FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El debate en torno a la posición de Foucault

III. Imposición y crisis del neoliberalismo en el Tercer Mundo

 

FoucaultMICHEL FOUCAULT (1926-1984)

VISITÓ IRÁN CON EL OBJETO DE ESCRIBIR UNA SERIE DE ARTÍCULOS SOBRE EL TERRENO, PARA EL PERIÓDICO ITALIANO CORRIERE DELLA SERA. EN LA MOVILIZACIÓN SOCIAL VIO UNA PARTICIPACIÓN POLÍTICA GENUINA QUE REEMPLAZARÍA LA INDIFERENCIA Y LA APATÍA DE MUCHAS SOCIEDADES MODERNAS.

 

Agencia Paco Urondo entrevista por correo electrónico al investigador chileno Kamal Cumsille.

“Paco Urondo: ¿Su apoyo [el de Foucault] a la revolución le generó mucha controversia con otros intelectuales de la época que le reprocharon su apoyo?

Sí, efectivamente, digamos, su opinión favorable, o más que opinión incluso, yo hablaría de una mirada entusiasta…. Bueno esta mirada sí le acarreó muchas críticas, esto tiene que ver con la predominante fe occidental en el progreso. Aquí hay que ser preciso y justo. Pues, se le atacó y criticó, en el momento, y se ha seguido haciendo, y desde varios flancos, por lo que hay que distinguir. Primero, está el flanco especialístico. Digamos, especialistas en el mundo islámico critican al filósofo por no ser “experto” en la cultura sobre cuyo fenómeno político está escribiendo, y por lo tanto desconoce la realidad de lo que escribe. A este respecto, la más paradigmática, es la polémica protagonizada con el famoso orientalista marxista francés Maxime Rodinson, quien dirá que Foucault está apoyando una forma de fascismo arcaico. Una lectora iraní lo acusará en una carta al periódico, de no saber que estaba apoyando la subyugación de las mujeres en Irán. Desde el flanco intelectual y político, se le acusa de haber traicionado los valores del laicismo, el progreso, incluso en uno de los artículos que por allí se escriben criticando los reportajes foucaultianos, se habla casi que en tono de burla sobre a qué se refiere con eso de la espiritualidad política. Por ejemplo, uno de los pocos libros que hay en inglés sobre el tema habla de una presunta “seducción del islamismo”. Todas estas cosas deben ser puestas en su justa medida. Por ejemplo: lo de Rodinson, ya viene con un interesante contexto teórico detrás. La revuelta en Irán comienza en septiembre de 1978, y se convierte en la revolución islámica como tal, desde 1979, que es cuando se instalará la república dirigida por Khomeini. En 1978, E.W. Said había publicado Orientalismo, que por su inspiración foucaultiana podríamos decir que es realmente “una arqueología del saber de lo oriental”. Lo oriental no entendido como algo real y susceptible de circunscribir a un área geográfica y cultural, sino tal cual la entendió Foucault desde el prefacio a la primera edición de la Historia de la Locura: “como una partición de la razón occidental”. Al libro de Said, Rodinson reaccionó muy mal, escribió duras críticas al respecto, además de acusar también a Said de no ser especialista en el área, el orientalista francés tenía una mirada marxista, de aquellas que se reclamaban científicas, pensaban en términos de leyes de la historia y de progreso (Es algo que también está en Marx, si vamos a considerar los escritos periodísticos de Foucault sobre Irán, hay que considerar también los de Marx sobre la India). Para Foucault, como lo esboza en ese prefacio, así como para Said, como lo desarrolla profundamente en Orientalismo, oriente, lo oriental, son discursos culturales con pretensión de verdad y productores de una cierta subjetividad. Para Rodinson esto resultaba escandaloso. Los países orientales, en todas sus variedades (China, India, Persia, países árabes), existían en un nivel de realidad similar a lo occidental, y por lo mismo, el laicismo, el progreso técnico, eran pasos necesarios para su modernización, de la que el socialismo debía ser su culminación. Por sus críticas a Orientalismo, Said llegó a decir que Rodinson era un estalinista que nunca entendió el espíritu de la crítica. Foucault, contestaba a las críticas de Rodinson y otros diciendo que podía sentir las risas de los intelectuales laicistas, pero él decía saber que luego se darán cuenta que estaban equivocados. A la lectora iraní que lo critica por defender la posibilidad de la subyugación de la mujer, el filósofo responderá que, sin dudas, el islam como fuerza política sería un fenómeno político decisivo de nuestro tiempo (de hecho, lo es, en este sentido fue más intempestivo que cualquier especialista), y que una actitud inteligente, sería partir por comprenderlo, en lugar de aproximarnos a él con odio. Ahora, también hay que medir la misma postura de Foucault. Él dice esto, no porque esté apoyando una “revolución islámica”, sino que, como ya dije, su mirada entusiasta se debía, en primer lugar, al hecho de la revuelta como tal, y en segundo, le llamaba mucho la atención el lugar que comenzó a tener la espiritualidad shiíta en el movimiento, no porque estuviera de acuerdo con la instalación de un régimen basado en la ley religiosa, sino justamente, por cómo la dimensión esotérica que históricamente esta vertiente del islam ha tenido, una vertiente cuyo ciclo histórico no está cerrado –por la creencia en un imam oculto-, por lo tanto su verdad tampoco. Bueno, el cómo esta visión de la historia dada por la religión toma forma en una cierta espiritualidad política, donde los signos políticos de esta espiritualidad, como el martirio y la negación hacia el gobierno, producen una ola de protestas que no se detiene, y donde esos motivos religiosos se van convirtiendo en los propios signos de la revuelta, llama mucho la atención de Foucault, y cómo estos se difunden en “cassettes”, esto también llama la atención del filósofo; era la primera revolución que se basaba en una masa inerme y en los instrumentos de la reproductibilidad técnica del arte, como diría Benjamin. Ahora, en un texto posterior a la revolución, ya instalada la república islámica, Foucault da a entender que es un hecho en la historia el que haya sublevaciones y que luego deriven en nuevos regímenes, igual o más crueles que contra el cual se rebelaron los pueblos. Sin embargo, esto no debe hacernos negar valor a una revuelta. Es por ello que plantea allí como una premisa, el ser respetuoso de toda singularidad cuando esta se manifiesta, pero ser implacable cuando el poder transgrede lo universal. Es su tentativa de respuesta a la pregunta ¿Es inútil sublevarse?, que es el título de ese pequeño texto. […]”

 

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