FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El caso Osip Mandelstam


OSIP MANDELSTAM (1891-1938), DETENIDO

EN SU TRABAJO SOBRE LAS LETRAS Y EL ARTE, ISAIAH BERLIN ESCRIBIÓ QUE A LOS ESCRITORES SE LES CONSIDERABA “[…] PERSONAS A LAS QUE HAY QUE VIGILAR MUY DE CERCA, PUESTO QUE MANEJAN EL PELIGROSO BIEN DE LAS IDEAS Y, POR LO TANTO, HAY QUE VELAR PORQUE NO ESTABLEZCAN CONTACTO PRIVADO E INDIVIDUAL CON EXTRANJEROS CON MUCHA MÁS CAUTELA DE LO QUE OCURRE EN EL CASO DE OTROS INTELECTUALES, COMO ACTORES, BAILARINES Y MÚSICOS, A QUIENES SE TIENE POR SERES MENOS SUSCEPTIBLES AL PODER DE LAS IDEAS Y, EN ESE SENTIDO, MÁS AISLADOS DE LAS INFLUENCIAS PERTURBADORAS DEL EXTRANJERO”. 


Osip Mandelstam formaba parte originariamente del grupo acmeísta, surgido en los años prerrevolucionarios como reacción contra el simbolismo de fines del siglo XIX y principios del XX. Estaba encabezado por Alexander Blok y Andrei Biely, e inspirado por Arthur Rimbaud, Paul Verlaine y Stéphane Mallarmé. Limitándose mutuamente con el futurismo, el acmeísmo constituyó una vanguardia estética no revolucionaria y más amable, que apreciaba la claridad y la precisión ante todo como valores estéticos. Los poetas más importantes del acmeísmo fueron Anna Akhmátova, su marido Nikolái Gumiliov, Osip Mandelstam y lateralmente, porque también tuvo gran influencia de los futuristas y de los simbolistas (aunque todos las tuvieron) Boris Pasternak. De todos modos, la mayor influencia para Maldestam fue León Tolstoi, amigo de su padre. Con la llegada de la Revolución, el futurismo se instaló como el movimiento poético más próximo al nuevo gobierno, con Maiakovski a la cabeza, incluso como escritor de propaganda, en tanto los acmeístas permanecerían en la periferia de la actividad política.

El grupo sufrió un gran golpe en 1921 con la muerte de Blok, que era considerado el mayor poeta de su tiempo, el fusilamiento de Gumiliov, marido de Akhmátova, y la certidumbre colectiva de que no había lugar para su estética en el clima que se vivía durante comunismo de guerra. Mandelstam nunca se integró a la Revolución ni formó parte de “los compañeros de ruta”, los escritores que, sin ser militantes comunistas, la apoyaron o se sumaron a ella después del triunfo. A fines de la década de los veinte publicó El sello egipcio, novela corta o cuento largo escrito entre 1927 y 1928, sobre el final del período de la NEP (Nueva Política Económica). Se trata de un relato modernista que narra la agitación en las calles de Petersburgo durante la revolución de febrero de 1917, que provocó la caída del zarismo. Su protagonista, Parnok, es un hombrecito insignificante –a la manera, tal vez, de los personajes de Dostoievski– atemorizado por las multitudes que han ganado las calles. El relato avanza a saltos a través de una colección de escenas y asociaciones en las que nos enteramos de que Parnok, que es aficionado a la música, quiere ir al teatro y no puede hacerlo porque su levita es entregada al capitán Krzhinzhanovsky por el sastre. Esta pequeña anécdota urbana es la excusa para que Mandelstam ponga en juego, en medio del torbellino social, tres mundos: el de la herencia europea y su correlato en la cultura imperial petersburguesa, el de las masas movilizadas y el ideal de la herencia clásica, que considera propia y no halla lugar en esa escena. Petersburgo se convierte en la Roma de Nerón y el símil pone en paralelo a la agitación revolucionaria con la degeneración del mundo antiguo.

A comienzos de la década siguiente, Mandelstam se atrevió a leer en público su famoso epigrama contra Stalin:


Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,

nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.

La más breve de las pláticas

gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.

Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,

y sus palabras como pesados martillos, certeras.

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

y relumbran las cañas de sus botas.

 

Entre una chusma de caciques de cuello extrafino

él juega con los favores de estas cuasipersonas.

Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;

solo él campea tonante y los tutea.

Como herraduras forja un decreto tras otro:

a uno al bajo vientre, al otro en la frente, al tercero en la ceja, al cuarto en el ojo.

Toda ejecución es para él un festejo

que alegra su amplio pecho de oseta.

 

Versión de José Manuel Prieto.

Mandelstam fue desterrado a la ciudad de Voronehz, en los Urales, en 1934, donde intentó suicidarse. Fue liberado para ser arrestado nuevamente en 1938, durante la Gran Purga. Murió en un campo de trabajo forzado cerca de Vladivostok, en el extremo oriental de la URSS, ese mismo año. Durante el período en que estuvo libre entre ambas detenciones hizo que su mujer, Nadezhda, también poeta, memorizara casi toda su obra, que de esta manera logró preservarse.


NADESZHDA MANDELSTAM (1899-1980)





NADESZHDA MANDELSTAM (1899-1980)







DESPUÉS DE LA MUERTE DE SU MARIDO, NADESZHDA SE HIZO CASI INVISIBLE DURANTE TREINTA AÑOS, RESIDIENDO EN PEQUEÑAS CIUDADES, Y LOGRÓ SOBREVIVIR. CUANDO REGRESÓ A MOSCÚ, A LOS 67 AÑOS, SE SENTÓ A ESCRIBIR SUS MEMORIAS, CONTRA TODA ESPERANZA, UN RELEVAMIENTO DE LO QUE HABÍA OCURRIDO EN RUSIA EN TODOS ESOS AÑOS.



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