FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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I. La Revolución Rusa

Los intelectuales y la tradición revolucionaria

 

En la primera mitad de la década de 1870 miles de estudiantes decidieron ir al pueblo. El movimiento no tenía una conducción, ni un programa definido, se trataba de cumplir con un deber: ayudar a los oprimidos. Según el relato de uno de sus participantes: "Hay que preparar lo indispensable y, ante todo, un trabajo físico. Todos ponen manos a la obra. Unos se distribuyen por talleres y fábricas, donde, con ayuda de obreros ya preparados, se hacen aceptar y se ponen al trabajo. El ejemplo impresiona a sus compañeros y se difunde. (…) Otros, si no me equivoco fueron la mayoría, se lanzaron a aprender un oficio, de zapatero, carpintero, ebanista, etc. Son los oficios que se aprenden más pronto".

La ida al pueblo fue la materialización de ideas y sentimientos que habían fermentado entre los populistas. Este sector de la elite educada rusa, la intelligentsia (sus miembros se consideraban unidos por algo más que por su interés en las ideas, compartían el afán por difundir una nueva actitud ante la vida) enjuició severamente la autocracia zarista y reconoció en las bondades del pueblo oprimido la clave para salir del atraso y regenerar las condiciones de vida. Este grupo no tiene equivalente exacto en las sociedades occidentales, aunque era una consecuencia del impacto de Occidente en Rusia. La intelligentsia era producto del contacto cultural entre dos civilizaciones dispares, un contacto favorecido especialmente desde los tiempos de Pedro el Grande. Este Romanov, que gobernó de 1628 a 1725, admiró la cultura y los adelantos de Europa y encaró numerosas reformas en su imperio con el fin de acercarlo a los cánones occidentales. De la conciencia de la distancia entre ambas culturas se alimentó el afán de la intelligentsia por llevar a cabo la misión que regenerase la vida rusa atrapada entre el despotismo del gobierno y la ignorancia y la miseria de las masas.

Los populistas no formaron un partido político ni elaboraron un conjunto coherente de doctrina, dieron vida a un movimiento radical cuyos planteos iniciales se encuentran en los círculos que se reunieron alrededor de Alejandro Herzen y Visarión Belinsky en los años cuarenta del siglo XIX. fuenteEl populismo adquirió consistencia al calor de los disturbios sociales e intelectuales que siguieron a la muerte del zar Nicolás I (1825-1855) y a la derrota en la guerra de Crimea. Se expandió y ganó influencia a través del movimiento Zemlia i Volia (tierra y libertad) durante las décadas de 1860 y 1870, y alcanzó su culminación con el asesinato del zar Alejandro II, después de lo cual declinó. Su compromiso con el pueblo se nutría en gran medida del sentimiento de culpa. En sus memorias, el anarquista ruso Pedro Kropotkin se pregunta: "¿Pero qué derecho tenía yo a estos altos goces cuando a mi alrededor solo había miseria y lucha por un rancio trozo de pan; cuando todo lo que gastase para poder vivir en ese mundo de elevadas emociones necesariamente debía quitarlo de la misma boca de quienes cultivaron el trigo y no tienen pan suficiente para sus hijos?".

Los populistas estaban emparentados con los socialistas franceses en la crítica al capitalismo que generaba la explotación, enajenaba a los individuos y degradaba la vida humana. Sus principales metas eran la justicia y la igualdad social, y para llegar ellas era preciso liberar a la aldea campesina de la opresión y la explotación a que la sometían la nobleza y el Estado. El germen de la futura sociedad socialista ya existía en la comuna rural. El mir era la asociación libre de campesinos que acordaban el uso de la tierra y compartían sus esfuerzos. Esta forma de cooperación, según los populistas, ofrecía a Rusia la posibilidad de un sistema democrático que tenía sus raíces en los valores tradicionales del campesinado. Desde esta perspectiva, su afán por superar el atraso ruso no los condujo a proponer el camino de la industrialización; por el contrario, el alto grado de opresión y embrutecimiento que reconocían en Occidente los llevó a descartar la vía del capitalismo como antesala del socialismo. Desde su concepción, el progreso social o económico no estaba inexorablemente ligado a la revolución industrial.

También descartaron las metas del liberalismo occidental: el gobierno constitucional y las libertades políticas. Para los radicales rusos eran promesas vacuas destinadas a ocultar la supremacía política de los explotadores del pueblo. La desconfianza hacia los partidos políticos alimentó la atracción hacia el anarquismo, ya sea en su versión espontaneísta: el levantamiento de los oprimidos, o vanguardista: la insurrección concretada por la elite revolucionaria. En Rusia, el nuevo orden social y político se basaría en la federación de las pequeñas unidades autogobernadas de productores, como habían propugnado Charles Fourier y Pierre Proudhon. No eran deterministas históricos, y consideraban que para salir de la noche oscura en que estaba sumida Rusia era posible evadir el precio que había pagado Occidente. La apropiación inteligente de la ciencia y la tecnología las colocaría al servicio de un orden social fundado en principios éticos, en lugar de subordinarlo a los imperativos económicos y tecnológicos. Estas ideas compartidas coexistían con diferencias profundas. La más importante remite al interrogante respecto de quiénes y a través de qué vías pondrían en marcha el proceso de cambio. En relación con esta pregunta oscilaron entre el reconocimiento del papel de una vanguardia intelectual puesta al servicio de las masas, por un lado, y la honda desconfianza respecto de que esta acabara siendo otro grupo opresor, por otro.

La ida hacia el pueblo no desembocó en el levantamiento de las aldeas, los campesinos "habían escuchado con sorpresa, estupor y a veces con desconfianza a aquellos extraños peregrinos"; el gobierno los reprimió duramente. En el congreso de 1879, los "narodniki" se dividieron. El grupo Voluntad del Pueblo abandonó la idea de la revolución basada en la acción política del campesinado para asumir el terrorismo, y Reparto Negro se opuso este viraje.

En 1881 Voluntad del Pueblo, después de varios intentos frustrados (la voladura del tren en que viajaba el zar a fines de 1879, la colocación de explosivos en el comedor del Palacio de Invierno en febrero de 1880) puso fin a la vida de Alejandro II y dio cauce a una política represiva mucho más brutal. Seis años después, un grupo de jóvenes fracasó en el atentado contra su sucesor. Los terroristas fueron apresados y entre los condenados a muerte figuraba Alexander Uliánov, el hermano mayor de Lenin. Las principales figuras de Reparto Negro, Georgi Plejánov, Vera Zasulich y Piotr Axelrod, se exiliaron, revisaron sus ideas y a principios de la década de 1880 fundaron el grupo Emancipación del Trabajo, de orientación marxista. A partir de su adhesión a las ideas de Marx, Plejanov refutó el socialismo esgrimido por populistas como Herzen, el anarquismo de Bakunin y el vanguardismo de los grupos que proponían tomar el poder antes de que existiera una burguesía consolidada, como el caso de Piotr Tkachov, con quien también discutió Engels. fuente

Plejanov

 

 

 

 

 

GEORGI PLEJÁNOV (1856-1918)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DESPUÉS DE LA DIVISIÓN DE LOS SOCIALDEMÓCRATAS RUSOS EN 1903, PLEJÁNOV SE UNIÓ INICIALMENTE CON LA FRACCIÓN DE LOS BOLCHEVIQUES, PERO AL POCO TIEMPO SE PASÓ AL GRUPO DE LOS MENCHEVIQUES. DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL APOYÓ LA PARTICIPACIÓN EN EL CONFLICTO. EN 1917, DESDE LAS PÁGINAS DE YEDINSTVO, APOYÓ LA REVOLUCIÓN DE FEBRERO, PERO SE OPUSO A LA ACCIÓN DE LOS BOLCHEVIQUES EN OCTUBRE.

Los revolucionarios rusos, antes de su conversión al marxismo, habían seguido con atención la obra de Marx. Cuando en 1868 un editor de San Petersburgo anuncia a Marx que la traducción rusa de El capital ya estaba en imprenta, este se muestra escéptico: "no hay que hacer mucho caso de este hecho: la aristocracia rusa pasa su juventud estudiando en las universidades alemanas o en París, busca con verdadera pasión todo lo que Occidente le ofrece de extremista (…) esto no impide que los rusos, al entrar al servicio del Estado, se conviertan en unos canallas". No obstante, se abocó cada vez más al examen del desarrollo económico en Rusia, al punto de que este estudio, retrasó la redacción de El capital.

En 1881, Vera Zasulich le escribe a Marx una carta impulsada por la inquietud sobre el futuro del socialismo en su país: ¿era posible que se gestara sobre la base de la comuna rural o habría que esperar el acabado desarrollo del capitalismo? ¿Existía una necesidad histórica que obligaba a todos los países del mundo a atravesar todas las fases de la producción capitalista antes de llegar al socialismo? Antes de contestar, Marx escribió tres borradores; en la respuesta definitiva afirma que el surgimiento del capitalismo no es inevitable fuera de Europa occidental, pero la cuestión sobre el advenimiento del socialismo queda flotando.  

El contenido de la carta que Engels escribió a Zasulich, siete años después, es más contundente: la estructura social es la que modela la historia, sean cuales fueren las intenciones de los hombres. Cuando las estructuras son precarias, "la gente que encienda la mecha será barrida por la explosión (…) Quienes se jactan de haber hecho una revolución, siempre han comprobado al día siguiente que no tenían idea de lo que estaban haciendo, que la revolución que ellos hicieron no se asemeja en nada a la que hubieran querido hacer".

Vera

 

 

 

 

 

VERA ZASULICH (1849-1919)

 

 

 

 

 

 

 

 

INICIÓ SU MILITANCIA POLÍTICA EN  EL MOVIMIENTO POPULISTA. EN 1878 ATENTÓ CONTRA LA VIDA DEL GENERAL TRÉPOV, JEFE DE POLICÍA DE SAN PETERSBURGO, PARA PROTESTAR CONTRA EL JUICIO A QUE FUERON SOMETIDOS SUS COMPAÑEROS DE MILITANCIA, GRAN PARTE DE LOS DETENIDOS HABÍAN MUERTO EN LA PRISIÓN. ZASULICH FUE ABSUELTA EN EL JUICIO. 

LUEGO FUE MIEMBRO CON LENIN Y PLEJANOV DEL CONSEJO DE REDACCIÓN DE ISKRA. A PARTIR DE LA ESCISIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA RUSA, SE ACERCÓ A LOS MENCHEVIQUES.

 

La formación de grupos marxistas en Rusia en la década de 1890 fue alentada por intelectuales que seguían anhelando el cambio pero rechazaban la vía terrorista y la creciente gravitación de la clase obrera al calor de la rápida industrialización de esos años. Los marxistas, a diferencia de los populistas, no rechazaron la modernización asociada al crecimiento de la industria: solo este proceso, ya en marcha, ofrecería la base sólida para dar curso a la revolución socialista. Polemizaron con los populistas sobre el carácter socialista de la aldea rural: el avance de las relaciones capitalistas en el ámbito agrario había desintegrado la comunidad y en su interior se afirmaban las marcadas desigualdades entre el campesinado pobre y los kulaks. Los campesinos acomodados defendían la propiedad privada y resistirían todo proyecto socialista.

En la última década del siglo, los marxistas se acercaron a los obreros para hacerles conocer sus ideas a través de la formación de grupos de estudio. En el congreso clandestino reunido en Minsk en 1898 se aprobó la creación del partido Socialdemócrata Ruso de los Trabajadores, que se comprometió a organizar la lucha sindical y política de la clase obrera. El alto número de huelgas del período 1890-1914 y su destacada impronta política pusieron en evidencia el carácter revolucionario del proletariado ruso. No cabe atribuir este rasgo a la actividad del pequeño partido, sino más bien a las condiciones y las experiencias a través de las que dicha clase afirmó su identidad: la temprana percepción de sus propias fuerzas en un contexto que excluía la posibilidad de la negociación y dejaba solo abierta la vía de la confrontación.

Del segundo congreso del partido, de 1903, el mismo salió dividido en dos tendencias: los mencheviques (minoría), encabezados por Julij Martov, y los bolcheviques (mayoría) dirigidos por Lenin. Esto se correspondió con el resultado de la votación sobre una cuestión menor: la composición del comité editorial del periódico del partido.

El debate de mayor peso se dio alrededor de los estatutos del partido. La diferencia entre los textos presentados por Lenin y Martov era en principio mínima, pero la definición del afiliado remitía al tipo de fuerza política que se pretendía crear. La propuesta de Martov: un amplio partido abierto a la inclusión de los simpatizantes, la de Lenin: un pequeño partido de revolucionarios profesionales, organizados y disciplinados. En relación con este tema, Trotsky se pronunció a favor de Martov.

Este primer choque, fue solo la punta del iceberg. Una y otra tendencia sostenían posiciones encontradas, que se fueron precisando a partir de la crisis revolucionaria de 1905, sobre las posibilidades de la revolución rusa y el proceso de construcción del socialismo. Los mencheviques adherían a los postulados más ortodoxos del marxismo y eran más pesimistas: el socialismo no tendría cabida hasta que la revolución democrática burguesa concretara los cambios económicos, sociales y políticos necesarios para su arraigo. Desde este diagnóstico se mostraron dispuestos a colaborar con la burguesía liberal en la lucha contra el antiguo régimen. En los bolcheviques prevaleció el voluntarismo político: la crisis del zarismo y las tensiones desatadas por la guerra ofrecían la oportunidad de llevar a cabo la revolución. La concepción de Trotsky tenía mayor afinidad con esta visión, razón por la cual acabó apartándose de los mencheviques para unirse al grupo de Lenin.

 

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