FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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I. El imperialismo

El reparto de África


Antes de la llegada de los europeos, el continente africanonota estaba constituido por entidades diversas, algunas con un alto nivel de desarrollo. No había fronteras definidas: el nomadismo, los intensos movimientos de población, la existencia de importantes rutas comerciales y la consiguiente mezcla entre grupos eran componentes importantes. En general las fronteras políticas no coincidían con las étnicas. Entre los imperios anteriores a la colonización resaltaban los de África Occidental: Ghana, Mali, Kanem-Bornou y Zimbabwe. El contacto y la penetración del islam a partir del año 1000, aproximadamente, tuvo fuerte arraigo en la zona oriental y occidental de África.


El bardo negro







EL BARDO NEGRO O EL BARDO AFRICANO, C.1888.












LÉON GÉRÔME FUE UNO DE LOS PINTORES MÁS CÉLEBRES DE SU ÉPOCA. EN 1855 VIAJA A EGIPTO POR PRIMERA VEZ, UNA TRAVESÍA QUE REPETIRÁ EN VARIAS OCASIONES Y QUE LO LLEVARÁ A DESCUBRIR EL DESIERTO Y LAS PIRÁMIDES DE GUIZA Y OTROS PAÍSES DE ORIENTE PRÓXIMO, COMO ARGELIA, TURQUÍA O SIRIA. GRACIAS A LOS NUMEROSOS APUNTES QUE TOMA, DISPONE DE UN REPERTORIO CADA VEZ MÁS AMPLIO DE TEMAS PARA SUS OBRAS.

SU POPULARIDAD FUE EN BUENA MEDIDA FRUTO DE SU PREOCUPACIÓN POR LA DIFUSIÓN DE SUS OBRAS, QUE TRASPASÓ LAS FRONTERAS DE FRANCIA Y LLEGÓ INCLUSO A LOS ESTADOS UNIDOS DONDE, DESDE LA DÉCADA DE 1870, FUE UNO DE LOS ARTISTAS MÁS ADMIRADOS Y COLECCIONADOS. GÉRÔME SE FAMILIARIZÓ MUY PRONTO CON LA NUEVA CREACIÓN FOTOGRÁFICA Y, COMO LA MAYORÍA DE LOS ARTISTAS DEL MOMENTO, RECURRIÓ A FOTOGRAFÍAS PARA COMPONER ALGUNOS DE SUS CUADROS Y, SOBRE TODO, APRENDIÓ A APROVECHAR ESTE NUEVO MEDIO PARA “VENDER” SU OBRA.


La trama de relaciones sociopolítica era muy diversa: desde reinos con monarquías centralizadas altamente desarrollados hasta bandas simples con instituciones económicas rudimentarias. La mayoría de los pueblos africanos vivían en sociedades que se encontraban en algún punto en el continuum entre esos dos extremos. Todas ellas compartían formas organizativas basadas en los vínculos de linaje, tanto patrilineales como matrilineales. La mayoría dependía de la agricultura y los intercambios; la urbanización era limitada. En ocasiones, las potencias coloniales establecieron alianzas con poderes militares locales.

La incorporación de África al mercado mundial y su dominación por las potencias europeas atravesó dos etapas. La que va del siglo xv al xix, en que prevaleció el comercio de esclavos, seguida por la penetración económica y territorial de Francia y Gran Bretaña en la primera mitad del siglo xix. En segundo lugar, el período de acelerada colonización a partir de la Conferencia de Berlín de 1885.

Los europeos llegaron a las costas africanas en el siglo xv buscando el camino hacia las especias. En principio se instalaron en ellas para abastecer sus barcos, pero en poco tiempo encontraron un negocio altamente rentable: el comercio de oro, marfil y especialmente de hombres. Debido al derrumbe de las poblaciones indígenas americanas –total en las Antillas y parcial en el continente americano– trasladaron hacia ellas a los esclavos africanos. En África la esclavitud no era desconocida, antes de los europeos fue practicada por la población local y tuvo un destacado incremento con la llegada de los comerciantes árabes a la costa oriental africana.

Los portugueses comenzaron el tráfico transatlántico de hombres en la costa occidental de África a mediados del siglo xv. Inmediatamente se sumaron España, Francia, Holanda y Dinamarca. Los ingleses, que llegaron más tarde, acabaron teniendo el liderazgo en el comercio negrero en relación con la explotación de azúcar en las Antillas y como proveedores de otros Estados.

Los futuros esclavos eran capturados generalmente por otros africanos y transportados a la costa occidental africana, donde eran entregados a las compañías de comercio para ser almacenados en las factorías construidas para ello. Este incremento en el comercio de hombres y mujeres fue acompañado por una ideología racista que negó a los negros la condición de seres humanos.nota

En este momento no se avanzó hacia las tierras del interior, excepto en el caso de África del sur. Aquí la Compañía Holandesa de la Indias Orientales, en su afán de contar con una sólida parada para el aprovisionamiento de las flotas que iban hacia Asia, decidió fundar una colonia. Los primeros colonos holandeses llegaron a Ciudad del Cabo en 1652, para dedicarse a la producción agrícola y ganadera. Rápidamente se lanzaron a la conquista de nuevas tierras, expulsando de ellas a la población autóctona. Esta emigración creó las bases de una sociedad de granjeros y ganaderos de carácter autónomo, los llamados bóers o afrikáners. A pesar de que opusieron una fuerte resistencia, los pueblos locales, especialmente los zulúes, fueron expulsarlos de sus tierras y esclavizados para su explotación económica.

Después de la derrota de Napoleón, en el Congreso de Viena de 1815 la colonia pasó a manos de Gran Bretaña, que impuso la abolición de la esclavitud. Esto, sumado a la primacía política de los británicos y a la imposición de su lengua como la oficial, cargó de tensiones la relación anglo-bóer. Los afrikáners emigraron hacia el norte para fundar las repúblicas autónomas de Orange y Transvaal, mientras que Gran Bretaña mantuvo su predominio en las colonias de Natal y El Cabo.nota


Los bóers en armas






LOS BÓERS EN ARMAS









Los descubrimientos de yacimientos de diamantes en 1867 y de oro en la década de 1880 condujeron al enfrentamiento entre ingleses y bóers, que competían para aprovecharse de esas riquezas. Desde la década de 1870, el inglés Cecil Rhodes asumió un papel decisivo en la explotación económica de toda esta zona y en la expansión hacia el norte de los dominios británicos (Rhodesia). Combinó la creación de compañías mineras exitosas, como la British South Africa Company, con la actividad política y recurrió al uso de la fuerza para acabar con la autonomía de los bóers.

El fracaso de la acción armada contra el gobierno de Transvaal en 1895 lo obligó a dejar su cargo de primer ministro de la colonia de El Cabo. La guerra anglo-bóer estalló en 1899, y aunque al año los británicos ya habían demostrado su superioridad militar, los bóers continuaron resistiendo a través de la guerra de guerrillas. Después de la brutal represión de los militares británicos contra las poblaciones bóers, estos se rindieron en 1903.

Con la creación de la Unión Sudafricana en 1910, las dos repúblicas autónomas –Transvaal y Orange– y las dos colonias británicas –El Cabo y Natal– fueron englobadas en un mismo país bajo la supervisión británica, con una destacada autonomía para los afrikáners y con un régimen unitario, en contraste con el federal adoptado en Canadá y Australia. La monarquía estaba representada por un gobernador general, mientras que el poder efectivo quedó en manos del primer ministro, cargo que fue ocupado por Luis Botha, a quien acompañó Jan Smuts al frente de una serie de ministerios claves. Ambos militares, que habían combatido en la guerra anglo-bóer, eran dirigentes del Partido Sudafricano, que reunió a los afrikáners. Los miembros del Parlamento fueron elegidos básicamente por la minoría blanca. Los coloureds, o mestizos, contaron en principio con derechos políticos que se fueron restringiendo según avanzaba el poder de los afrikáners y se reducía el de los anglosajones. El inglés y el holandés se establecieron como idiomas oficiales, el afrikáans no fue reconocido como idioma oficial hasta 1925.nota

La legislación segregacionista se extendió a partir de 1910: la Native Labor Act impuso a los trabajadores urbanos negros severas condiciones de sumisión, y la Native Land Act destinó el 7 % del territorio nacional a reservas para ubicar a los negros. En 1912 se creó el Congreso Nacional Africano, con la idea de defender de forma no violenta los derechos civiles y los intereses de los negros africanos. Con una adscripción principalmente de miembros de la clase media, el Congreso puso especial énfasis en los cambios constitucionales a través de las peticiones y las movilizaciones pacíficas.

Este nuevo dominio nació cargado de tensiones. Los bóers pretendían la acabada independencia mientras que la mayoría africana, sometida por ambas comunidades europeas, careció de derechos. Las reservas bantúes Bechuanalandia, Basutolandia y Swazilandia quedaron a cargo de Londres fuera de la confederación.

Al norte, en las tierras sobre las que había avanzado Rhodes se crearon tres colonias: Rhodesia del Sur (Zimbawe), Rhodesia del Norte (Zambia) y Niassalandia (Malawi). Estos tres territorios, con diferente influencia de los colonos blancos y distintos recursos, fueron económicamente complementarios. En Rhodesia del Sur prevaleció la agricultura para la exportación, en manos de colonos europeos. Rhodesia del Norte fue una zona industrial con obreros calificados europeos y mano de obra africana, que cohabitaron con dificultad. Por último, Niassalandia, más densamente poblada y de escasos recursos, sirvió de reserva de mano de obra a los otros dos territorios y a Sudáfrica.

Con la supresión del comercio de hombres en la primera mitad del siglo xix, los territorios al sur del Sahara perdieron interés: holandeses, daneses, suecos y prusianos se retiraron de esas tierras. En cambio, los franceses y los ingleses no solo retuvieron sus posesiones en África occidental –Senegal y Costa de Marfil, los primeros; Nigeria y Costa de Oro (Ghana) los segundos– sino que encararon la explotación de los recursos locales y desde allí, especialmente Francia, avanzaron hacia el interior. Varias expediciones en los años ochenta permitieron a los franceses el control del conjunto del África occidental y ecuatorial (Mauritania, Senegal, Guinea, Burkina Faso, Costa de Marfil, Benin, Níger, Chad, República Centroafricana, Gabón y el Congo). A este inmenso territorio se añadieron las islas de Madagascar, Comores y Mayotte.

El principal interés de Gran Bretaña y Francia se concentró en los territorios del norte de África.


Mujeres argelinas en su casa, 1834






MUJERES ARGELINAS EN SU CASA, 1834













EUGèNE DELACROIX (1798-1863), PINTOR DEL ROMANTICISMO FRANCÉS. EN 1832 VIAJÓ SEIS MESES A MARRUECOS Y ARGELIA Y DEJÓ INNUMERABLES PINTURAS SOBRE ESOS LUGARES.


Aunque nominalmente desde Egipto a Túnez eran provincias del Imperio otomano, la debilidad de Estambul posibilitó a los gobernantes locales ganar una creciente autonomía. Los grupos económicos y los gobiernos europeos vieron en esta zona amplias posibilidades para encarar actividades lucrativas: préstamos a los gobiernos, construcción de ferrocarriles e inversión en la explotación de recursos locales. Egipto, por ejemplo se convirtió en un abastecedor clave de algodón para la industria textil inglesa. Además, los capitales encontraron en los gobiernos de estos países a actores interesados en atraerlos para llevar a cabo la modernización que les posibilitaría cortar sus lazos con el Imperio otomano.

La penetración europea fue motorizada por Francia con el desembarco en la costa argelina en 1830. La ocupación efectiva del territorio solo pudo concretarse en la década siguiente, luego de derrotar la resistencia que le opusieran los agricultores del norte y las tribus del desierto. La influencia francesa se extendió a Egipto, donde apoyó la construcción del canal de Suez, inaugurado en 1869. Inmediatamente Gran Bretaña decidió controlar esta vía de comunicación, decisiva para preservar sus intereses imperiales en la India. Primero compró acciones de la Compañía del Canal y finalmente, al producirse el levantamiento de 1881 que rechazaba la presencia extranjera, el gobierno británico, en forma unilateral, ocupó militarmente el país.notaEgipto siguió siendo formalmente una provincia del Imperio otomano, pero de hecho, en lugar de semiindependiente bajo el poder turco, pasó a ser semiindependiente bajo la dominación británica. Aunque se mantuvo en su cargo al jedive, el poder real quedó en manos del gobernador británico, lord Cromer fuente


Templo de Luxor en Egipto






TEMPLO DE LUXOR EN EGIPTO









FORMA PARTE DEL CONJUNTO DENOMINADO ANTIGUA TEBAS, CON SUS NECRÓPOLIS, DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1979. FUE CONSTRUIDO ENTRE LOS AÑOS 1400 Y 1000 a.C.


Francia, excluida de Egipto, avanzó decididamente sobre Túnez y con mayores dificultades sobre Marruecos, donde debió enfrentar la resistencia de Alemania en dos ocasiones, en 1905 y en 1911. Al mismo tiempo, intentó llegar a las fuentes del Nilo avanzando desde Senegal. En Fashoda (1898) las fuerzas francesas fueron detenidas por los británicos, que bajaban desde Egipto hacia Sudán para controlar el movimiento musulmán dirigido por el Mahdi.nota Finalmente Gran Bretaña y Francia pusieron fin a su rivalidad en África: la primera reconoció el predominio francés en la costa del Mediterráneo, excepto Egipto, y Francia aceptó que el valle del Nilo quedara en manos de los ingleses. La delimitación de las soberanías en el ámbito colonial permitió avanzar en la formación de la triple Entente.

La subordinación de Túnez y Marruecos siguió el mismo camino que la de Egipto. Cuando el fracaso de los proyectos encarados por los gobernantes y el alto volumen de la deuda exterior colocaron a estos países al borde de la quiebra, los Estados europeos aprobaron el envío de comisiones para el control de las finanzas. En un segundo momento, frente a las resistencias internas gestadas al calor de la modernización dependiente, la metrópoli con mayor fuerza, Francia, recurrió a la fórmula del protectorado.


Eugene Delacroix Sultan de Marruecos abandonando su palacio, 1832








EUGENE DELACROIX SULTAN DE MARRUECOS ABANDONANDO SU PALACIO, 1832










Entre 1881 y 1912, todos los territorios de la costa mediterránea de África fueron ocupados por un país europeo. La última anexión fue la de las provincias otomanas de Cirenaica y Tripolitania (Libia), concretada por Italia en 1912 con la anuencia de Francia, que así se aseguró el control de Marruecos. En la cruenta y costosa guerra con el sultán, los italianos fueron favorecidos por el levantamiento en los Balcanes que dispersó el esfuerzo de las tropas otomanas.

En un segundo plano, Portugal y España básicamente retuvieron las posesiones del período previo. La primera se mantuvo en las islas de Cabo Verde y Príncipe y en las costas de Angola y Mozambique. En estos territorios debió enfrentar una dura resistencia de las poblaciones locales antes de avanzar hacia el interior, y en virtud de la oposición británica no logró enlazarlos. En 1879 incorporó la colonia de Guinea Bissau. Por su parte, España consolidó la colonia de Guinea Española (Guinea Ecuatorial) y sobre la base de Ceuta y Melilla, enclaves conquistados en las guerras de la Reconquista libradas contra los árabes, recibió de Francia en 1912 la región del Rif, al norte de Marruecos, y la de Ifni, al sur, junto al Sahara. La ciudad de Tánger fue declarada puerto libre internacional. Después de la Conferencia de Berlín incorporó el Sahara español.

En el vertiginoso reparto de África a partir de los años ochenta se entrelazaron la decisiva importancia del canal de Suez, la resignificación del papel de África del Sur en virtud de su condición de productora de diamantes y oro, y las presiones de nuevos intereses: los de Italia, Alemania y el rey belga Leopoldo II. Si bien entre los objetivos y las formas de penetración del poder europeo en el área arábiga musulmana y en el África negra hubo destacados contrastes, al mismo tiempo los intereses cada vez más amplios de las metrópolis condujeron al entrecruzamiento de las acciones desplegadas sobre los distintos territorios.

Las pretensiones de Leopoldo II sobre el Congo y el ingreso tardío de Alemania al reparto colonial llevaron a la convocatoria de la Conferencia de Berlín, que habría de aprobar los criterios para “legitimar” la apropiación del territorio africano. En 1884, el canciller alemán Otto von Bismarck invitó a catorce potencias a reunirse para discutir sus reclamos en torno al continente africano. Durante la Conferencia de Berlín, las principales metrópolis, Alemania, Francia, Inglaterra y Portugal, optaron por evitar la existencia de fronteras comunes entre sus nuevos dominios y reconocieron la potestad de Leopoldo sobre vastos territorios de África central. El reclamo del rey belga ofreció una salida a las ambiciones encontradas de las mencionadas potencias por controlar las importantes vías de comunicación fluvial de la zona.

En su afán de ingresar al reparto colonial, el rey belga no dudó en prometer que su tutela sobre el Congo pondría fin a la explotación de seres humanos "brutalmente reducidos a la esclavitud". En combinación con las empresas instaladas en la región recurrió al soborno, al secuestro y al asesinato en masa para someter a la población local a la inhumana tarea de recoger el caucho.   fuenteEn virtud de las denuncias de este sistema, el Parlamento belga retiró sus derechos al rey en 1908 y la colonia quedó bajo el control del cuerpo legislativo, que mantuvo el régimen de concesiones a las compañías privadas. nota

Un año después del encuentro en Berlín, Alemania y Gran Bretaña deslindaron sus posesiones en la zona centro oriental. Esta región no ofrecía demasiados alicientes, pero el tardío avance alemán a través de la Compañía Alemana del África Oriental incitó a Londres a ganar posiciones. Los gobiernos de ambos países acordaron que en el sur, Tanganica (parte de la actual Tanzania), Ruanda y Burundi constituirían el África oriental alemana, mientras que el norte, Zanzíbar (parte de la actual Tanzania), Kenia y Uganda se sumaron al Imperio británico. En la parte occidental Alemania incorporó Togo, Camerún, África del Sudoeste (actual Namibia).

El canal de Suez dio nuevo valor estratégico al cuerno de África. En 1862 los franceses compraron el puerto de Obock, origen del actual Djibouti, y los ingleses ocuparon el norte de Somalia en 1885. Los italianos fracasaron en el intento de dominar Etiopía: fue el único país europeo derrotado militarmente por la resistencia de la población local. El emperador etíope Melinek II, embarcado en la unificación del reino, logró que el resto de las potencias le aseguraran su independencia a cambio de ventajas económicas. Italia recibió el sur de Somalia y Eritrea. Los italianos volvieron a Etiopía en 1935 bajo el gobierno fascista de Benito Mussolini, y en esa ocasión lograron someterla.

En 1875, excepto África del Sur, la presencia europea seguía siendo periférica: las naciones occidentales controlaban únicamente el 10 por ciento del continente. En 1914 solo existían dos Estados independientes: Liberia y Etiopía. Francia y Gran Bretaña fueron las principales beneficiadas por el reparto de África.

Numerosas economías autosuficientes quedaron destruidas. Los intercambios internos, como el caso del comercio transahariano y el de la zona interlacustre del África oriental y central, fueron desmantelados o subordinados. También se vieron afectados negativamente los vínculos existentes entre África y el resto del mundo, en especial la relación con India y Arabia. A medida que la economía colonial maduraba, prácticamente ningún sector de la sociedad africana pudo quedar al margen de los parámetros impuestos por los centros metropolitanos. Los Estados colonialistas se aliaron a los capitales privados en la coacción de la población y la explotación de los recursos. La economía colonial pasó a ser una prolongación de la de la potencia colonizadora, sin que ninguna de las decisiones económicas como ahorro, inversión, precios, ingresos y producción tuviera en cuenta las necesidades locales. Los objetivos de la colonización fueron, en su forma más pura, mantener el orden, evitar grandes gastos y organizar una mano de obra productiva a través del trabajo forzado o formas apenas encubiertas de esclavitud. Este sojuzgamiento desató numerosos movimientos de resistencia. La guerra del impuesto de las cabañas en Sierra Leona, la revuelta bailundu en Angola, las guerras maji maji en el África oriental alemana, la rebelión bambata en Sudáfrica, por ejemplo, testimonian con sus miles de víctimas el rechazo de los pueblos africanos. En todos los casos fracasaron ante la superioridad económica y militar de Occidente.


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