El afrikaans y la identidad étnica afrikaner
I. El imperialismo
El afrikáans es el idioma criollo derivado del neerlandés que comenzó a forjarse en Sudáfrica a finales del siglo XVII xvii a través de la simplificación de la fonética y de la gramática, y también en virtud de la incorporación de vocablos procedentes del francés, del alemán, del malayo y del khoi. A lo largo del siglo XIX, la lengua neerlandesa fue el idioma oficial de las repúblicas boers. Las constituciones del Transvaal y el Estado Libre de Orange, así como todos sus documentos públicos y boletines oficiales estaban redactados en holandés. Sin embargo, en el último cuarto del siglo xix, en el marco de cambios económicos y síntomas de crisis cultural, un grupo de fervientes nacionalistas se movilizó a favor de la adopción de la lengua afrikáans.
En 1867, con el descubrimiento de los campos diamantíferos, comenzó un período de transformación económica en Sudáfrica. El impulso económico que dio a la colonia la explotación de los diamantes no destruyó inmediatamente el aislamiento de la agricultura de subsistencia, pero confirió a los granjeros una percepción más aguda de las nuevas oportunidades, las restricciones existentes, y la naturaleza abrupta del crecimiento económico. Las dos actividades más importantes de la agricultura en que estaban comprometidos los afrikáner-holandeses –producción de vino y de lana–, se beneficiaron poco del boom diamantífero. Los afrikáner-holandeses se dirigieron lentamente hacia la industria, pero encontraron difícil competir con los anglófonos más entrenados. Contra este retraso económico general, los afrikáner-holandeses comenzaron a agitarse en pos de políticas proteccionistas, un banco nacional para contrarrestar a los bancos imperiales, y un estatuto de igualdad para la lengua holandesa. En general, los anglófonos, con su base en el comercio y la industria y que mayormente hablaban una sola lengua, se opusieron a estas demandas. Desde la década de 1870 se empezó a formar una gran clase de pobres pequeños granjeros. Algunos comenzaron a emigrar a los pueblos donde encontraban empleo casual, otros recurrían a la vagancia, la mendicidad y el crimen, pero el principal efecto fue el surgimiento de asociaciones de granjeros afrikáner-holandeses que estimuló el creciente despertar étnico.
Esta crisis económica fue acompañada por una grave crisis cultural. En su cima, la sociedad afrikáner-holandesa estaba perdiendo algunas de sus mentes más brillantes por medio de un proceso gradual de anglicización.
En la década de 1870, en el este del Cabo, unos pocos maestros y clérigos, entre ellos el ministro de la Iglesia Holandesa Reformada Stephanus du Toit, hicieron los primeros intentos conscientes para desarrollar una concepción étnica específica para los afrikáner-holandeses. Estaban preocupados por el modo en que la industrialización y la secularización de la educación afectaban a la sociedad afrikáner-holandesa y querían generar condiciones que posibilitaran rechazar las influencias extranjeras. Du Toit declaró la guerra contra la hegemonía cultural inglesa, la secularización de la educación que debilitaba a las autoridades tradicionales, y la influencia corruptora de la industrialización. En artículos periodísticos publicados bajo el seudónimo de “Un verdadero afrikáner”, argumentó que el idioma expresaba el carácter de un pueblo (volk) y que ninguna nacionalidad podía formarse sin su propio idioma. En 1875 participó en la fundación de la Congregación de Verdaderos Afrikáners. En ese momento, buena parte de la clase dominante consideraba a los afrikáner-holandeses y los anglófonos coloniales como unidos en una nación afrikáner naciente. En contraste, la Congregación dividía al pueblo afrikáner en tres grupos –aquellos con corazones ingleses, aquellos con corazones holandeses y aquellos con corazones afrikáners–, y solo los últimos eran considerados verdaderos afrikáners. Esta organización se declaró a favor del afrikáans como el idioma (étnico) nacional. En pos de este objetivo, publicó un periódico, El Patriota, una historia nacionalista, una gramática, y algunos textos escolares en afrikáans. Su reivindicación del afrikáans tenía varias dimensiones: era un idioma político que daba cuerpo al despertar étnico afrikáner y expresaba oposición al dominio imperial; era un instrumento educativo que elevaría a gran cantidad de niños, y era un vehículo para la divulgación de la Biblia.
Otro factor que aportó a la emergencia de una identidad étnica afrikáner-holandesa fue la exitosa resistencia del Transvaal al intento de los británicos de ocupar esas tierras en 1881.
. GUERRA DEL TRANSVAAL.
BÓERS QUE DESTRUYEN UN FERROCARRIL
La resistencia de los ciudadanos de Transvaal se convirtió en una movilización étnica vigorosa. Tuvieron lugar mítines masivos donde gran número de ciudadanos acampaban por varios días para escuchar discursos de los líderes. Más de la mitad de la población firmó peticiones contra la anexión. En esta movilización todas las divisiones políticas fueron temporalmente superadas. La anexión había “dado nacimiento a un fuerte sentido nacional entre los bóers; los había unido y todos estaban ahora con el Estado”. Luego de la guerra, los generales, usando su nuevo estatus como “líderes nacionales”, apelaron a los ciudadanos para finalizar las divisiones políticas y religiosas.
Estos tres desarrollos –la fundación de la Congregación de Verdaderos Afrikáners y del denominado primer movimiento por la Lengua Afrikáans, la creación de asociaciones de granjeros afrikáners y la rebelión de Transvaal– son considerados frecuentemente como el entramado favorable para la emergencia del nacionalismo afrikáner.
Sin embargo, en ese momento, la etnicidad política afrikáner no logró consolidarse en virtud de tres fuerzas que frenaron su auge: primero la continuación de la hegemonía imperial británica; segundo, las profundas divisiones de clase dentro del grupo afrikáner-holandés; y tercero, la intensa rivalidad interestatal entre la Colonia del Cabo y Transvaal.