Casa de estudio
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La particularidad de París dentro de la historia de las ciudades radica en la gran cantidad de análisis que se basan en su proceso de metropolización. La proyección de la cultura generada en sus calles, desde la literatura o el arte hasta la bohemia o la vanguardia política, permitió que en su experiencia se concentre el estudio de lo que se ha denominado “modernidad”. El puntapié inicial lo dieron Karl Marx y Friedrich Engels con el Manifiesto comunista (1848), fruto de sus experiencias parisinas y londinenses, donde describen un proceso económico y social revolucionario llevado adelante por la burguesía que, según los autores, debía ser profundizado por el proletariado. El arco de estudios que tienen a la modernidad parisina como objeto o ejemplo se extiende hasta las propuestas de la Internacional Situacionista. Rebelarse contra las apariencias y el consumo de la sociedad moderna, deambular o “derivar” por la ciudad burguesa y crear situaciones nuevas que subvirtieran el orden establecido (por ejemplo, las revueltas de París de 1968 y sus eslóganes subjetivos y estéticos como “la imaginación al poder” o “prohibido prohibir”) fueron las últimas reacciones contraculturales importantes al apogeo burgués en París. Pero sin duda la tradición que vincula a París con el estudio sobre la modernidad tiene su ápice en los textos de Walter Benjamin sobre los pasajes parisinos. Este escritor destacó las novedades que produce la vida urbana en el urbanita a través de las percepciones volcadas en la poesía de Baudelaire y toda otra serie de fuentes del cambio de siglo. La figura del flaneur, ese consumidor-cazador masculino que se vuelca a las calles de la metrópolis en busca de una aventura urbana, solo es posible ante el desarrollo del mercado capitalista y su concentración en espacios densos (que encuentran en los pasajes o galerías su máxima expresión). Esa libertad del hombre burgués para disfrutar de la parafernalia que ofrece la metrópoli marcará a fuego el espíritu moderno, creando una ficción operativa que será retomada en el análisis cultural. Este se centrará en el espectáculo como ulterior desarrollo del capitalismo. Toda ficción de libertad de consumo se transforma así en un agente instructor de la legitimidad del capitalismo.
PASAJE VERDEAU
