FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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III. Fascismo y nazismo

El régimen fascista


La serie de medidas aprobadas entre 1925 y 1928 condujo a la dictadura. El jefe de gobierno dejó de ser responsable de su gestión ante el Parlamento, fueron disueltos todos los partidos políticos y quedó suprimida la prensa opositora. Se creó un tribunal especial para atender los crímenes contra el Estado: sus miembros eran funcionarios que no requerían formación jurídica y debían prestar juramento de obediencia a Mussolini. Los acusados no tenían derecho a apelar y los “delincuentes políticos” podían ser deportados. La nueva ley electoral suprimió el sufragio universal. El Gran Consejo Fascista aprobaba la lista con los cuatrocientos candidatos para la Cámara de Diputados y los votantes solo podían ratificarla o rechazarla.


Afiche critico











UN AFICHE CRÍTICO SOBRE EL RÉGIMEN FASCISTA











En 1929 quedó resuelto el problema con el Vaticano, pendiente desde la unificación del país en 1870. Con la firma de los pactos de Letrán entre la Santa Sede y el reino de Italia se establecieron relaciones diplomáticas y se creó un diminuto Estado dentro de Roma, con el papa como máxima autoridad. La Iglesia sería compensada por los territorios perdidos, las corporaciones eclesiásticas quedaron exentas de impuestos y sus escuelas recibieron un trato preferencial. Mussolini ganó el apoyo de los católicos.

A partir de 1925 también la economía italiana tomó distancia del liberalismo para quedar sujeta a un creciente control del Estado, un cambio de rumbo acorde con las concepciones nacionalistas y autárquicas del fascismo. En el marco de las reformas destinadas a fortalecer el régimen político fascista se avanzó sobre la regulación de las relaciones entre obreros y patrones.

El fascismo no creó la idea de una economía mixta: la iniciativa pública y la privada ya se encontraban entrelazadas en Italia y en otros países. Pero el fascismo procuró institucionalizar la relación entre el poder público y el privado, y al proceder de este modo siguió un derrotero distinto del de las democracias occidentales. La Confederación General de la Industria Italiana (cgii) criticó la asociación obligatoria de trabajadores y patrones en organismos patrocinados por el gobierno. A las reticencias de los industriales los dirigentes sindicales fascistas respondieron con una serie de huelgas autorizadas por Mussolini, y los industriales aceptaron concertar con el sindicalismo fascista. En 1925 la cgii y la confederación sindical dirigida por el radical Edmondo Rossoni firmaron el pacto Vidoni, según el cual todas las negociaciones relativas a contratos laborales tendrían lugar entre la cgii y los sindicatos fascistas; los gremios no fascistas quedaban excluidos de lo resuelto por los convenios colectivos. El documento dispuso la abolición de los consejos de fábrica, con lo que se reforzó la autoridad patronal, y no se llegó a un acuerdo respecto del arbitraje obligatorio en los conflictos laborales, una medida resistida por los industriales.

El afán de los empresarios por preservar su autonomía obstaculizó la reforma corporativa y dio lugar al compromiso sindical de 1926. De acuerdo con la legislación aprobada el 3 de abril de 1926, los obreros y patrones quedaban organizados separadamente en doce sindicatos nacionales, uno para cada sector en cada tipo de actividad: industria, agricultura, comercio, banca y seguros, transporte interior y navegación interior, transporte marítimo y aéreo. La Confederación General de la Industria Italiana tuvo derecho a un asiento en el Consejo Fascista, fueron prohibidas huelgas y lock-outs, y la resolución de las controversias en el campo laboral quedó en manos de la Magistratura del Trabajo. Todos los trabajadores, incluso los que no estaban afiliados, debieron contribuir al sostenimiento de los sindicatos con cuotas deducidas de sus salarios. La ley dispuso que trabajadores y empresarios quedasen sujetos a la disciplina impuesta desde el gobierno; en la práctica, los sindicatos fueron conducidos por hombres del partido mientras que las asociaciones patronales mantuvieron sus propios dirigentes.

En abril de 1927 la Carta del Lavoro precisó la definición de la corporación, entendida como un organismo del Estado encargado de coordinar las decisiones de las organizaciones obreras y empresarias para llegar a una relación de fuerzas armónica y equilibrada. Los propietarios lograron que la Carta fuese solo una afirmación de principios, y se vieron frustrados los objetivos de Rossoni de incluir propuestas específicas sobre salarios, horas de trabajo y seguridad social. No obstante, el documento, que prometía respetar la independencia empresarial, afirmó también que la empresa era responsable ante el Estado, que podía regular la producción siempre que lo exigiesen los intereses públicos.

El movimiento laboral fascista careció de la independencia necesaria para seguir un plan coherente que aumentase la participación del trabajo en la riqueza. En su condición de miembros del partido, los dirigentes sindicales postergaron la defensa de los intereses obreros frente a las directivas del partido. Las rebajas de salarios en octubre de 1927, diciembre 1930 y mayo 1934 fueron aceptadas en nombre de la defensa de los intereses de la nación. Mientras los sindicatos fascistas tuvieron que luchar contra sus rivales socialistas y católicos, el pasado radical y la agresividad discursiva de Rossoni constituyeron datos a su favor. Con el afianzamiento del régimen, y en el marco de la reforma sindical, Mussolini buscó dirigentes más dóciles, y Rossoni fue desplazado en diciembre de 1928. El movimiento sindical fascista se centró en la obtención de programas sociales. La innovación más popular fue la Opera Nazionale Dopolavoro, fundada en 1925 con el fin de “favorecer el empleo sano y provechoso de las horas libres de los trabajadores intelectuales y manuales, por medio de instituciones destinadas a desarrollar sus capacidades físicas, intelectuales y morales”. En 1939 esta organización creada por el partido pasó a depender de los sindicatos.


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GRUPO DE JÓVENES EN LA COLONIA UBICADA EN EL JARDÍN DE VILLA PURICELLI.


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