FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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V. El tercer mundo

Escenarios políticos y conflictos en Asia

 

 

La experiencia más exitosa entre los nuevos Estados nacionales asiáticos fue la de India, con una notable estabilidad política –cerca de cuarenta años bajo el predominio casi indiscutible del Partido del Congreso– posibilitada en cierta medida por el alto grado de fragmentación de la oposición.

Después de los sangrientos enfrentamientos que siguieron a la división de la ex colonia británica, el Partido del Congreso adoptó un sistema que fortalecía al gobierno y la burocracia estatal del centro, en manos de los hindúes, en un país signado por fuertes divisiones sociales, religiosas y económicas. La admirada democracia laica hindú logró perdurar en condiciones de extendida pobreza y en medio de una impresionante heterogeneidad cultural. Tras el asesinato de Mahatma Gandhi, su sucesor, Jawaharlal Nehru, asumió la conducción del gobierno y el partido.

Durante el largo mandato de Nehru (1948-1964), se forjó un importante consenso entre las elites urbanas y las oligarquías rurales que favoreció el éxito electoral del Partido del Congreso. La política proteccionista garantizó a los grupos urbanos el desarrollo de la industria nacional, apoyado por unos planes quinquenales de clara inspiración socialista que no obstante respetaban la propiedad privada. fuente En cuanto a los grandes propietarios rurales, la incompleta reforma agraria les permitió preservar buena parte de sus privilegios. Esto en el marco de una Constitución moderna de corte liberal, secular e igualitaria que expresaba las aspiraciones de una intelectualidad india muy occidentalizada. Nehru creía que su país y los nuevos Estados surgidos de la descolonización incidirían en el rumbo de las relaciones internacionales, y por eso participó activamente en la construcción del grupo de No Alineados. Poco después de su muerte, su hija Indira Gandhi ocupó su lugar.

En el campo de las relaciones internacionales, Nueva Delhi estableció relaciones estrechas con la Unión Soviética sin romper con el bloque occidental. No obstante, su amistad con Moscú condujo a los Estados Unidos a mostrarse generoso con los militares pakistaníes, a los que les facilitaron el armamento requerido para mantener una relación de fuerzas equilibrada en su disputa con India por Cachemira.

En cierta medida, la celebración de “la democracia más grande del mundo” se basaba en una apreciación limitada de la democracia. Además de proclamar el principio de la soberanía popular, novedoso en la India, la democracia era entendida solo como un régimen representativo basado en procesos electorales que garantizaban la competencia entre partidos, subestimando la fuerte carga de tensiones que afectaban a la India independiente. Los conflictos de mayor envergadura combinaban las demandas por la distribución de la tierra y las quejas de los agraviados por la negación y represión de las identidades culturales diferentes de la hindú. Desde la independencia, las dos principales manifestaciones de los hondos problemas sociales han sido el naxalismo –guerrilla de inspiración maoísta– y las insurgencias étnicas en el noreste del país. Los naxalitas luchan por una distribución más justa de los recursos y han protagonizado numerosas revueltas desde 1967 en las regiones más atrasadas de la India rural. fuente

La región del noreste, donde conviven alrededor de 200 grupos étnicos con lenguas y dialectos propios, fue bastante autónoma hasta la creación del Estado nacional indio. Con la consolidación del poder central después de la independencia, las poblaciones de Nagaland y Manipur recriminaron a Nueva Delhi su tendencia a criminalizar la mera idea de la autodeterminación. Desde la represión de la desobediencia civil de los nagás, en los años cincuenta, la región sufrió una creciente militarización. En la década de los setenta, el antagonismo entre la población local y el gobierno central se vio agravado por la colaboración pakistaní y china con los insurgentes.

El estado de Pakistán quedó integrado por cuatro provincias con marcadas desigualdades en el reparto del poder y el acceso a los bienes sociales y económicos. Los militares y la burocracia nacional de Punjab impusieron su dominación y –sin tener en cuenta que agraviaban a los sindhi, baluchi y pashtunes– alimentaron las reivindicaciones separatistas. Además, el territorio nacional englobó dos zonas diferentes, separadas por dos mil kilómetros: la occidental y, al este, Bangladesh.

Muhammad Ali Jinnah, el líder de la Liga Musulmana, que aspiraba a crear una nación moderna inspirada en el modelo británico, quiso convertir a Pakistán en el Estado de los musulmanes y no en un Estado islámico. fuente

La Sociedad Islámica creada por Mawlana Mawdudi en los años cuarenta promovió un Estado islámico a gran escala en toda India, puesto que desde su perspectiva todos los nacionalismos eran impíos. Su planteo tuvo escasa acogida en el momento de la independencia, pero en los años setenta la Sociedad Islámica desempeñó un papel destacado en la islamización impulsada desde el gobierno central.

El movimiento islámico con mayor arraigo en la población fue el de los deobandis, surgido en la ciudad de Deoband en respuesta a la dominación británica que puso fin al Imperio mogol (musulmán). Su objetivo era formar ulemas capacitados para emitir fatwas (opiniones jurídicas autorizadas), de modo tal que los musulmanes continuaran viviendo en una sociedad no islámica según las normas básicas de su religión sin caer en la impiedad. Cuando se creó Pakistán, los deobandis contaban con una red de escuelas religiosas que les posibilitó presionar al gobierno para obtener recursos y ganar espacios en la administración pública. Los ulemas deobandis sostenían un puritanismo riguroso muy cercano al wahhabismo saudí. Las elites occidentalizadas que controlaban el gobierno tuvieron menos éxito que el líder egipcio Nasser en reducir la influencia de los movimientos religiosos. Sin el islam, la unión de los diversos pueblos que componían Pakistán era muy frágil.

El ejército fue un actor central en la edificación del Estado pakistaní, en parte debido a la debilidad de la burguesía. A diferencia de India, en Pakistán prevalecieron la inestabilidad institucional y los gobiernos militares. La escisión de Bangladesh para crear un nuevo Estado en 1971, apoyado por India, fue para Pakistán un desastre comparable a la derrota árabe en la guerra de los Seis Días con Israel. Los fracasos en ambas guerras, combinados con las tensiones socioculturales y el agotamiento del desarrollo industrial por la vía de la sustitución de importaciones, debilitaron a las elites nacionalistas y seculares del mundo musulmán y ampliaron el margen de acción de los islamistas radicales.

 MAPA INDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

Los países localizados en el sudeste asiático albergan una población islámica, como casi todo el mundo árabe. Además, la mayoría de ellos cuentan con minorías chinas con fuerte poder económico y en casi todos existen comunidades étnicas y/o religiosas minoritarias. En Malasia e Indonesia, las minorías budistas, hindúes y cristianas coexisten con la mayoría musulmana; en Tailandia, Myanmar y Vietnam, los musulmanes y cristianos son minoría frente a los budistas; en Filipinas, la mayoría cristiana convive con minorías musulmanas; en la pequeña isla ciudad-Estado de Singapur, la población malaya originaria constituye una minoría junto a la hindú y la cristiana, mientras la población china es mayoritaria; en Camboya, junto a la mayoría budista existen diferentes grupos étnicos y religiosos. Solo Laos, budista, y Brunei, musulmán, son relativamente homogéneos en el terreno religioso. La enorme diversidad cultural y las profundas desigualdades sociales plantearon serios retos a la construcción de los nuevos Estados nacionales.

A estas líneas divisorias se sumaron los distintos alineamientos ideológicos en el marco de la Guerra Fría. Mientras Myanmar y la antigua Indochina francesa se inclinaron hacia la órbita socialista, Indonesia –después del derrocamiento de Sukarno–, Filipinas, Tailandia, Malasia y Singapur fueron firmes aliados de las potencias capitalistas y en 1967 formaron la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Con el conflicto de Indochina en su fase más aguda, los miembros fundadores buscaron reforzar su capacidad de enfrentar al comunismo. La ASEAN se autodefinió como Zona de Paz, Libertad y Neutralidad en el Sudeste Asiático, pero en realidad favoreció el predominio norteamericano para impedir la expansión del comunismo y recibir ayuda que estimulase el crecimiento económico.

Las dirigencias políticas que asumieron el gobierno después de la independencia promovieron la uniformidad cultural y la centralización política. Esta orientación se dio por igual en el bloque comunista y en el capitalista. Ambos sistemas reprobaban las lealtades grupales (de clan, étnicas, parroquiales) porque obstaculizaban la constitución de lazos cívicos y el despliegue del mercado, en el caso de las metrópolis capitalistas, o bien porque atentaban contra el colectivismo planificado del bloque comunista. La lógica de la Guerra Fría y la existencia de conflictos internos facilitaron la consolidación de regímenes autoritarios. En la esfera comunista: la vía birmana al socialismo, de corte autárquico después del golpe de Estado de 1962; los gobiernos de inspiración soviética en Vietnam y Laos al concluir la guerra con los Estados Unidos, y la sangrienta experiencia de los Jemeres Rojos con respaldo chino en Camboya. Por su parte, las democracias occidentales apoyaron el capitalismo corrupto y de mano dura de Mohammad Suharto en Indonesia, la dictadura de Ferdinando Marcos durante dos décadas en Filipinas, y los regímenes autoritarios en Tailandia, Singapur y Malasia.

Las estrategias de homogeneización, en muchos casos impuestas mediante el exterminio y el desplazamiento masivo de población, estuvieron asociadas con grandes desigualdades en la distribución de los ingresos, el uso de los recursos naturales y las posibilidades de ganar espacios de poder. Los grupos agraviados formaron movimientos de resistencia cuyos reclamos iban desde la defensa de sus lenguas, religiones e historia propias hasta la obtención de una mayor autonomía y las demandas de independencia. En estos conflictos las organizaciones armadas, a diferencia de las de orientación comunista, no lucharon por la toma o la alternancia del poder ni por la reforma de la sociedad o del modelo político, sino por la autodeterminación de los grupos étnicos y religiosos avasallados por el poder central.

A fines de los años sesenta, en Filipinas ganaron terreno dos tipos de oposición armada, que llegan hasta el presente. Por un lado, el New People’s Army (NPA), brazo militar del Partido Comunista, que llegó a controlar una porción significativa del territorio, especialmente en las áreas campesinas. Por el otro, la resistencia de la minoría musulmana asentada en la isla de Mindanao, que ha desembocado en el conflicto más sangriento de este país. En Mindanao, pródiga en recursos minerales y agrícolas, siete de cada diez familias viven por debajo del umbral de pobreza y la renta per cápita es seis veces inferior a la media nacional. A fines de los años sesenta se creó el Frente Moro de Liberación Nacional, para enfrentar la colonización demográfica de la mayoría filipina y cristiana y exigir la autodeterminación del pueblo moro, un conjunto de grupos etnolingüísticos islamizados y organizados políticamente en sultanatos independientes desde el siglo XV. En la década del setenta, las disputas internas multiplicaron los grupos armados en la resistencia musulmana.

En el sur de Tailandia, los malayos mayoritariamente musulmanes reivindicaron su autonomía frente a la mayoría del país, étnicamente tai y de confesión budista. En Myanmar, desde el inicio de la dictadura militar en 1962, las demandas de autodeterminación de las minorías étnicas se combinaron con las peticiones de democratización esgrimidas por la oposición política, severamente reprimida. En Sri Lanka, las diferencias entre la mayoría cingalesa y los tamiles, pobladores del sur de India atraídos por la política colonial de Gran Bretaña, se intensificaron después de la independencia, cuando el cingalés fue instituido como lengua oficial clausurando de ese modo muchas puertas a la minoría tamil. Luego de sucesivos enfrentamientos, los Tigres de Liberación del Eelam Tamil encabezaron el movimiento rebelde a partir de 1976.

En Indonesia tuvo lugar un sangriento golpe de Estado para derrocar al presidente Sukarno y aniquilar al poderoso Partido Comunista. La crisis explotó la mañana del 1° de octubre de 1965, cuando un pequeño grupo de oficiales, principalmente de graduación intermedia, secuestró y mató a seis altos generales acusándolos de planear el derrocamiento del presidente Sukarno. La mayor parte de ese grupo de oficiales de graduación media mantenían desde hacía tiempo relaciones personales con Haji Suharto, alto jefe militar al mando de una unidad de elite; se supone que le habían informado de sus planes. El anticomunista general Suharto utilizó el “golpe” para terminar con la vida de sus promotores y desencadenar una masacre que acabó con cientos de miles de vidas, quizá un millón: comunistas, minoría china e izquierdistas diversos. En todos los casos, el ejército reclutó la temidísima y asesina ayuda de las “organizaciones de base” de los múltiples enemigos del Partido Comunista. La estrategia de implicar a grandes cantidades de civiles en las masacres perseguía dos objetivos. En primer lugar, permitía al ejército anunciar, y a un buen número de periodistas extranjeros creer, que los ciudadanos habían “enloquecido” a gran escala. En segundo lugar, garantizaba que nunca hubiera una investigación de las matanzas porque las manos de los civiles también estaban ensangrentadas. A finales de ese año, el Partido Comunista estaba completamente destruido. En marzo de 1966, tres generales exigieron a Sukarno que firmase un documento que transfería todo el Poder Ejecutivo a Suharto, quien mantuvo al expresidente bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 1970. Suharto consiguió gobernar su país sin mucha oposición seria durante más de tres décadas.

 

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TAPA DE TIME DEL 15 DE JULIO 1966

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NACIDO EN JUNIO DE 1921 SE ALISTÓ EN EL EJÉRCITO COLONIAL HOLANDÉS (KNIL) A LOS 19 AÑOS; ERA APROXIMADAMENTE LA ÉPOCA EN LA QUE LA WEHRMACHT INVADÍA HOLANDA. EL KNIL, COMO SUS HERMANOS DE OTRAS COLONIAS EUROPEAS, ESTABA PREPARADO PARA REPRIMIR LA REBELIÓN INTERNA, NO PARA COMBATIR CONTRA ENEMIGOS EXTERNOS, Y TENÍA UNA ORGANIZACIÓN RACISTA: OFICIALES PRINCIPALMENTE HOLANDESES Y EUROASIÁTICOS, Y SUBOFICIALES Y SOLDADOS RASOS NATIVOS Y CON UNA EDUCACIÓN MUY LIMITADA. EL PROPIO SUHARTO NO HABÍA TERMINADO LA SECUNDARIA, QUE INICIÓ EN UN COLEGIO MUSULMÁN PRIVADO. EN MENOS DE DOS AÑOS HABÍA ASCENDIDO AL RANGO DE SARGENTO. EN ESE MOMENTO, LOS EJÉRCITOS DE HIROHITO INVADIERON LAS INDIAS HOLANDESAS Y EL KNIL SE RINDIÓ PRÁCTICAMENTE SIN LUCHAR. EN OCTUBRE DE 1943, EL EJÉRCITO JAPONÉS EN JAVA, TEMIENDO UN ASALTO ALIADO, FORMÓ UNA PEQUEÑA FUERZA MILITAR AUXILIAR LLAMADA LOS PETA PARA APOYAR LA PLANEADA RESISTENCIA DE GUERRILLAS. SUHARTO SE ALISTÓ DE INMEDIATO EN DICHA FUERZA, Y EN 1945 HABÍA ALCANZADO EL SEGUNDO RANGO DISPONIBLE MÁS ELEVADO: COMANDANTE DE COMPAÑÍA.

TRAS LA RENDICIÓN JAPONESA A MACARTHUR Y LA APRESURADA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA INDONESIA POR LOS EXPERIMENTADOS POLÍTICOS NACIONALISTAS SUKARNO Y HATTA, SE ESTABLECIÓ UN EJÉRCITO NACIONAL. ESTABA COMPUESTO POR EX MIEMBROS DEL KNIL, DE LOS PETA Y DE DIVERSOS GRUPOS JUVENILES ARMADOS POR LOS JAPONESES, PERO CON LOS OFICIALES DE LOS PETA EN POSICIÓN DOMINANTE.

 

 La delimitación de las fronteras del país pretendida por el gobierno central con asiento en Yakarta significaba el sometimiento de las poblaciones que habitaban los territorios sobre los que recayó la política expansionista. Frente a esta surgieron movimientos de resistencia. Los principales conflictos se desataron en el sultanato de Aceh, al norte de Sumatra, en Papúa Occidental (Irian Jaya), en Kalimantan y en Timor Oriental. Las migraciones promovidas por el gobierno central alteraron la fisonomía de estas regiones, especialmente en Papúa y Kalimantan. En ambas, las políticas de colonización del poder central provocaron violentos enfrentamientos entre la población originaria y los nuevos pobladores. En Kalimantan, junto con el apoyo al asentamiento de javaneses, Suharto modificó las leyes para permitir las actividades de compañías madereras vinculadas a sus intereses personales. Esta explotación no tuvo en cuenta los derechos del pueblo dayak y produjo un grave deterioro ambiental en Borneo. Ante la violenta reacción de los dayaks, que incluyó prácticas de canibalismo, la mayoría de los inmigrantes abandonaron la región.

En el marco del rechazo a la explotación, entretejida con agravios sociales y culturales, en la mayoría de los países de la región los conflictos verticales –enfrentamientos entre los grupos armados de la oposición y los cuerpos de seguridad del Estado– se entrecruzaron con los horizontales: las complejas luchas entre diferentes comunidades localizadas en un mismo territorio, en las que se combinaron factores religiosos, étnicos, económicos y políticos.

En el caso de Indochina, la guerra contra Francia por la liberación nacional se entrelazó con la existencia de un fuerte liderazgo comunista en esta empresa y desembocó en la sangrienta guerra de gran parte del pueblo vietnamita, junto con sectores de Laos y Camboya, contra Estados Unidos. En su afán por derrotar a la resistencia de los comunistas de Vietnam, tanto a los del norte que ya controlaban Hanoi, como a los del sur donde los guerrileros luchaban contra la potencia hegemónica y contra el gobierno de Saigón, Whashington extendió la guerra hacia Laos y hacia Camboya que había pretendido mantenerse neutral. Tras la derrota estadounidense, los conflictos armados se prolongaron en el tiempo, pero ahora entre los comunistas. La rivalidad entre China y Moscú por colocar a Vietnam bajo su esfera de influencia formó parte de las fricciones entre estos Estados comunistas, que desembocaron en una división del comunismo de alcance mundial.

Estados Unidos bombardeó el norte de Camboya y en 1970, el monarca asediado por las fuerzas estadounidenses que pusieron al frente del gobierno a un general aliado, se exiló en China donde se unió al grupo comunista de los jemeres rojos liderado por Pol Pot.

En abril de 1975 mientras el Frente de Liberación Nacional vietnamita tomaba Saigón, la capital de Camboya quedaba en manos de los jemeres rojos quienes impusieron un régimen de terror hasta 1979. A lo largo de ese período obligaron a la población urbana a trasladarse al campo y torturaron y mataron a todos los que suponían como posibles adversarios. Los vietnamitas expulsaron a los jemeres rojos e impusieron su control sobre Camboya durante diez años (1979-1989), China, sin lograrlo, intentó frenar este avance.

 

 

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