FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Sobre el director y su obra

 

¿Por qué tomar en serio esta película? O, dicho de otro modo ¿Se puede pensar históricamente a partir de Uno, dos, tres? Una respuesta debería encontrarse en la lectura que ofrecemos del film; para pensar en otras posibles parece necesario introducir brevemente algunos rasgos de la figura de su director, una de las personalidades más salientes de la historia del cine norteamericano.

Nacido en Galitzia, actual territorio polaco –entonces austrohúngaro- en 1906, en el seno de una familia judía, Billy Wilder comenzó a hacer películas en Alemania a fines de los veinte. El avance del Nazismo lo hizo emigrar en 1933 a Estados Unidos donde debió comenzar de nuevo desde cero, mientras una gran parte de sus parientes mayores moría en los campos de concentración que los nazis establecieron en Europa oriental. Después de un período de desempleo y altibajos económicos constantes, Wilder consiguió un lugar en Hollywood escribiendo guiones para las comedias de la Paramount. Rápidamente, se destacó como uno de los humoristas más filosos, mordaces y corrosivos de la industria, lo que le valió el derecho de dirigir sus propios guiones desde principios de los cuarenta.

 A lo largo de su carrera en el cine, Wilder se rió de todo y de todos e invitó a los espectadores a hacer lo mismo por medio de sus guiones y de sus películas hilarantes e incómodas. Su mirada del mundo se apoyó siempre en un agudo sentido de la ironía, un humor cáustico y socarrón y una evidente desconfianza frente a las ideologías conservadoras o revolucionarias, a las que satiriza constantemente en sus obras.

 Esta semblanza puede sugerir que la comedia política fue el género más transitado por el director. No es así. Wilder hizo películas en casi todos los géneros, incursionando incluso en el drama y en el policial negro, aunque su terreno natural fue la comedia de costumbres, casi siempre con enredos sexuales en el centro, lo que le valió frecuentes dolores de cabeza con la censura a lo largo de toda su carrera.

 

nullBILLY WILDER (1906-2002)

 

Sus filmes más célebres son Pacto de sangre (Double indemnity, 1944), un magnífico policial negro, pieza clave del género, con Fred McMurray y Barbara Stanwyck; Sunset Boulevard (1950), una extraordinaria y amarga reflexión sobre el paso del tiempo y sus efectos para las estrellas del mundo del espectáculo, La comezón del séptimo año (The seven year itch, 1955), una brillante comedia sobre la infidelidad protagonizada por Marilyn Monroe, Una Eva y dos Adanes (Some like it hot, 1959), probablemente su película más conocida, protagonizada otra vez por Marilyn Monroe junto al inolvidable dúo de Tony Curtis, presumiendo ser un ejecutivo de la Shell mientras intenta a la vez conquistar a la chica y evitar que lo mate una pandilla de gángsters, y Jack Lemmon, actuando de mujer a lo largo de casi toda la película. Otra vez Lemmon, protagonizaría en 1960 Piso de soltero (The apartment), una comedia de tono agridulce que le valió a Wilder cinco Oscars y el reconocimiento definitivo de la industria del cine como uno de los grandes directores de cualquier época.

 Wilder dirigió veintisiete películas a lo largo de su carrera, de la última parte de su obra cabe destacar Primera plana (Front page, 1974) y Fedora (1978), una nueva versión de Sunset Boulevard, acaso la película más oscura del director. Para calibrar la importancia de Wilder en la historia del cine de Hollywood, particularmente en el universo de la comedia, procede recordar las palabras del director español Fernando Trueba cuando su film Belle epoque obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera en 1994. El director español subió al estrado y declaró: “Como no creo en Dios, agradezco este premio a Billy Wilder”.

 Wilder falleció a los 96 años en su casa de Los Ángeles. El judío polaco-austríaco-alemán-estadounidense, petiso y genial, en cuya vida se entrecruzaron buena parte de los acontecimientos políticos más importantes de la historia del siglo XX, legó al cine y a la cultura contemporánea una mueca burlona, ácida e irreverente, pero siempre plena de humor e inteligencia.

 

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