FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Los países de Europa del este

III. Fascismo y nazismo


Austria

En el imperio de los Habsburgos convivieron diferentes grupos nacionales: checos, eslovacos, serbios, croatas, eslovenos polacos, ucranianos, rutenos, con diferente grado de desarrollo de sus reivindicaciones nacionalistas. Unos pueblos quedaron bajo la dominación de los alemanes, núcleo principal de Austria; otros, dependientes del reino húngaro.

En este imperio multinacional, el Partido Socialdemócrata austríaco se organizó como una federación de partidos nacionales, pero que actuaba como un solo partido en el Reichsrat austríaco. La socialdemocracia alcanzó su mayor gravitación entre los alemanes, checos y polacos. El socialismo húngaro era relativamente débil y estaba dominado por intelectuales judíos. El dirigente socialdemócrata austríaco Otto Bauer llevó a cabo una importante elaboración teórica sobre el tema del nacionalismo, escasamente atendido en la obra de Marx, en el trabajo La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia.

En el imperio multinacional la adscripción al socialismo no eliminaba las tensiones suscitadas por las distintas aspiraciones nacionales. Parte de los socialistas austríacos estaba a favor de la unión de la parte alemana al imperio de los Hohenzollern, una posibilidad rechazada por los checos de Bohemia y Moravia, ya que significaba su sujeción a Alemania. Otro sector de los socialistas austríacos impulsaba un Estado multinacional reformado en el que se respetara la igualdad de las diferentes culturas.

Cuando estalló la guerra, la mayoría de la socialdemocracia austríaca se pronunció a favor de Austria y Alemania. En cambio, los socialistas eslavos se inclinaron a favor de los serbios, mientras que los checos vieron en la guerra una posibilidad para la liberación nacional. Los polacos de la región de Galitzia, perteneciente al Imperio austríaco, estaban en mejor posición que los que se encontraban bajo dominio ruso, y se definieron a favor de Austria.

Hasta 1916 Viena pudo afrontar la guerra sin graves tensiones internas. A partir de la prolongación del conflicto y de la Revolución rusa, se multiplicaron y profundizaron las reivindicaciones de los diferentes grupos. Luego de la derrota del frente búlgaro en setiembre de 1918, se desencadenó el resquebrajamiento del imperio: los polacos proclamaron su independencia en Varsovia, los checos formaron un gobierno provisional en París que reivindicó su autoridad sobre Bohemia y Moravia.

Ante las grandes huelgas y la insurrección de parte de la flota, el emperador abdicó el 11 de noviembre de 1918; al día siguiente fue proclamada la República Democrática Austro-alemana, como parte componente de la República alemana, que acaba de ser instaurada en Berlín. El nuevo régimen reclamó su potestad sobre los territorios que habían estado bajo la órbita de la corona austríaca, excepto los que estaban habitados por grupos nacionales no alemanes. Bohemia y Moravia, donde se entremezclaba población alemana y checa, fueron reclamadas por ambos grupos. Los aliados no permitieron la vinculación de Austria con Alemania y asignaron los territorios de Bohemia, Moravia y Eslovaquia a la nueva república de Checoslovaquia. Para compensar la pérdida de estos territorios, Austria fue extendida hacia el este a expensas de Hungría.

Cuando los comunistas húngaros solicitaron en 1919 su incorporación al régimen soviético encabezado por Bela Kun en Hungría, los socialistas austríacos se negaron aduciendo el escaso margen de posibilidades con que contaba la vía revolucionaria.

Después de aprobada la Constitución, en 1920, el gobierno central quedó en manos de los socialcristianos; los socialistas se retiraron de los cargos ministeriales y mantuvieron su control sobre el gobierno de Viena, donde desarrollaron un programa de reformas sociales, descartando la posibilidad de una transformación revolucionaria.

En el marco del predominio socialcristiano prosperó la formación de movimientos de derecha, entre los que se destacó la Heimwehr (milicias nacionales creadas en 1919-1920 como cuerpos fronterizos tras la disolución del Ejército), dirigida por el príncipe Ernst Starhemberg. Durante el gobierno del sacerdote socialcristiano Ignaz Seipel, en los años 20, las acciones de violencia de esta fuerza contra los socialistas contaron con el beneplácito de las autoridades. El enfrentamiento más importante entre los socialistas vieneses y la Heimwehr se produjo en 1927, ocasión en la que aquellos sufrieron una seria derrota. El 15 de julio de 1927, Viena fue escenario de una huelga general como protesta por la absolución de tres nacionalistas acusados de haber dado muerte a dos socialistas, y el Palacio de Justicia fue incendiado por los huelguistas. A partir de esta fecha se afianzó la derecha radical, y el socialismo pasó a la defensiva.

En el Partido Socialcristiano ganaron terreno las posiciones contrarias a la república parlamentaria y favorables a la instauración de un nuevo régimen corporativo, en estrecha alianza con la Iglesia católica. Si bien la Heimwehr amenazó con derrocar la República a través del uso de la fuerza, no llegó a organizar una insurrección, en gran medida debido a la falta de apoyo firme por parte de los socialcristianos y el Ejército.

La crisis de 1929 debilitó la posición de los trabajadores y generó un clima favorable para la expansión del Partido Nacional-Socialista dirigido por Walter Riehl, decididamente partidario de la unión de Alemania y Austria (Anschluss). Esta nueva fuerza se desarrolló a expensas de los socialcristianos, que en Viena perdieron la mitad de sus diputados, y un sector de la Heimwehr, que adhirió al nazismo austríaco. Desde ese momento, en el campo de la derecha austríaca compitieron dos tendencias. Por un lado, la que procuraba derrocar la república pero preservando la autonomía del Estado nacional, sostenida por el antiguo Ejército imperial y las clases terratenientes. Por otro, la de los nazis, que propiciaban la vinculación con Alemania.

A la muerte de Seipel, los socialcristianos debilitados eligieron a Engelbert Dollfuss como dirigente del partido y como jefe del gobierno. Este continuó el programa de su antecesor: acabar con el socialismo e imponer un orden corporativo. Los nazis austríacos ganaron fuerza a partir del apoyo del gobierno de Hitler.


Dollfuss







ENGELBERT DOLLFUSS (1892-1934)








 Dollfuss logró preservar su posición independiente en virtud del respaldo de Mussolini. En 1934, el canciller austríaco, después de cerrar el Parlamento, limitar las libertades democráticas y prohibir el partido nazi, enfrentó con las armas al movimiento de resistencia socialista. Luego de un feroz enfrentamiento, entre el 12 y el 16 de febrero, en el que las fuerzas del gobierno bombardearon el principal barrio obrero de Viena, los socialistas fueron derrotados, el partido se disolvió y parte de sus dirigentes huyeron al exterior. Dollfuss impuso una nueva Constitución que convirtió a Austria en una dictadura católica y corporativa.

En julio de 1934 el intento de golpe de Estado promovido por los nazis desembocó en la ocupación de la cancillería, donde Dollfuss fue herido mortalmente. Su sucesor, Kurt von Schuschnigg, vinculado a la aristocracia, intentó mantener una postura distante del nazismo. Esta alternativa quedó clausurada con el acercamiento de Mussolini a Hitler a partir de 1935.

Bulgaria

En la segunda guerra de los Balcanes (1913), Bulgaria fue derrotada por sus vecinos –Serbia Grecia y Rumania– y perdió parte de las regiones obtenidas en su lucha con el Imperio otomano. Al estallar la Gran Guerra se alió con el Imperio austrohúngaro, pensando resarcirse de aquella derrota. A fines de 1918, cuando la derrota era evidente, el rey dejó el trono a su hijo para salvar la monarquía. Fue el único país vencido que consiguió mantener la institución monárquica.

El rey Boris III encomendó la formación de nuevo gobierno a Alejandro Stambolisky, dirigente del Partido Agrario, la principal fuerza política del país. Stambolisky, que había denunciado el ingreso a la guerra en connivencia con las potencias centrales, en Versalles se vio obligado a firmar el tratado de Neuilly, en virtud del cual grandes núcleos de búlgaros quedaron bajo dominio griego y yugoslavo. Su política conciliatoria a nivel internacional le ganó la animadversión de los sectores nacionalistas.


Boris III









BORIS III (1894-1943)










En el plano interno emprendió un plan de reformas destinadas a distribuir la tierra entre los trabajadores rurales y a mejorar las condiciones de producción. Defendía el principio del desarrollo de una democracia que liberase al campesinado de la explotación de las grandes ciudades. Creía en la posibilidad de una sociedad agraria igualitaria basada en la propiedad privada de la tierra y la expansión del cooperativismo, y ambicionaba crear la Internacional Verde.

Una coalición de dirigentes políticos tradicionales, de nacionalistas extremos –especialmente los macedonios de la Organización Revolucionaria Macedónica– y de grupos financieros organizaron un golpe que derrocó al gobierno en junio de 1923. Stambolisky fue apresado y ejecutado. Su muerte significó el debilitamiento del movimiento campesino en toda la región. Tres meses después los comunistas intentaron rebelarse, pero fueron brutalmente reprimidos.

En 1935 un golpe del rey instauró una dictadura que se mantuvo hasta el avance de los rusos en 1944. Los comunistas lograron mantener una organización en la clandestinidad y ampliar su base de apoyo a mediados de los años treinta, cuando la Internacional propició las alianzas multiclasistas. Los grupos de corte fascista ocuparon un lugar periférico.

Grecia

Después de una larga lucha, en 1830 los griegos, con el apoyo de Gran Bretaña, pusieron fin a la dominación de los turcos otomanos. En la guerras balcánicas de 1912 y 1913, Grecia amplió su territorio con la anexión de Epiro, el norte de Macedonia, Creta y gran parte de las islas del mar Egeo. Cuando se desencadenó la Primera Guerra Mundial, el rey Constantino, que sostenía una posición progermanófila, declaró la neutralidad. El primer ministro Eleutorio Venizelos se opuso y organizó la colaboración con los aliados. En 1917 Constantino fue obligado a abdicar en favor de su hijo, y Venizelos declaró la guerra a las potencias centrales.

Al finalizar la guerra, Grecia avanzó sobre Asia Menor alentada por el derrumbe del Imperio otomano, pero fue expulsada por los turcos dirigidos por Atartuk en 1921. A esta derrota le sucedió un período de inestabilidad, y en 1924 cayó la monarquía y fue proclamada la república.

La creciente debilidad del régimen republicano liderado por Venizelos y el fuerte impacto de la crisis económica de 1929 desembocaron en la restauración de la monarquía en 1935. Venizelos abandonó el país y el general Ioannis Metaxas, con el apoyo del rey Jorge III, se puso al frente de un gobierno autodesignado como totalitario, con el argumento de prevenir una supuesta revolución comunista.


Metaxas









IOANNIS METAXAS (1871-1941)












La dictadura militar impulsó un vasto programa de obras públicas e introdujo una legislación social protectora para las clases trabajadoras, al mismo tiempo que impidió su organización sindical autónoma. El régimen griego, como el de los coroneles polacos, trató de mantener una política de equilibrio entre el Eje y Gran Bretaña y Francia, pero en octubre de 1940 Roma avanzó sobre Grecia.

Hungría

Ante la inminente derrota en la Gran Guerra se formó un gobierno dirigido por Mihály Karolyi, miembro de una de las principales familias aristocráticas, quien encabezó el ala progresista de la dirigencia magiar y obtuvo la colaboración de los socialdemócratas. Este gobierno pidió el armisticio esperando que los aliados victoriosos consideraran que Hungría había sido víctima del dominio austríaco y fueran indulgentes con ella en los tratados de paz. Sin embargo, el tratado de Trianon impuso a Hungría una brutal reducción de su territorio, con el consiguiente pasaje del 60 % de la población a otros Estados. En el norte, los eslovacos pasaron a formar parte de Checoslovaquia; en el este, los rumanos ocuparon Transilvania, y en el sur, las regiones eslavas fueron incorporadas a Yugoslavia.

A fines de 1918 se proclamó la República, con Karolyi como presidente. Al año siguiente, una rebelión comunista anunció la formación de una república soviética que tendría muy breve duración. Los “bolcheviques” de Bela Kun fueron derrotados por las tropas rumanas, decididas a ocupar los territorios obtenidos en Versalles, y debieron huir. Las potencias europeas frenaron la expansión de Rumania e instalaron un gobierno provisorio. El Parlamento húngaro elegido en 1920 restauró la monarquía, pero sin un monarca que se hiciera cargo del reino designó al almirante Miklos Horthy como regente provisional (1920-1944).


Horthy








MIKLOS HORTHY (1868-1957)










 El nuevo Estado tenía una economía agraria muy atrasada y en su cima prevalecía una aristocracia integrada por grandes propietarios. Los magiares estaban escasamente vinculados con el desarrollo industrial, una actividad en la que predominaban alemanes y judíos. Hungría salió de la guerra con la industria y la producción desorganizadas, obligada a pagar grandes indemnizaciones; con un alto nivel de desempleo y con miles de refugiados procedentes de los territorios perdidos. Una parte importante de la sociedad húngara se inclinó a favor de la formación de grupos nacionalistas radicales, que ansiaban la revancha respecto de Versalles.

El gobierno de Horthy, con István Bethlen como primer ministro hasta 1932, tuvo un marcado carácter conservador, favorable a la preservación del peso político y económico de la nobleza tradicional. El conde Bethlen mantuvo un cierto pluralismo parlamentario, llevó a cabo una modesta reforma agraria, liberalizó los sindicatos e incluso toleró el retorno gradual de los socialistas a la vida pública, pero no sobrevivió a los graves problemas económicos y sociales provocados por la crisis de 1929. Horthy jugó entonces la carta del nacionalismo y del antisemitismo, encargando el gobierno en octubre de 1932 al filofascista Julius Gömbos. Sin embargo, Gömbos no encaró la reforma del régimen político, y a su muerte en 1936 no se había avanzado hacia la instauración de un régimen fascista. Los sectores más radicalizados crearon sus propias organizaciones para llevar a cabo “la revolución nacional” y asumir una posición más enérgica en el plano internacional.

Desde 1919, como reacción a la revolución comunista, se habían creado numerosas ligas de sesgo fascista, pero la dictadura de Horthy impidió su desarrollo. Sin embargo, el Partido de la Voluntad Nacional, también llamado Cruz de Flechas –su emblema era una cruz flechada–, creado en 1935 por fusión de varios grupos profascistas y dirigido por el oficial Ferenc Szálasi, cristalizó en un verdadero movimiento de masas. Sus partidarios fueron campesinos pobres que odiaban a los señores, a los comunistas y a los judíos arrendatarios de grandes fincas. Cruz de Flechas proponía la restauración de la Hungría de preguerra, pero no a través de la corona sino como unión libre y federal de los pueblos del Danubio. Hubo un intento frustrado de marcha de los campesinos hacia Budapest, Szálasi fue condenado en 1938 y su movimiento perseguido por el gobierno de Horthy. Esta política interna no impidió que en plano internacional el gobierno húngaro se alineara con el régimen nazi, con el que compartía su rechazo a Versalles, para recuperar el territorio que habían perdido en la Primera Guerra Mundial.

Checoslovaquia

En 1918, el líder de los checos Tomáš Masaryk firmó el Acuerdo de Pittsburgh con representantes de los emigrantes eslovacos en Estados Unidos, prometiendo el autogobierno a los eslovacos europeos en un Estado unificado cuando finalizara la guerra. Ambos grupos necesitaban unirse para presentarse ante las potencias vencedoras como un Estado viable. No obstante, existían importantes diferencias culturales e históricas entre los dos grupos, que no fueron superadas durante la existencia de la República.

El nuevo Estado se basó en un régimen parlamentario estricto: el presidente y su gabinete respondían ante las dos Cámaras legislativas, y el país gozó de un gobierno estable hasta la Conferencia de Munich de 1938.

Durante la mayor parte de este período gobernó una coalición de los cinco grandes partidos encabezada por el Partido Agrario, y hubo dos presidentes: Masaryk a partir de 1918,  reelegido en tres ocasiones y que en 1935 renunció por razones de salud; lo sucedió Eduard Benes, que dejó su cargo en 1938.

 

Masaryk







TOMÁŠ GARRIGUE MASARYK (1850-1937)







La persistencia del régimen democrático fue bastante atípica en una región en la que los nuevos países surgidos del desmembramiento del Imperio austro-húngaro cayeron bajo regímenes autoritarios. Las adquisiciones territoriales y la existencia de núcleos industriales heredados del Imperio austro-húngaro hicieron de Checoslovaquia un país relativamente próspero. No obstante, era una república que incluía muchas nacionalidades con importantes sectores que cuestionaban el predominio de los checos en el nuevo Estado. El porcentaje de minorías fue uno de los más elevados entre los nuevos Estados de la región: las más numerosas, al margen de los checos, la mitad de la población, eran las de alemanes (23,4 %) y  eslovacos (14,5 %). Estos últimos, especialmente los profesionales y sectores medios de las ciudades, se sentían postergados por el control que los checos mantenían sobre gran parte de la maquinaria administrativa, incluso en Eslovaquia. Por otro lado, las reformas agrarias llevadas a cabo por el gobierno central permitieron a numerosos campesinos sin tierras el acceso a la propiedad. En este contexto, el voto de los eslovacos se repartió entre el Partido Agrario Checoslovaco y el Partido Popular Eslovaco, de carácter nacionalista. Este partido asumió una oposición cada vez más fuerte contra el Estado checoslovaco, y en 1939 monseñor Tiso, con el aval de Hitler, creó el Estado eslovaco.

También los alemanes de los Sudetes, que habían tenido una posición dominante en el Imperio austro-húngaro, cuestionaron su inserción como minoría en el Estado checoslovaco. Cuando finalizó la guerra, basándose en el derecho de los pueblos a disponer de su destino, manifestaron su interés de quedar integrados a Austria, pero esta opción fue descartada por las potencias vencedoras. El paso a minoría fue un rudo golpe para los alemanes de los Sudetes, aumentado por el impacto del cambio lingüístico al que se vieron forzados.

La llegada al gobierno alemán de Hitler en 1933 intensificó el espíritu pangermanista y el sentimiento de nación oprimida, expresado en el triunfo electoral del Partido de los Sudetes Alemán, encabezado por Konrad Henlein, que recibió el 85 % de los votos de los alemanes en las últimas elecciones checoslovacas, en mayo de 1935.


Polonia 

Entre 1792 y 1795 fue repartida en tres ocasiones entre Rusia, Prusia y Austria. La Primera Guerra Mundial se presentó como una oportunidad para ganar la independencia, ya que las potencias dominantes se encontraban en bandos opuestos; solo una de las partes podía salir victoriosa del conflicto y esto permitía avizorar el fin de dicho reparto. En el marco de la guerra, las tres potencias que habían ocupado Polonia se derrumbaron. A principios de noviembre de 1918 se creó en Lublin el gobierno provisional polaco, encabezado por Józef Pilsudski. El presidente estadounidense Woodrow Wilson ya había mencionado en sus catorce puntos el restablecimiento del Estado polaco independiente y Francia, interesada en debilitar a Alemania, apoyaba la reconstrucción de una Polonia lo más fuerte posible.

Uno de los principales problemas fue determinar las fronteras del nuevo Estado en la parte oriental. No era posible volver a las que habían existido antes de la desintegración de Polonia, ya que en parte de los territorios se habían constituido nuevas nacionalidades: ucranianos, lituanos y, en cierto grado, bielorrusos. Además, a fines de 1918, la Rusia soviética había denunciado el tratado de Brest-Litovsk y a lo largo de la guerra civil restableció su control sobre Bielorrusia y gran parte de Ucrania.

Poco después de su reconocimiento como Estado nacional por las potencias vencedoras, Polonia tuvo conflictos fronterizos con Checoslovaquia, un breve enfrentamiento armado con Lituania en torno a Vilna y una durísima guerra con la Rusia soviética (abril a octubre de 1920), al cabo de los cuales quedaron definidas sus fronteras. El nuevo Estado incluyó junto a la mayoría polaca a numerosos grupos nacionales: ucranianos, judíos, bielorrusos, lituanos, rusos y checos. La mayor parte de la población se dedicaba a las labores del campo, donde un número reducido de terratenientes concentraban la mayor parte de las tierras, mientras un sinnúmero de pequeñas granjas campesinas tenían hambre de tierra. La guerra y la explotación desmesurada de los ocupantes alemanes habían golpeado con fuerza a la industria polaca. Las ciudades arruinadas no podían dar trabajo a quienes sobraban en el campo.

A lo largo de su breve existencia, la República vivió un clima de fragmentación e inestabilidad política extremas: más de treinta partidos en el Parlamento y catorce gobiernos en cinco años. Esta fragilidad institucional y política hizo posible que en 1926 Pilsudski, en ese momento apartado del gobierno, encabezara un golpe bajo el lema del saneamiento de las prácticas políticas. En sus primeros años ejerció una dictadura benigna: enmendó la Constitución reforzando los poderes del presidente, pero permitió un considerable grado de libertad. El autoritarismo político ganó terreno en relación con los graves problemas económicos y sociales derivados de la crisis de 1929. En abril de 1935 se impuso una nueva Constitución para perpetuar la dictadura, que a la muerte Pilsudski, un mes más tarde, se prolongó en el llamado régimen de los coroneles.


Pilsudski








JÓZEF PILSUDSKI (1867-1935)










Rumania

En la Primera Guerra Mundial se alineó con las potencias de Europa occidental, y al término del conflicto se benefició con la ampliación de los territorios bajo su soberanía a expensas de Hungría (Transilvania), de Rusia (Besarabia y Bukovina) y de regiones que habían sido objeto de disputas con Bulgaria (Dobruja). Los liberales, bajo la conducción de Ion Bratianu, controlaron el gobierno a través del fraude hasta 1927. Adoptaron una política centralizada respecto de las nacionalidades, ampliaron el derecho al voto y encararon una reforma agraria, que aunque incompleta debilitó la tensión social en el ámbito rural. Con la muerte de Bratianu el partido se desmembró en varias fracciones, y en 1928 asumió el gobierno Iuliu Maniu, el principal dirigente del Partido Nacional Campesino.

A fines de los años veinte apareció en escena la Legión del Arcángel San Miguel, la primera organización creada por el entonces estudiante y fanático nacionalista Corneliu Codreanu. Según sus memorias, el impulso decisivo para organizar una fuerza de carácter xenófobo y antisemita provino de la Revolución bolchevique, que había tenido una fuerte repercusión en los trabajadores rumanos. La Liga encaró acciones contra judíos y obreros comunistas. En 1924 Codreanu justificó el asesinato del prefecto de Policía en nombre del amor a la patria, ya que dicho funcionario había perseguido a los jóvenes entregados a engrandecer la causa nacional. Después de su alegato fue absuelto, y su figura ganó una notable popularidad.

En 1930 fundó Guardia de Hierro para organizar el accionar de las masas. La idea política de Codreanu era lograr una alianza entre campesinos y estudiantes y utilizar el asesinato político contra los judíos y sus colaboradores rumanos para imponer el cambio de régimen. A pesar de sus coincidencias con el fascismo, lo distinguió  de este su oposición a la primacía del poder estatal, su fuerte adhesión a la simbología cristiana y el acento puesto en la transformación del hombre más que en el cambio de las condiciones sociales.

En 1933 Guardia de Hierro fue declarada ilegal y sus dirigentes, Codreanu y Horia Sima, entre otros, abandonaron Bucarest. Codreanu regresó a la vida pública en 1935 con la fundación de Todo por la Patria, el partido político de la Guardia de Hierro que, en las elecciones de 1937, se colocó en el tercer puesto.

A principios de 1938, en un escenario europeo poco prometedor para la democracia, el rey Carol II, sobre la base de un plebiscito fraudulento. impuso una nueva Constitución claramente autoritaria y antidemocrática, con un Parlamento corporativo y un electorado restringido. Declaró ilegales todos los partidos políticos y asumió el poder absoluto.


Carol II








CAROL II (1893-1953)








Poco después el rey hizo arrestar a los líderes legionarios. Codreanu fue declarado culpable de traición y condenado a diez años de trabajos forzados, pero a fines de 1938 él y otros dirigentes de Guardia de Hierro fueron asesinados en prisión. Como respuesta, los partidarios de Guardia de Hierro asesinaron al ministro Armand Calinescu, en 1939.

Yugoslavia

Al concluir la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras decidieron la unificación de las regiones pobladas por los eslavos a través de la creación del reino de los serbios, croatas y eslovenos. Macedonia, la zona de los Balcanes en que más tiempo se prolongó la dominación de los turcos, quedó dividida después de las guerras balcánicas (1912-1913) entre Grecia y Serbia.

Las nacionalidades del nuevo Estado estaban muy emparentadas por el origen y la lengua, pero también tenían diferentes adscripciones culturales y religiosas. Los serbios se reconocían como parte del círculo griego-ortodoxo, mientras que los croatas y eslovenos sostenían su pertenencia al ámbito latino-católico.

Los dirigentes serbios apostaron al fortalecimiento del Estado a través de un régimen centralizado bajo su conducción. La oposición croata, liderada por el Partido Campesino Croata de Stjepan Radic, se negó a intervenir en la elaboración de la Constitución de 1920 porque consideraron que no incluía sus reclamos de mayor autonomía. A mediados de los años veinte, el acercamiento entre este partido y el Partido Radical serbio posibilitó la formación de un gobierno de coalición de breve duración. En 1928 Radic fue asesinado en el Parlamento, y los croatas declararon rotas las relaciones con Belgrado. El rey Alejandro I suspendió la Constitución, suprimió las provincias tradicionales, prohibió los partidos étnicos y particularistas y cambió el nombre del Estado por el de Reino de Yugoslavia (Tierra de los Eslavos del Sur). El rey fue asesinado en octubre de 1934 en Francia, por un terrorista macedonio ligado a grupos separatistas de Croacia.


Alejandro I






ALEJANDRO I (1888-1934)






A la muerte de Radic, el dirigente Ante Pavelic creó el grupo Ustacha, con el propósito de enfrentar a los serbios hasta la obtención de la completa autonomía croata. En muchos sentidos esta organización tenía características que la vinculaban con las asociaciones secretas terroristas y nacionalistas que ya se habían formado en los Balcanes antes de la Gran Guerra, como el caso de Mano Negra. Su objetivo central era crear la nación, y no –como el fascismo– liquidar al comunismo. En su condición de organización secreta tuvo escasamente en cuenta al apoyo de la opinión pública, uno de los elementos básicos de los movimientos fascistas. Sin embargo, sus ideas y prácticas fueron influidas por la concepción fascista.

El príncipe regente Pablo buscó la conciliación con el nacionalismo croata moderado. En esta línea, en 1935 firmó un concordato con la Santa Sede que reconocía los mismos derechos a los católicos que a los ortodoxos, y aflojó el centralismo reconociendo cierto grado de autonomía a Croacia. Sin embargo, la apertura irritó al nacionalismo serbio, alentó la intransigencia de Ustacha y despertó las aspiraciones autonomistas de las restantes minorías.

Una de las tensiones nacionalistas con más larga y sangrienta duración fue la que enfrentó a serbios y albaneses. En el marco de la guerra contra el Imperio otomano (1912), los serbios volvieron a ocupar el territorio de Kosovo donde habían sido derrotados por los turcos en 1389, y que ahora estaba habitado por un considerable número de albaneses. Ante la derrota de los otomanos, las potencias europeas resolvieron reconocer la existencia de Albania como país, para obstaculizar la salida al mar de Serbia. La presencia de este nuevo Estado junto al hecho de que en Kosovo gran parte de la población fuera albanesa y musulmana, y de que para los serbios este territorio fuese un espacio simbólico clave en la construcción de su identidad histórica, condujeron a los intentos de desplazamiento de los albaneses de Kosovo por parte de los serbios.

En el campo de la izquierda, el Partido Comunista sufrió una fuerte represión y una serie de reorganizaciones internas hasta la consolidación del liderazgo de Tito en el marco de la política de Frente Popular, impulsada por la Internacional. Los comunistas fueron definiéndose como la principal oposición en Serbia, pero no lograron afianzarse en Croacia.

 El Estado de Albania, creado en el marco de las guerras balcánicas, era un complejo conglomerado de tribus y clanes, y no pudo evitar convertirse en un protectorado de Roma. En 1939, después de una breve lucha, el monarca Zog I abandonó el país y la corona albanesa pasó a manos de Víctor Manuel III, el rey de Italia.


Zog I









ZOG I (1895-1961)












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