FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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La visión de Yasser Arafat sobre la paz

III. Imposición y crisis del neoliberalismo en el Tercer Mundo

 

Artículo publicado en La Nación 04/02/2002

“Israelíes y palestinos ya llevan 16 meses trabados en un círculo catastrófico de violencia que sólo promete más derramamiento de sangre y más miedo. El ciclo ha llevado a muchos a la conclusión de que la paz es imposible, que es un mito nacido de la ignorancia de la posición palestina. Ahora es el momento indicado para que los palestinos expongan claramente su visión y el mundo los escuche con igual claridad.

Pero antes, permítanme ser muy explícito. Condeno los ataques efectuados por grupos terroristas contra civiles israelíes. Estos grupos no representan al pueblo palestino, ni sus legítimas aspiraciones de liberad. Son organizaciones terroristas, y estoy resuelto a poner fin a sus actividades.

La visión palestina de la paz es un Estado palestino independiente y viable, establecido en los territorios ocupados por Israel en 1967, que conviva con éste de igual a igual, como vecino suyo, y que haya paz y seguridad para ambos pueblos. En 1988, los palestinos reconocimos el derecho de Israel a existir en el 78 por ciento de la Palestina histórica, en el entendimiento de que se nos permitiría vivir en libertad en el 22 por ciento restante, ocupado por Israel desde 1967. Nuestro compromiso sigue siendo el mismo, pero, por desgracia, también continúa sin ser correspondido por Israel.

Aspiramos a una independencia verdadera y una soberanía plena; al derecho de controlar nuestro espacio aéreo, los recursos hídricos y las fronteras; a desarrollar nuestra economía, mantener relaciones comerciales normales con nuestros vecinos y poder viajar libremente. En suma, aspiramos tan sólo a aquello de lo que hoy disfruta el mundo libre, a lo que Israel insiste en pedir para sí: el derecho a controlar nuestro destino y ocupar nuestro lugar entre las naciones libres.

Además, buscamos una solución justa y equitativa al drama de los refugiados palestinos, a quienes, desde hace 54 años, no se les permite regresar a sus hogares. Comprendemos las inquietudes demográficas de Israel. También comprendemos que el derecho de los refugiados palestinos a volver a su tierra -garantizado por el derecho internacional y la resolución 194 de la ONU- debe ser implementado teniendo en cuenta dichas inquietudes. Sin embargo, así como los palestinos debemos ser realistas respecto de los deseos demográficos de Israel, los israelíes también deben ser realistas en cuanto a comprender que no puede haber solución alguna para el conflicto si continúan haciendo caso omiso de los derechos de estos civiles inocentes.

El pueblo palestino ha visto denegada su libertad por demasiado tiempo; es el único pueblo del mundo que aún vive bajo una ocupación extranjera. ¿Cómo es posible que el mundo entero tolere esta opresión, discriminación y humillación?

El Acuerdo de Oslo de 1993, firmado en los jardines de la Casa Blanca, prometía a los palestinos su libertad para mayo de 1999. En vez de eso, desde 1993 el pueblo palestino ha soportado la duplicación de los colonos israelíes, la expansión de sus asentamientos ilegales en territorio palestino y mayores restricciones a la libre circulación.

Pero ningún grado de opresión ni nivel de desesperación podrán justificar jamás el asesinato de civiles inocentes. Condeno el terrorismo. Condeno el asesinato de civiles inocentes, sean israelíes, norteamericanos o palestinos; sean asesinados por extremistas palestinos, colonos israelíes o por el gobierno de Israel. Pero las condenas no detienen al terrorismo. Para detener al terrorismo, debemos comprender que el terrorismo es simplemente un síntoma, no la enfermedad.

Los palestinos tenemos una visión de paz: una paz basada en que Israel ponga término a su ocupación, de manera absoluta, y retorne a sus fronteras de 1967; en compartir la totalidad de Jerusalén como una sola ciudad abierta, capital de dos estados: Palestina e Israel.

Los palestinos estamos dispuestos a poner fin al conflicto. Estamos dispuestos a sentarnos ya con cualquier líder israelí, sea cual fuere su pasado, a negociar la libertad para los palestinos, la terminación completa de la ocupación, la seguridad para Israel y soluciones creativas al drama de los refugiados respetando, al mismo tiempo, las inquietudes demográficas de Israel.

Pero sólo nos sentaremos como iguales, no como suplicantes; como socios, no como súbditos; como aspirantes a una solución justa y pacífica, no como una nación vencida que agradece cualquier migaja que le arrojen. Porque, pese a la abrumadora ventaja militar de Israel, nosotros poseemos algo aún más grande: el poder de la justicia”.

 

 

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