FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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V. El tercer mundo

Introducción

 

 

 

Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, en las vastas zonas donde a partir de la conferencia de Bandung (1955) surgiría el concepto de “tercer mundo”, predominaban las colonias, mandatos y protectorados bajo dominación europea. En un brevísimo lapso, los pueblos de Asia y África se liberaron del yugo colonial, y sus dirigencias, la mayoría de ellas muy occidentalizadas, se abocaron a crear nuevos Estados nacionales. En esta tarea se le asignó un papel principal al crecimiento económico, considerando que habría de ofrecer un marco adecuado para la democracia y unas condiciones de vida más dignas y justas para el pueblo. Gran parte de los gobiernos de América Latina y de las excolonias propiciaron la industrialización sustitutiva de las importaciones para favorecer el desarrollo del mercado interno. Simultáneamente, los líderes de las luchas de liberación, una vez en el gobierno buscaron unir sus países en un bloque que acelerara el proceso de independencia en marcha y los previniera de quedar subordinados al orden bipolar. Pero el proyecto incluía desafíos inmensos porque el ex mundo colonial emergió a la nueva vida internacional como un conjunto de países con profundas diferencias, y en muchos casos enfrentados militarmente entre sí.

En la inmediata posguerra la situación de América Latina era muy diferente: hacía casi un siglo que había roto con la dominación colonial de las principales metrópolis, España y Portugal, aunque quedaban islas y zonas de América Central y el Caribe bajo control europeo y estadounidense. Sus Estados nacionales, especialmente en los países mayores, contaban con las instituciones y procedimientos de un Estado moderno. Si bien el sistema democrático estaba lejos de haberse afianzado, cabe recordar que una parte de los Estados europeos tampoco lo había logrado. No obstante, el subcontinente americano compartía con los nuevos países asiáticos y africanos el desafío de crear economías nacionales sólidas y de satisfacer las necesidades y expectativas de la población. Inicialmente, los gobiernos latinoamericanos no intervinieron en la creación del tercer bloque que propiciaría la descolonización. Se fueron sumando más tarde, en el marco de las propuestas que impulsaron la modificación del sistema económico internacional para que contribuyese al crecimiento de los países identificados como subdesarrollados o bien como dependientes, según los distintos discursos.

En las décadas de 1950 y 1960 la mayoría de las economías de las excolonias y latinoamericanas crecieron y sus sociedades se urbanizaron y alfabetizaron, tarea en que los Estados desempeñaron un papel central. En el escenario político, casi todas las experiencias democráticas fueron muy frágiles y el autoritarismo se combinó en muchos países con recurrentes golpes militares.

En Asia oriental, Corea del Sur, Taiwán y Singapur –los llamados “tigres asiáticos”– siguieron una trayectoria diferente y se vincularon tempranamente al mercado mundial. Esto se debió a la importancia de la región para los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría después del triunfo de Mao en China, y también a los rasgos sociales y culturales de los países que emprendieron este rumbo y el desafío de afirmar la existencia de los nuevos y muy frágiles Estados nacionales.

 

 

 

 

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