II. El derrumbe del bloque soviético
Glasnot y democratización
La resistencia a las
reformas por parte de la nomenklatura
que ocupaba puestos claves en el partido y el Estado, indujo a Gorbachov a
dirigirse directamente a la sociedad para transformar la osificada estructura
soviética. La
mayor eficiencia económica requeriría el compromiso activo de los trabajadores
para incrementar la productividad y la participación del conjunto de la
población para erradicar las prácticas corruptas. Para alcanzar una apreciación más realista de las
cosas habría que animar a los ciudadanos a que hablasen y se involucraran
personalmente en la reforma. Se decidió avanzar hacia la
glasnost. En cierta medida el momento decisivo de esta apertura fue un
resultado indirecto del accidente en la central nuclear de Chernóbil, ocurrido
en 1986, que aceleró la liberalización de los medios de comunicación y alentó
la confrontación política.
Entre los objetivos de la glasnost se incluyó el fortalecimiento de los organismos gubernamentales desvinculándolos de su sujeción al partido. En 1989 Gorbachov llamó a elecciones para crear el Congreso de los Diputados del Pueblo. La principal función del nuevo organismo era designar a los miembros del Soviet Supremo, que dejaría de ser un organismo honorífico, para actuar como un parlamento con funciones durante todo el año. La reforma pretendía deslindar las competencias del partido y las del gobierno, avanzar hacia la división de poderes e imponer un marco jurídico a los poderes del Estado. Todo esto sin abrir las puertas al multipartidismo: el PCUS mantendría su condición de único partido reconocido y además, para que los cambios fuesen aprobados por sus miembros, Gorbachov asoció las reformas a una serie de recaudos que limitaban los alcances de la consulta electoral. Sólo dos terceras partes de los miembros del Congreso serían elegidas por sufragio universal, el resto sería designado por el partido Comunista y las organizaciones públicas que dependían de él. Más allá de estas restricciones, los comicios de marzo de 1989 propiciaron el resurgimiento de la vida política a través de la competencia entre distintos candidatos en algunos distritos, el derecho a la libertad de palabra y la posibilidad de acceder a los medios de información.
Con la apertura de las sesiones del Congreso y sus debates televisados cobró consistencia el sector dispuesto a radicalizar los planteos de Gorbachov. El Grupo Interregional de Diputados –entre cuyos miembros se encontraban Yeltsin, el dirigente de Moscú Gavril Popov, y el Premio Nobel de la Paz y veterano disidente Andrei Sájarov – demandó la descentralización económica y el pluralismo político. La división inicial entre conservadores y reformistas dio lugar a un escenario tripartito en el que Gorbachov, ubicado en el centro, fue quedando cada vez más aislado.
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