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El genocidio armenio y la creación de Turquía

I. La Primera Guerra Mundial

Cuando Estambul ingresó en la Primera Guerra Mundial como aliado de Alemania, los nacionalistas armenios, bajo la dominación de los otomanos, buscaron la formación de un Estado independiente con el apoyo de los rusos. La parte oriental de Armenia había quedado en manos de Imperio zarista a lo largo de sus guerras con los turcos.

Ante la aplastante derrota de los otomanos en 1915, a manos de las tropas rusas, el primer ministro turco culpó a los armenios de este desenlace y los miembros de las fuerzas armadas de esa nacionalidad fueron enviados a campos de trabajo forzado. Una brutal represión recayó sobre el pueblo armenio, con asesinatos en masa, arrestos y traslados forzados hacia los desiertos de Siria, en condiciones que condujeron a la muerte de la mayoría.

La mayor parte de los historiadores occidentales coincide en calificar estas matanzas como genocidio. Sin embargo, hay varios países, como Estados Unidos, Reino Unido e Israel, que no utilizan el término genocidio para referirse a estos hechos. Francia, en cambio, aprobó precisas medidas contra lo que califica como el "holocausto armenio" por parte del Imperio otomano. Turquía no acepta que haya habido un plan organizado por el Estado para eliminar a los armenios, y alega que en 1915 el gobierno imperial luchó contra la sublevación de la milicia armenia respaldada por el gobierno zarista.

Este es uno de los problemas presente en el debate sobre el ingreso de Turquía a la Unión Europea.

El pasaje del tratado de Sèvres al de Lausana afectó a los kurdos. En el primer documento se había contemplado la posibilidad de reconocer un Estado nacional para este pueblo. Después de las acciones militares de Mustafá Atartuk, el segundo tratado aprobó el desmembramiento del Kurdistán entre Turquía, Irak, Irán y Siria. Los kurdos, como los palestinos, recorrieron el siglo XX sin que la comunidad internacional atendiera sus reclamos de un Estado nacional propio.

Dos años después de Lausana, las riquezas petroleras del Kurdistán, especialmente la de las regiones de Mosul y Kirkuk (incluidas en Irak, que estaba bajo mandato de Gran Bretaña) condujeron a la creación de la Irak Petroleum Company. Esta compañía fue la encargada de exportar el petróleo iraquí y en ella participaron, además de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.

Los kurdos no son de origen árabe, aunque sí fueron islamizados y hoy en día la mayoría son musulmanes suníes, pero también hay cristianos, musulmanes chiíes, y otros grupos religiosos. Su lengua es indoeuropea, y su idioma pertenece a la rama iraní. Su cultura no es uniforme: entre ellos hay al menos dos dialectos importantes y multitud de pequeñas variantes idiomáticas; el kurdo ha sido escrito en tres alfabetos. En el seno del movimiento nacional kurdo se enfrentan concepciones sociales muy diferentes. En algunos prevalecen liderazgos familiares con base de apoyo en el ámbito rural; en otros, el caso del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, presente en Turquía, se combinan la reivindicación de la autonomía nacional con la de la revolución social en todo el Kurdistán.

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