FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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V. El tercer mundo

El Tercer Mundo en el marco de la Guerra Fría

 

 Casi todos los países del Tercer Mundo se mantuvieron en el bloque capitalista –excepto Corea del Norte, Cuba y las repúblicas de Indochina y Yemen del Sur–, pero muchos encontraron en la rivalidad entre las dos superpotencias un margen para negociar exitosamente sus propios objetivos. Por ejemplo, Nasser, de Egipto, desairado por el Banco Mundial, consiguió ayuda económica de la URSS; otro caso es la ayuda militar que dio Moscú a parte de los Estados árabes en su lucha con Israel en torno a la causa palestina.

Inicialmente, Estados Unidos se definió a favor del anticolonialismo. Una expresión de esta actitud fue su rechazo al intento de invasión conjunta de Gran Bretaña, Israel y Francia a Egipto. Sin embargo, el triunfo del comunismo en China y su cada vez mayor participación en Vietnam lo condujo a catalogar a los nacionalistas radicales del Tercer Mundo como posibles centros de avance del comunismo. En el marco de esa idea, recurrió a las invasiones y a las acciones encubiertas de la CIA, con el fin de liquidar a los gobiernos que alentaban políticas económicas nacionalistas. Lo hizo en Irán a través de la intervención de la CIA, que condujo en 1953 al derrocamiento del primer ministro Mossadegh, por su decisión de nacionalizar el petróleo. fuente. Al año siguiente le tocó el turno al gobierno de Jacobo Árbenz, en Guatemala. El intento de Árbenz de nacionalizar las vastas plantaciones del “pulpo” (la United Fruit) atrajo a Guatemala a muchos radicales, incluido el Che Guevara:

 

Tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit convenciéndome una vez más de lo terribles que son los pulpos capitalistas. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados a esos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico.

 

Quien acabó capitulando fue Árbenz, frente a un golpe de los conservadores guatemaltecos ayudados por la CIA, pese a que la URSS no tuviera prácticamente ninguna relación con su gobierno. La Operación Éxito armada por la CIA derrocó al presidente en julio de 1954fuente. En relación con estas intervenciones, la imagen de Estados Unidos en Latinoamérica sufrió un profundo deterioro. Después de la caída de Árbenz, parte de sus seguidores más radicales huyeron del país y prosiguieron su lucha en otros lugares. Por ejemplo, el caso del Che. Viajó a México, donde entabló relación con Fidel Castro y se sumó a la empresa de derrocar al dictador Fulgencio Batista en Cuba.

Durante la presidencia de Johnson se profundizó la ofensiva estadounidense contra los gobiernos nacionalistas radicales en gran parte del sur del planeta. Los Estados Unidos alentaron los golpes de Estado en Brasil (1964) y Ghana (1966); en 1965 invadieron la República Dominicana y recibieron con agrado la destitución de Ben Bella en Argelia. El caso más claro de la forma en que Estados Unidos asumió la herencia de los viejos imperios coloniales fue Vietnam. Esta conducta de Washington radicalizó a los jóvenes de los países centrales y del Tercer Mundo en contra de las acciones del “imperialismo yanqui”.

El giro de Kruschev fue inverso al de Estados Unidos, ya que abandonó el principio estalinista de los dos campos irreconciliables, que implicaba dejar a un lado la política de frentes populares. El sucesor de Stalin consideró viable y conveniente apoyar las políticas de los nacionalistas radicales, al margen de que no asumiesen una definida posición marxista. Poco después de la Conferencia de Bandung, Kruschev organizó una serie de visitas de Estado a Yugoslavia, la India y Birmania  y envió un emisario personal para estrechar lazos con Nasser. Desde 1956 proclamó que la URSS se sentía complacida de ver el nacimiento de “Estados democráticos nacionales” en los que los comunistas podrían establecer alianzas con nacionalistas “burgueses” de izquierda. Esta nueva política supuso el aumento de la ayuda a la India de Nehru, la Ghana de Nkrumah, la Indonesia de Sukarno y la Argelia de Ben Bella. Por otra parte, Moscú no dudó en recurrir a los tanques para abortar movimientos que cuestionaban su hegemonía en los países de Europa del Este.

Los nacionalistas radicales acuñaron la expresión “socialismo africano” o “socialismo árabe”, que recogía dos ideas básicas: la promoción del crecimiento vía la industrialización y el no alineamiento sin dependencia ideológica de ninguna de las potencias. Simultáneamente, ninguno de estos socialismos alentó la idea de avanzar hacia la revolución ni afectar la propiedad privada de los empresarios locales.

A partir de la confrontación chino-soviética a finales de los años cincuenta, la República Popular China se convirtió en un competidor de la Unión Soviética en la búsqueda de influencia en el Tercer Mundo. La China de Mao criticó duramente la política de “coexistencia pacífica” con Occidente, y desde Pekín se argumentó que la guerra de guerrillas era mucho más adecuada para la lucha por la liberación nacional en las sociedades agrarias que el modelo soviético.

Las dos superpotencias evitaron enfrentarse abiertamente y permitieron el ejercicio de la violencia de su rival sobre los países en los que prevalecía su predominio. El caso en que estuvieron muy cerca de una confrontación armada, o al menos así fue vivido en ese momento, fue el de la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

 

 

 

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