Las dictaduras europeas: Grecia, Portugal y España
III. Los años dorados en el capitalismo central
En octubre de 1944, mientras los alemanes se retiraban de Grecia, los británicos desembarcaron en Atenas. El gobierno militar y el rey no habían regresado todavía. La mayor parte del país estaba en manos de los partisanos comunistas, que eran los que habían llevado todo el peso de la lucha contra los alemanes. Aunque en las conferencias de Yalta y Postdam Grecia había quedado asignada a la zona occidental, se inició una larga guerra civil.
Por un lado, la Unión Nacional Democrática, integrada por fuerzas liberales y conservadoras que apoyaban al monarca exiliado en Londres. Por otro, el Frente de Liberación Nacional, formado por grupos de izquierda con predominio de los comunistas y con fuerzas armadas propias –el Ejército de Liberación Nacional–, que rechazaba el retorno de la monarquía. Desde Londres, Churchill apoyaba a las fuerzas conservadoras y al rey como valla de contención frente al avance de los comunistas.
Unos meses después, luego de violentos enfrentamientos, los comunistas aceptaron su derrota. En las elecciones legislativas de 1946 triunfó el Partido Popular, monárquico, y en el plebiscito de ese año se aprobó el regreso del rey Jorge II. Los comunistas volvieron a levantarse y Londres, imposibilitado de brindar su ayuda al gobierno, solicitó la intervención de Estados Unidos. El presidente Truman pidió al Congreso en 1947 los fondos necesarios para apoyar a los Estados amenazados por el comunismo. Dos años después las fuerzas rebeldes griegas fueron totalmente derrotadas. Los últimos miembros de las guerrillas huyeron a Yugoslavia y a Albania. La Grecia monárquica se incorporó a la OTAN.
La monarquía y los grupos más conservadores se oponían al fortalecimiento del régimen parlamentario, ante el temor de que los liberales pudiesen volver a instaurar la república. En febrero de 1964 logró imponerse el partido opositor Unión del Centro, integrado por liberales y socialdemócratas, bajo la dirección Georgios Papandreu.
GEORGIOS PAPANDREU (1888–1968)
LLEGÓ A OCUPAR EL PUESTO DE PRIMER MINISTRO EN LOS AÑOS 1944-1945, 1963 Y 1964-1965. CAPTURADO POR LOS ITALIANOS EN PLENA GUERRA MUNDIAL, LOGRÓ LA LIBERACIÓN EN 1944 Y ESCAPÓ AL PROTECTORADO BRITÁNICO EN ORIENTE PRÓXIMO, PARA DIRIGIR EL GOBIERNO GRIEGO EN EL EXILIO. A SU REGRESO FUE NOMBRADO JEFE DEL GOBIERNO DE LA UNIDAD NACIONAL. FUE VICE-PRIMER MINISTRO DURANTE LA GUERRA CIVIL –ENTRE 1950 y 1952–, Y LLEGÓ A FUNDAR SU PROPIO PARTIDO EN 1961, LA LLAMADA UNIÓN DEL CENTRO, DE SIGNO LIBERAL. PERDIÓ LAS ELECCIONES EN 1961, Y SE IMPUSO POR MAYORÍA EN FEBRERO DE 1964. SU HIJO ANDREAS SERÍA PRIMER MINISTRO DE GRECIA ENTRE 1981 Y 1989, Y ENTRE 1993 Y 1996.
Este gobierno propuso la liberalización política del régimen y un programa económico destinado a mejorarla condición social de los grupos más postergados. Cuando en julio de 1965 Papandreu intentó someter el ejército al control del Parlamento, el nuevo rey Constantino II lo obligó a dimitir y nombró un gobierno por decisión propia.
En abril de 1967 se produjo un golpe de Estado y los militares instauraron una dictadura basada en una extendida represión. Muchos políticos fueron torturados y desterrados a desiertas islas del Egeo. Papandreu sufrió el arresto domiciliario hasta su muerte.
MUJERES DEL FRENTE NACIONAL DE LIBERACIÓN.
SE MANIFIESTAN FUERA DEL PARLAMENTO GRIEGO DURANTE LA GUERRA CIVIL. LA PANCARTA DICE “CUANDO PUEBLO ES CONFRONTADO CON LA AMENAZA DE LA TIRANÍA, O ESCOGE LAS CADENAS , O ESCOGE LAS ARMAS”.
Dos años después, el gobierno militar fue condenado por la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa por sus violaciones de los derechos humanos. A fines de la década de 1960, al igual que en España o Portugal, la oposición a la dictadura tuvo su epicentro en las revueltas estudiantiles, destacando los incidentes de la Escuela Politécnica de Atenas, en 1973. Con el objetivo de desviar la atención de los asuntos internos y despertar el apoyo patriota, los militares planearon la “enosis”, la anexión de Chipre, por medio de su intervención en la isla. Esta política resultaría desastrosa, ya que dio paso al ingreso de las tropas turcas y a la división de la isla.
En julio de 1974, los militares abandonaron el gobierno.
La Primera Guerra Mundial, en la que Portugal participó junto a Inglaterra, no hizo más que profundizar la crisis económica y acrecentar el descontento. La inestabilidad política y el estancamiento económico fueron las características de todo el período. En 1926, un golpe de Estado llevaría al gobierno a un grupo de militares de derecha, que instauraron en el país un régimen autoritario. La oposición política fue proscripta, sus principales figuras puestas en prisión o enviadas al exilio, y los sindicatos de trabajadores fueron disueltos para ser sustituidos por organizaciones corporativas similares a las creadas en la Italia fascista.
La figura más relevante de este período y el verdadero gobierno por encima de los propios militares fue el economista Antonio de Oliveira Salazar que, desempeñando distintos cargos, dirigió la vida política y económica de Portugal durante cuarenta años, hasta 1968. En ese período, Portugal logró mantenerse neutral en conflictos de gran magnitud como la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial, que podían haber comprometido una situación económica apenas estable.
Salazar fue el continuador del régimen militar que en 1926 encabezó el mariscal Antonio Carmona. Nombrado en 1928 ministro de Finanzas, y tras conseguir superávit en las cuentas públicas, Salazar fundó en 1930 el partido União Nacional, paso previo a la toma de poder definitiva en abril de 1932 como presidente del Consejo gobernante. Salazar hizo ratificar una nueva constitución un año después, con una abstención del 40 % del electorado. En 1968, una grave enfermedad lo obligó a dejar el poder y fue sustituido por Marcelo Caetano, al que derrocó la Revolución de los Claveles en abril de 1974.
ANTONIO DE OLIVEIRA SALAZAR (1889-1970) CON FRANCO.
EN MARZO DE 2007, SALAZAR OCUPÓ EL PRIMER LUGAR EN UNA VOTACIÓN POPULAR PARA ELEGIR A LOS “GRANDES PORTUGUESES” DE LA HISTORIA, PROMOVIDA POR EL CANAL ESTATAL DE LA TELEVISIÓN LUSITANA. EL DICTADOR SUPERÓ EN LA VOTACIÓN AL HISTÓRICO LÍDER COMUNISTA ALVARO CUNHAL, QUE OBTUVO EL SEGUNDO PUESTO, Y A ARISTIDES DE SOUSA MENDES –TERCERO–, UN DIPLOMÁTICO QUE AYUDÓ A LLEGAR A PORTUGAL A MILES DE JUDÍOS PERSEGUIDOS POR LA ALEMANIA NAZI, EN CONTRA DE LAS ÓRDENES DEL PROPIO SALAZAR.
LA VOTACIÓN PORTUGUESA SIGUIÓ EL MODELO DE OTRAS SIMILARES LLEVADAS A CABO EN VARIOS PAÍSES EUROPEOS, COMO EL REINO UNIDO, DONDE GANÓ EL QUE FUESE PRIMER MINISTRO WINSTON CHURCHILL, O ALEMANIA, DONDE EL EXCANCILLER KONRAD ADENAUER FUE EL PREFERIDO.
El medio rural mantuvo a lo largo de todo este período su estancamiento, lo que provocó una fuerte corriente migratoria con destino a las principales ciudades del país y de Europa. En la década de 1950, debido a las luchas por la descolonización de África, Portugal se vio enfrentado a la posibilidad de perder sus últimos dominios en ese continente. El régimen de Salazar mantuvo una serie de guerras contra los movimientos de liberación surgidos en las colonias portuguesas, que causaron su aislamiento a nivel internacional y el progresivo descontento de la población.
La tenaz negativa del gobierno portugués a toda forma de negociación tendiente a reconocer la independencia de Mozambique, Angola y los demás componentes de su antiguo imperio colonial motivó que el país no fuera aceptado en el seno de las Naciones Unidas hasta 1955, y que en los años siguientes recibiera varias condenas de la Asamblea General de dicha organización
En España, no bien logró apoderarse del poder, Francisco Franco impuso la estricta prohibición de los partidos políticos unida a una brutal represión contra los que habían apoyado a la República. El partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, creado en 1937, aglutinó distintas familias políticas que rivalizarían por imponer su proyecto. El franquismo no se identificó con ninguna en particular, aunque en función de cada etapa histórica concedió mayor protagonismo a una u otra. La Falange jugó un rol importante en los primeros momentos de la dictadura, y tras la derrota del Eje en 1945 pasó a un segundo plano. Muchos monárquicos colaboraron con la dictadura, pero en la práctica tuvieron un papel secundario. Franco siempre impidió que alguien acaparara demasiado poder y buscó un equilibrio que garantizara su poder omnímodo.
El estado de guerra declarado por la Junta de Defensa Nacional en julio de 1936 continuó en vigor hasta abril de 1948. Según el estudio de historiadores cercanos al régimen, en los años inmediatamente posteriores al final de la guerra la dictadura practicó entre 23.000 y 28.000 ejecuciones, el 80 % de las cuales tuvieron lugar entre 1939 y1941. Otros investigadores reconocen 150.000 ejecuciones. El número de presos ascendía en 1939 a más de 270.000 personas, y en 1950 aún alcanzaba la cifra de 30.000. Las ejecuciones se volvieron más puntuales a partir de 1950 –como la del comunista Julián Grimau y la de los anarquistas Delgado y Granados en 1963, o ya al final del régimen el agarrotamiento del anarquista Puig Antich y las últimas cinco ejecuciones de miembros del FRAP y ETA–, debido especialmente al fuerte desgaste que suponía para la dictadura la ola de protestas internacionales, que la llevarían en 1975 al aislamiento internacional como en sus orígenes.
La insurrección militar que acabó con el intento democrático de la República no puede ser considerada como un triunfo de la derecha radical, ya que la intervención del ejército fue expresión del fracaso político de la derecha autoritaria. A partir de 1939, sus grupos tuvieron que subordinarse al poder de los militares.
Los dirigentes republicanos huidos del país en 1939 crearon un gobierno de la República en el exilio, tratando de mantener la legalidad basada en la Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler daría paso a la intervención de las tropas aliadas y al fin de la dictadura de Franco.
Muchos combatientes republicanos, huyendo de la represión, se “echaron al monte” formando grupos de guerrilleros cuyas acciones apuntaron a generar las condiciones para la anhelada intervención de los aliados en España. En octubre de 1944, 4000 guerrilleros invadieron el Valle de Arán para liberar a España de Franco. Fue el hecho de armas más importante tras la guerra Civil, pero fracasó y fue silenciado.
España era en 1939 un país profundamente rural, con una revolución burguesa fracasada y unas estructuras socioeconómicas arcaicas, en contraste con los procesos de industrialización y cambio social que caracterizaban a las sociedades europeas en los umbrales del siglo XX. El proceso de modernización y transformación económica encontraba dos grandes obstáculos, primero en la persistencia de estructuras sociales tradicionales, y segundo en la práctica inexistencia de un mercado nacional. Un fuerte obstáculo para la constitución de un mercado nacional era el enorme peso que sobre la economía nacional ejercían los intereses del capital extranjero, que obstaculizaban una política económica nacional.
Esta situación se vio fuertemente agravada por la coyuntura internacional. A la Segunda Guerra Mundial le sucedió un período de aislamiento por la condena internacional del régimen de Franco como aliado del Eje. En 1946 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó contra el ingreso de España. España no recibió ninguna ayuda del Plan Marshall, ni fue admitida en la OTAN. La dictadura trató de lavar su imagen internacional reduciendo el protagonismo de los falangistas y de todos los símbolos que recordaran a las potencias del Eje. Paralelamente, los católicos obtenían mayor presencia en la dictadura. El apoyo de la Santa Sede era esencial para salir del aislamiento internacional. La etapa que va desde 1942 hasta principios de los años cincuenta queda definida por la voluntad de supervivencia frente a los peligros exteriores e interiores y el desplazamiento de la influencia falangista a favor de los católicos.
La opción puesta en marcha por el franquismo fue la autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la autosuficiencia económica con una significativa intervención del Estado. El gobierno fijó los precios agrícolas y obligó a los campesinos a entregar los excedentes de sus cosechas. En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) para impulsar la débil industria española, y se estableció un rígido control del comercio exterior.
La autarquía suponía la subordinación de la economía a las exigencias políticas en un Estado que, si bien representaba a las clases dominantes, no era una simple herramienta de estas, pues mantuvo un importante grado de autonomía respecto de los grupos integrantes del bloque dominante. Con el nacionalismo como motor ideológico, la intervención estatal, a través del INI, no buscaba la sustitución del capitalismo, sino complementar la iniciativa privada en los sectores donde la incierta rentabilidad no atraía a las conservadoras élites económicas. La base de la industrialización fue la concentración política de la élite financiera en torno al Estado franquista, primero controlando el sistema crediticio y luego impulsando la industrialización bajo el estímulo del reto del INI. En este período se produjo un trasvase forzoso de capital desde el campo a la industria. Sin embargo, llegado a un determinado nivel, la política autárquica de este período apareció como un freno del desarrollo económico capitalista, dado que requería su integración en el mercado mundial.
La Guerra Fría y el consiguiente cambio en la política internacional norteamericana propiciaron la llegada de la ayuda económica norteamericana. En 1953 se firmaron acuerdos bilaterales con los Estados Unidos, que permitieron la instalación de bases militares norteamericanas en suelo español. A cambio España recibió la ayuda económica de Washington. Aunque inferior a la recibida por los países beneficiarios del Plan Marshall, el ingreso de capitales estadounidenses permitió importaciones de bienes de equipo imprescindibles para el desarrollo industrial. Se puso fin al racionamiento de alimentos, y se aplicó una liberalización parcial de precios y del comercio. En 1954 se superó la renta por habitante de 1935.
FRANCO DESPIDE AL PRESIDENTE EISENHOWER EN DICIEMBRE DE 1959 )
EN UNA ENTREVISTA CONCRETADA EN 2011, EL HISTORIADOR CHARLES POWELL, QUE INVESTIGÓ LAS RELACIONES HISPANO-NORTEAMERICANAS ENTRE 1969 Y 1988, EFECTUÓ LAS SIGUIENTES APRECIACIONES SOBRE ESTE TEMA: “LA SEGURIDAD DE OCCIDENTE ES UNO DE LOS DOS EJES FUNDAMENTALES DE LA RELACIÓN ENTRE ESPAÑA Y EE.UU. […] DEBIDO AL TEMOR A PERDER LAS BASES EN ESPAÑA, QUE ERAN FUNDAMENTALES TRAS LA PÉRDIDA DE LA SITUADA EN WHEELUS (LIBIA) POR EL GOLPE DE GADAFI EN 1969, EE.UU. NO TUVO MARGEN PARA PROMOVER LA DEMOCRACIA. A ESTO LLAMO EL DILEMA AMERICANO. A MEDIO O LARGO PLAZO, EL ANCLAJE DE ESPAÑA EN OCCIDENTE NECESITABA QUE INGRESARA EN LA OTAN Y EN LA COMUNIDAD EUROPEA, PERO ELLO NO ERA POSIBLE SIN LA DEMOCRATIZACIÓN DE SUS INSTITUCIONES. EN EL CASO DE LA CE, ERA UNA EXIGENCIA EXPLÍCITA; EN EL DE LA OTAN, IMPLÍCITA Y CLARA, PORQUE LOS SOCIOS ESCANDINAVOS Y GRAN BRETAÑA SE NEGABAN A ACEPTAR SU INGRESO MIENTRAS GOBERNARA FRANCO. ESE “DILEMA” SE RESUME COMO “VALORES VERSUS INTERESES”. […] EL CONVENIO DE 1953 RESULTÓ SER EL MAYOR TRIUNFO DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE FRANCO. ÉL MISMO LLEGA A DECLARAR: “FORMALMENTE HEMOS GANADO LA GUERRA CIVIL”, Y ES UN MAZAZO PARA LOS ANTIFRANQUISTAS, PARA QUIENES SE VUELVE DIFÍCIL –Y EN LA PRÁCTICA IMPOSIBLE- DERROCARLE. […] EN TÉRMINOS ECONÓMICOS, LOS CONVENIOS NO FUERON MUY TRASCENDENTES, PERO SÍ EN CUANTO A LAS INVERSIONES INTERNACIONALES PRIVADAS, PORQUE ESPAÑA SE INSERTÓ EN INSTITUCIONES COMO EL FMI Y LA ORGANIZACIÓN EUROPEA PARA LA COOPERACIÓN ECONÓMICA (OECE). ASÍ, EL PLAN DE ESTABILIZACIÓN DE 1959, POR EJEMPLO, FUE FUNDAMENTAL PARA EL POSTERIOR DESARROLLO ECONÓMICO E INDUSTRIAL ESPAÑOL, PUES DIO FIN A LA AUTARQUÍA; ESTE PLAN SE HABÍA DISEÑADO EN MADRID, EN EL FMI Y EN LA OECE. FUE UNA OPERACIÓN DIPLOMÁTICA Y ECONÓMICA PARA QUE ESPAÑA INGRESARA EN ESAS INSTITUCIONES”.
El período 1961-1973 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura económica al exterior provocó un significativo ingreso de inversiones extranjeras, que llegaron atraídas por los bajos salarios. Para tratar de encauzar el crecimiento económico, el gobierno aprobó a partir de 1963 varios planes de desarrollo basados en los incentivos fiscales y en las subvenciones a los inversores. Aunque la economía crecía, el desequilibrio entre las diferentes regiones del país siguió vigente. La política de liberalización económica fue acompañada por una serie de factores, ajenos a la responsabilidad gubernamental, que tuvieron un impacto muy significativo en el crecimiento: el boom europeo, los ingresos por turismo, las remesas de los emigrantes, las inversiones extranjeras y un excedente de mano de obra que abarataba los costos del trabajo.
Tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española quedó aislada y presentó rasgos básicamente arcaicos, en los años sesenta se produjo un acelerado cambio social. Uno de los principales factores residió en la masiva emigración rural a las ciudades españolas y a otros países europeos. Más de un millón de españoles se desplazaron a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, entre otros países, para desempeñar los trabajos que no querían los nativos. Esta emigración redujo el paro y dio lugar al ingreso de las remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo consigo la agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.
La desruralización masiva y las migraciones internas hacia los centros urbanos industriales fueron responsables de que entre 1964 y 1974 la agricultura pasase del 22 % del PIB al 9 %; la industria del 35 % al 38 %, y los servicios del 43 % al 53 %. En términos de ocupación esto se tradujo en que el sector agrícola pasó del 41,7 % de la población activa en 1960 al 29,2 % en 1970; el sector de obreros industriales pasó del 32,6 % en 1964 al 33,2 % en 1976, y de que el sector terciario pasara del 39 % en 1973 al 52,2 % en 1987, quebrándose definitivamente la estructura agraria tradicional.
Al mismo tiempo que las viejas clases medias perdían importancia económica y social, aparecían unas nuevas clases medias compuestas sobre todo por técnicos y empleados, fruto de la expansión del gran capital y del Estado. Estos grupos no se sentían representados por el franquismo y algunos de sus sectores, como los estudiantes o los profesionales, se incorporaron a la oposición antidictatorial especialmente en la última etapa del régimen.
LAS MENINAS.
OBRA DEL EQUIPO CRÓNICA, UN GRUPO DE PINTORES ESPAÑOLES ACTIVO ENTRE 1963 Y 1981 QUE SE APARTÓ DEL ARTE INFORMAL PARA CULTIVAR UNA PINTURA FIGURATIVA DENTRO DE LA TENDENCIA POP ART. ESTOS ARTISTAS ANALIZABAN CRÍTICAMENTE LA SITUACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA Y LA HISTORIA DEL ARTE. UTILIZARON OBRAS CLÁSICAS COMO EL GUERNICA DE PICASSO O LAS MENINAS DE VELÁZQUEZ PARA COMPONER UNA OBRA NUEVA: UN POCO REALISTA, UN POCO CRÍTICA, BASTANTE POP. LA SOMBRA DEL FRANQUISMO ESTÁ PRESENTE EN TODA SU OBRA. SUS PINTURAS Y SERIGRAFÍAS PARODIARON LOS RETRATOS REALES DE VELÁZQUEZ, QUE EN ESOS AÑOS ERAN UTILIZADOS EN CARTELES PUBLICITARIOS POR EL MINISTERIO DE INFORMACIÓN Y TURISMO DE MANUEL FRAGA. FRENTE A LA IMAGEN GRANDIOSA Y PINTORESCA DE ESPAÑA QUE EL RÉGIMEN FRANQUISTA QUERÍA PROYECTAR, EL EQUIPO CRÓNICA PROPONÍA OTRA MÁS SOMBRÍA, RECURRIENDO A LA IRONÍA.
Este distanciamiento de uno de los pilares sociales del régimen fue reforzado por el debilitamiento, cargado de contradicciones, de su principal instancia de legitimación, la Iglesia católica, en el marco de su renovación impulsada por el Concilio Vaticano II. Las tensiones entre los que habían sido estrechos aliados fueron crecientes.
En cuanto a los obreros, en la década de 1970 formaron un núcleo numeroso, el 37,3 % del total de la población activa, y por primera vez estuvieron distribuidos por casi todo el territorio español.
Pese a estos cambios económicos y sociales, el régimen político no cambió su carácter dictatorial y su adhesión al inmovilismo. Con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado, en 1966, orientada a fortalecer el armazón institucional del franquismo, y la designación, en 1969, de Juan Carlos como el futuro rey de España, se pretendió asegurar la continuidad del régimen más allá de la vida de Franco.
Sin embargo, dos procesos complementarios abrirían la crisis final del franquismo: las luchas internas por el control del proceso político y el crecimiento de la actividad de la oposición antifranquista. La avanzada edad del dictador y la creciente presión de la oposición llevaron a la formación de dos tendencias dentro del régimen. Por un lado, los que se empezaron a llamar “aperturistas”, quienes, sin cuestionar la figura de Franco, defendieron la necesidad de aplicar pequeñas reformas en un sentido favorable al parlamentarismo. Por otro lado, lo que vino a denominarse el “bunker”, que incluyó a los sectores más extremistas y violentos, contrarios a cualquier cambio.
Los distintos grupos políticos y sindicales se adaptaron de diferente forma a la dura represión del franquismo y a la evolución de la sociedad española. Los comunistas pasaron a constituir el principal partido de la oposición, con una fuerte estructura clandestina. Mientras que los anarquistas, así como los republicanos, prácticamente desaparecieron y los socialistas quedaron reducidos un partido débil y dividido entre sus dirigentes del exilio y los del interior.
En el terreno sindical destacó el nacimiento, en 1962, de las Comisiones Obreras. Propiciadas por el Partido Comunista, se basaron en el aprovechamiento de las fisuras legales que permitía la legislación franquista y en la militancia encubierta de los comunistas en la organización sindical. Los sindicatos históricos, la UGT y la CNT, apenas tuvieron presencia durante la dictadura.
También se produjo el resurgimiento de las tensiones nacionalistas. En 1959, un grupo de jóvenes crearon Patria Vasca y Libertad (ETA). Esta nueva organización nacionalista radical optó unos años después por instrumentar la lucha armada. La respuesta fue una represión indiscriminada que, de hecho, provocó el aumento del apoyo social a dicha organización. Un momento clave fue la celebración en 1970 del denominado Juicio de Burgos, ante una corte militar. Nueve etarras fueron condenados a muerte, lo que desencadenó protestas internacionales y en el país. La presión internacional llevó a que finalmente las condenas fueron conmutadas.
RUEDA DE PRENSA DE LOS CONDENADOS EN EL PROCESO DE BURGOS.
UN TOTAL DE 16 ETARRAS ACUSADOS, ENTRE OTROS DELITOS, POR EL ASESINATO DEL JEFE DE LA POLICÍA MELITÓN MANZANAS, IBAN A SER CONDENADOS A NUEVE PENAS DE MUERTE Y MÁS DE 500 AÑOS DE PRISIÓN.
Para aliviar al senil Franco de las tareas cotidianas de gobierno, en 1973, Carrero Blanco, un militar partidario de la línea dura, fue nombrado presidente del Gobierno. Carlos Arias Navarro fue designado ministro de Gobernación. A fines de ese año, el nuevo gobierno puso en marcha un juicio, el Proceso 1001, contra dirigentes de Comisiones Obreras, entre ellos su principal líder, el comunista Marcelino Camacho. El 20 de diciembre, la ETA asesinó a Carrero Blanco en las calles de Madrid. La muerte de su principal colaborador fue un duro golpe para un Franco cada vez más próximo a su final.
LOS BOMBEROS TRABAJANDO EN TORNO AL HOYO
PRODUCIDO POR LA EXPLOSIÓN.