FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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Los catorce puntos de Wilson

I. La Primera Guerra Mundial

 


A principios de 1918, el presidente estadounidense presentó ante el Congreso de su país un listado de principios que deberían servir como guía para la redacción de los tratados de paz:

  • Acuerdos de paz negociados abiertamente y fin de la diplomacia particular y secreta. Libertad absoluta de navegación por los mares.
  • Supresión de barreras económicas y establecimiento de condiciones comerciales iguales para todas las naciones que laborasen por la paz.
  • Reducción garantizada de armamentos.
  • Acuerdos sobre los problemas coloniales respetando los derechos de las poblaciones autóctonas y los intereses de las metrópolis.
  • Evacuación de todos los territorios rusos ocupados.
  • Evacuación y restablecimiento de Bélgica.
  • Devolución a Francia de Alsacia y Lorena.
  • Rectificación de las fronteras italianas.
  • Garantía inmediata de un desarrollo autónomo para los pueblos de Austria-Hungría.
  • Evacuación de Rumanía, Serbia y Montenegro.
  • Seguridad absoluta de existencia para las regiones no turcas bajo dominación del Imperio otomano.
  • Restablecimiento de una Polonia independiente.
  • Creación de una asociación general de naciones para regular el orden internacional.

 

Gran parte de estos enunciados no llegaron a concretarse. En el diseño de las nuevas fronteras, los vencedores tuvieron principalmente en cuenta razones que aseguraran el equilibrio de poderes y el logro de los objetivos particulares de las principales potencias, antes que escuchar las voces de los pueblos sobre los que recaían sus decisiones. Con respecto a la Sociedad de Naciones, la máxima aspiración de Wilson fue casi una cáscara vacía de contenido. El Senado norteamericano objetó el ingreso de EE.UU.; Alemania estuvo excluida hasta 1926 y la URSS hasta 1934. Estas ausencias restaron consistencia a dicho organismo. La Sociedad de Naciones carecía de autoridad para imponer sus decisiones. En primer lugar, debido a la primacía del principio de no injerencia en asuntos internos de los países soberanos. Según los estatutos de la Sociedad de Naciones, cuando se producía una agresión este foro debía ayudar al agredido, pero sus acciones con respecto al agresor estaban muy limitadas.

En los años treinta, después de sus débiles respuestas frente a las acciones de fuerza de Japón y los regímenes nazi y fascista, se concretó la crisis final de esta organización. Alemania y Japón abandonaron la Sociedad en 1933, e Italia en 1936. La URSS fue expulsada en 1939.

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