Acerca de los directores

René Vautier

Figura singularísima de la historia del cine, René Vautier falleció en la Bretaña francesa al comienzo del año 2015, dejando atrás 86 años de vida y una carrera cinematográfica única. Hijo de un obrero y de una empleada doméstica, el adolescente René se enroló en la resistencia clandestina contra el nazismo cuando tenía sólo 15 años y obtuvo al final de la guerra una mención al valor por su actividad en favor de la liberación.

El estado francés que reconoció su compromiso con la nación ocupada durante la guerra, lo llevaría a la cárcel seis años después cuando el joven René volvió a Francia desde África dispuesto a presentar el film que nos ocupa. La obra fue considerada una amenaza para la seguridad del estado y Vautier pasó casi un año en prisión hasta su liberación en junio de 1952. La experiencia en la cárcel, compartida con el futuro presidente de Costa de Marfil, Félix Houphouet-Boigny, radicalizó su conciencia crítica y estrechó sus contactos con las diferentes causas de la liberación nacional de los africanos. Desde entonces, Vautier construyó una obra notable como cineasta comprometido con la emancipación africana, se radicó en Costa de Marfil primero y en Argelia más tarde, donde realizó algunos de sus filmes más importantes (Argelia en llamas, 1958 y Pueblo en marcha, 1963) y ocupó el cargo de director de la cinematografía nacional una vez constituida la nación en 1963. Vautier regresó a Francia en la década del setenta para dirigir un film de denuncia sobre los crímenes ejecutados por la nación en el marco de la guerra de liberación argelina (Avoir 20 ans a Les Aures, 1972) y, al ser nuevamente censurado, encarar una huelga de hambre contra la legislación que le permitía una y otra vez al estado francés prohibir la difusión pública de sus películas sobre la actualidad africana.

RENÉ VAUTIER EN ÁFRICA: “DESDE QUE EMPUÑÉ UNA CÁMARA POR PRIMERA VEZ, ME DETUVIERON DIEZ VECES”

La obra de Vautier iría ampliando sus horizontes críticos desde el mundo colonial y poscolonial hacia temas más universales, como la explotación en la industria francesa (Humano, demasiado humano, 1975, en colaboración con Louis Malle), la devastación ambiental (Mar negro y cólera roja, 1978), o la denuncia de las políticas de extensión de la industria de armas nucleares bajo el gobierno de Jacques Chirac a cincuenta años del bombardeo de Hiroshima (Hirochirac, 1995).

Al final de su vida, el anciano René Vautier se mostraba irónicamente complacido por un doble galardón: el estado francés le devolvía públicamente el material rodado en África más de medio siglo antes y, al mismo tiempo, militantes de la derecha nacionalista entraban violentamente a su casa en Bretaña para destruir parte de sus archivos y amenazarlo de muerte con pintadas en el interior y exterior de la vivienda. Aún retirado de la realización, Vautier y los efectos de su obra seguían incomodando los relatos oficiales y provocando la intolerancia y la violencia de los fanáticos ofendidos por aquello que su cine continúa revelando.

Ver Alain Resnais

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