FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 Fuentes La primera guerra mundial y la revolución rusa El debate sobre la revolución en Rusia

El debate sobre la revolución en Rusia

I. La Revolución Rusa

 

El artículo "La cuestión social en Rusia" fue publicado por Federico Engels en el periódico socialista alemán Volksstaat, en 1875, para combatir los argumentos del populista Tkachov a favor de una revolución antes del fortalecimiento de la burguesía rusa.  

"El señor Tkachov comunica de pasada a los obreros alemanes que yo no tengo la 'menor noticia' de lo que ocurre en Rusia y que, por el contrario no hago más que poner de manifiesto mi 'ignorancia' sobre el particular. Por ello se siente obligado a explicarles el verdadero estado de las cosas y, en particular, las causas en virtud de las cuales la revolución social puede ser hecha en Rusia, precisamente ahora, sin dificultad y como jugando, mucho más fácilmente que en la Europa occidental.

(Según Tkachov ) Es cierto que no tenemos proletariado urbano, pero, en compensación, tampoco tenemos burguesía [...]. Nuestros obreros tendrán únicamente que luchar contra el poder político: aquí el poder del capital está todavía en embrión. Y usted, estimado señor, sabe que la lucha contra el primero es mucho más fácil que contra el segundo.

La revolución a que aspira el socialismo moderno consiste, brevemente hablando, en la victoria del proletariado sobre la burguesía y en una nueva organización de la sociedad mediante la liquidación de las diferencias de clase. Para ello se precisa, además de la existencia del proletariado, que ha de llevar a cabo esta revolución, la existencia de la burguesía, en cuyas manos las fuerzas productivas de la sociedad alcanzan ese desarrollo que hace posible la liquidación definitiva de las diferencias de clase. (...) Solo al llegar a cierto grado de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, muy alto hasta para nuestras condiciones presentes, se hace posible elevar la producción hasta un nivel en que la liquidación de las diferencias de clase represente un verdadero progreso, tenga consistencia y no traiga consigo el estancamiento o, incluso, la decadencia en el modo de producción de la sociedad. Pero solo en manos de la burguesía han alcanzado las fuerzas productivas ese grado de desarrollo. Por consiguiente, la burguesía es, también en este aspecto, una condición previa, y tan necesaria como el proletariado mismo, de la revolución socialista. Por tanto, quien sea capaz de afirmar que es más fácil hacer la revolución en un país donde, aunque no hay proletariado, no hay tampoco burguesía, demuestra exclusivamente que debe aún estudiar el abecé del socialismo. (...)

Es evidente que a partir de la abolición de la servidumbre la situación de los campesinos rusos se ha hecho insoportable y que no puede continuar así mucho tiempo; que, por esta sola causa, en Rusia se avecina una revolución. Pero queda en pie la interrogante: ¿Cuál puede ser, cuál será el resultado de esta revolución? El señor Tkachov dice que será una revolución social. Esto es tautología pura. Toda verdadera revolución es social, porque lleva al poder a una nueva clase y permite a esta transformar la sociedad a su imagen y semejanza. Pero el señor Tkachov quiere decir que la revolución será socialista, que implantará en Rusia, antes de que nosotros lo logremos en Occidente, la forma de sociedad hacia la que tiende el socialismo de la Europa occidental, y ello ¡en una sociedad en la que el proletariado y la burguesía solo aparecen, por el momento, esporádicamente y se encuentran en un bajo nivel de desarrollo! ¡Y se nos dice que esto es posible porque los rusos constituyen, por decirlo así, el pueblo escogido del socialismo al poseer arteles y la propiedad comunal de la tierra! (...)

La propiedad comunal de los campesinos rusos fue descubierta en 1845 por el consejero de Estado prusiano Haxthausen, que la proclamó a los cuatro vientos como algo verdaderamente maravilloso (...). Herzen, terrateniente ruso, se enteró por Haxthausen de que sus campesinos poseían la tierra en común y se aprovechó de ello para presentar a los campesinos rusos como a los auténticos portadores del socialismo, como a comunistas natos, en contraste con los obreros del senil y podrido Occidente europeo, obligados a estrujarse los sesos para asimilar artificialmente el socialismo. Estas ideas pasaron de Herzen a Bakunin y de Bakunin al señor Tkachov. Escuchemos a este último:

Nuestro pueblo [ … ] en su inmensa mayoría [. . . ] está penetrado de los principios de la posesión en común; nuestro pueblo, si puede uno expresarse así, es comunista por instinto, por tradición. (...) De aquí se desprende con toda claridad que nuestro pueblo, pese a su ignorancia, está más cerca del socialismo que los pueblos de la Europa occidental, aunque estos sean más cultos.

En realidad, la propiedad común de la tierra es una institución que podemos observar entre todos los pueblos indoeuropeos en las fases inferiores de su desarrollo, desde la India hasta Irlanda, e incluso entre los malayos, que se desarrollan bajo la influencia de la India, por ejemplo, en la isla de Java. (...)

En la Gran Rusia (es decir, en Rusia, propiamente) se ha conservado hasta ahora, lo que demuestra que la producción agrícola y las relaciones sociales en el agro ruso se encuentran, realmente, muy poco desarrolladas. El campesino ruso vive y actúa exclusivamente en su comunidad; el resto del mundo solo existe para él en la medida en que se mezcla en los asuntos de la comunidad (...). Este aislamiento absoluto entre las distintas comunidades, que ha creado en el país intereses, cierto es, iguales, pero en ningún modo comunes, constituye la base natural del despotismo oriental; desde la India hasta Rusia, en todas partes en donde ha predominado, esta forma social ha producido siempre el despotismo oriental, siempre ha encontrado en él su complemento. (...)

El señor Tkachov resuelve el problema de la revolución política con la misma facilidad que el de la económica. El pueblo ruso, dice Tkachov, “protesta incesantemente” contra su esclavización “organizando sectas religiosas... negándose a pagar los impuestos... formando cuadrillas de bandidos ... provocando incendios... amotinándose... y por ello puede afirmarse que es revolucionario por instinto”. Todo esto convence al señor Tkachov de que “basta con despertar en varios lugares y simultáneamente el descontento y la furia acumulados... que siempre han latido en el corazón de nuestro pueblo”. Entonces, “la unión de las fuerzas revolucionarias se producirá por sí misma, y la lucha (...) deberá terminar favorablemente para el pueblo. La necesidad práctica, el instinto de conservación” crearán ya de por sí “lazos estrechos e indisolubles entre las comunidades que protesten”.

Imposible imaginarse una revolución más fácil y agradable. Basta con amotinarse simultáneamente en tres o cuatro sitios para que el “revolucionario por instinto”, la “necesidad práctica”, el “instinto de conservación” hagan, “por sí mismos”, todo lo demás. No se puede comprender por qué, siendo todo tan increíblemente fácil, la revolución no ha estallado hace ya tiempo, el pueblo no ha sido liberado y el país convertido en un Estado socialista ejemplar. (...)"

Karl Marx y Federico Engels (1980), Escritos sobre Rusia. II. El porvenir de la comuna rural rusa, México, Cuadernos de Pasado y Presente Nº 90.

engels

 

 

 

 

 

 

 

FEDERICO ENGELS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido Relacionado
Acciones de Documento