FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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VI. El mundo colonial y dependiente

El África negra

 

 

En África al sur del Sahara, la construcción de un “nosotros” como conciencia compartida capaz de esgrimir una alternativa a la dominación colonial fue más frágil y tardía, en parte debido a la gran heterogeneidad de este espacio. Según el periodista y ensayista Ryszard Kapuscinski,“Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Solo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos África. En realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe”. En gran medida también, porque la llegada y posterior instalación de los europeos fue mucho más depredatoria que la dominación impuesta a los viejos imperios asiáticos. Para los europeos, los africanos no solo estaban retrasados con respecto a ellos: básicamente eran de naturaleza diferente, eran una raza inferior. Los europeos descartaron el valor del complejo y duradero orden social elaborado por los pueblos de África.

La experiencia del África sud-sahariana presenta dos diferencias importantes con la de los países asiáticos: por un lado, la colonización no se impuso sobre unos Estados vencidos por las metrópolis sino sobre diversos sistemas con una significativa consistencia de las redes tribales. Por otro lado, en la configuración del nacionalismo africano jugaron un papel destacado los movimientos de los negros descendientes de los africanos transportados como esclavos a América del Norte y el Caribe. En este medio, desde mediados del siglo XIX habían surgido grupos que propiciaban el reconocimiento de sus raíces africanas. El jamaiquino Marcus Garvey propagó la idea de “África para los africanos”, mientras que William Du Bois organizó el primer Congreso Panafricano en París, para influir sobre los estadistas que en Versalles sentaban las bases del nuevo orden de posguerra. A ese primer encuentro le siguieron otros y a ellos asistieron parte de los jóvenes africanos que para acceder a la educación universitaria se desplazaron a Europa o a América. En ese marco se formaron algunos de los líderes de la independencia africana, Kwame Kkrumah (Ghana) y Jomo Kenyatta (Kenia).

En las capitales europeas, principalmente Londres y París, surgieron asociaciones de estudiantes y organizaciones políticas. Los intelectuales africanos formados en las universidades europeas se comprometen con la construcción de una conciencia africana. La reivindicación cultural fue decisiva en la formación del nacionalismo. En ese sentido jugó un papel fundamental el poeta antillano Aimé Césaire, creador del concepto de “negritud” a través del cual rechaza el proyecto francés de asimilación cultural y propone resignificar los contenidos y valores de la cultura africana desprestigiada por el racismo colonialista.

 

 

AIMÉ CÉSAIRE (1913-2008) AIMÉ CÉSAIRE (1913-2008)

 

Este proceso fue simultáneo al descubrimiento por parte de los intelectuales occidentales de la cultura africana, su música, su escultura, su pintura.

En África, las influencias coloniales repercutieron de modo muy desigual. Fue muy lenta en el interior, el ingreso de los blancos apareció asociado a la imposición de pesadas cargas económicas y la brutal explotación de la fuerza de trabajo. En la costa, los contactos comerciales eran mucho más antiguos y el avance blanco fue en cierta medida menos traumático.

AFICHE PARA LA EXPOSICIÓN LA CROISIÈRE NOIRE

 

 

 

 

 

 AFICHE PARA LA EXPOSICIÓN LA CROISIÈRE NOIRE

 

 





 

LA CROISIERE NOIRE (CRUCERO NEGRO), DESARROLLADA ENTRE 1924 Y 1925, CONOCIDA TAMBIEN COMO LA EXPEDICION CITROËN A ÁFRICA CENTRAL, ES UNA DE LAS EXPEDICIONES PUESTAS EN MARCHA POR ANDRE CITROËN PARA PUBLICITAR SU MARCA DE AUTOMÓVILES Y PARA ABRIR UNA RUTA REGULAR EN EL CONTINENTE AFRICANO. LOS PARTICIPANTES DE LA EXPEDICION, A SU REGRESO A PARÍS, FUERON RECIBIDOS CALUROSAMENTE POR LA POBLACIÓN, Y EN EL MUSEO DEL LOUVRE SE ORGANIZARON EXPOSICIONES PARA DAR A CONOCER LOS DIVERSOS OBJETOS Y ELEMENTOS RECOGIDOS Y CLASIFICADOS POR LOS  LOS INTEGRANTES DEL VIAJE. nota

 

En contraste con el centralizado Imperio francés, Londres se basó en la idea de que la preservación de las instituciones indígenas podía asegurar la estabilidad. El gobernador como representante supremo de la autoridad de la Corona ejercía su poder a través de las autoridades locales, sultanes, emires, jefes de tribu. Se consideraba que el poder local resultaría mucho más eficaz que el extranjero a los fines de recaudar impuestos, administrar la justicia, preservar el orden y obtener el reconocimiento de la población. Los funcionarios británicos debían actuar como consejeros de los poderes ya reconocidos. Sin embargo, este sistema se vería signado por fuertes tensiones: avalaba el reconocimiento de jefes cuya posición dependía de la preservación de tradiciones, y al mismo tiempo la política colonial ponía en tela de juicio el orden tradicional.

La Primera Guerra Mundial y la crisis de 1930 aceleraron la toma de conciencia, contribuyendo a destruir el mito de la superioridad del hombre blanco. A partir de la década del 30 surgieron o se desarrollaron asociaciones de ayuda mutua, movimientos de reagrupación tribal, cultos y asociaciones religiosas que fueron otros tantos canales a través de los cuales los hombres se encontraron, se trasmitieron un mensaje de esperanza y pasaron las voces de órdenes de la rebelión.

Por su parte, las metrópolis no solo recurrieron a la represión, también trataron de aliviar el malestar y la tensión en sus colonias promoviendo algunas reformas: cierto grado de autonomía política y un mayor grado de atención a la infraestructura económica. La relativa industrialización y el mejoramiento de algunos centros urbanos no disminuyeron la dependencia, pero confirieron peso a grupos sociales interesados en revisar o bien romper el vínculo colonial.

 

 

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