotación de los que ostentaban el poder, eran ricos y gozaban de la cultura.

Si bien el debate sobre el peso asignado a las condiciones dadas o a las acciones de los principales actores sigue abierto, existe, en cambio, un marcado consenso sobre los rasgos distintivos del nuevo escenario político. En primer lugar, la transformación del partido revolucionario en el núcleo central del engranaje estatal, con el consiguiente vaciamiento de los organismos gubernamentales: Consejo de Comisarios del Pueblo y Comité Ejecutivo Central de los Soviets. La definición del nuevo orden político como república soviética no se correspondió con la realidad. Los soviets nunca intervinieron en la integración del nuevo gobierno central, cuyos miembros fueron designados por el Comité Central del partido bolchevique, y las elecciones de los soviets fueron cada vez más formales, y estos quedaron subordinados a los comités del partido. En segundo lugar, la concentración del poder en las manos de un pequeño círculo en la cima del partido. En el momento álgido de la guerra civil se aprobó “el centralismo más estricto y la disciplina más severa”. Con este fin, en marzo de 1919, en el seno del Comité Central se crearon tres organismos: el Politburó, a cargo de la conducción política, fue la principal fuente de las decisiones ejecutadas desde el Estado; el Orgburó, al frente de las decisiones organizativas, y el Secretariado del Comité Central, encargado de los nombramientos y la distribución del personal del partido. Finalmente, la imposición de un régimen de partido único. Después de la Revolución, aunque los bolcheviques eran el grupo dominante, siguieron existiendo los otros partidos socialistas; a partir de la guerra civil, su situación fue muy precaria y desde 1921 fueron perseguidos.

El aparato partidario era más eficaz para transmitir las decisiones del centro y garantizar su aplicación que los organismos del gobierno. Los comités del partido respondían disciplinadamente a las directivas de los órganos superiores, y aunque formalmente los secretarios eran elegidos por las bases, en los hechos, las designaciones y las destituciones quedaron en manos de la secretaría del Comité Central. Los bolcheviques pusieron especial empeño en la incorporación de los obreros al partido: esta era la vía para asegurar la “dictadura del proletariado”. La masiva incorporación de trabajadores (la leva de 1924) dio lugar al desplazamiento de un número sustancial de ellos desde sus puestos en las fábricas hacia empleos en la burocracia partidaria. Los obreros que se sumaron al partido en los años veinte contaron con grandes posibilidades de ascender a la burocracia técnica y administrativa.

 

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