FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Los refugiados

V. La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto


Al concluir las batallas, millones de hombres y mujeres vagaban de un punto a otro del territorio europeo. En mayo de 1945 se calculaba que había más de 40 millones de personas desplazadas.

En noviembre de 1943 las fuerzas aliadas habían creado la Administración de la Naciones Unidas de Socorro y Reconstrucción (UNRRA), con el amplio mandato de asistir a los países que iban siendo liberados de la ocupación nazi. En la posguerra, respecto de la población desplazada, la UNRRA se dedicó sobre todo a las labores de repatriación. Esta tarea fue cada vez más polémica en relación con los soviéticos, especialmente los ucranianos y los procedentes de los Estados bálticos, que no querían retornar a la URSS. El debate en torno a la cuestión de si las personas debían o no tener derecho a elegir su país de residencia se inscribía en la creciente tensión entre los ex aliados, con las democracias occidentales por un lado y con la URSS por otro.

Finalmente, el gobierno de los Estados Unidos, que aportaba el 70 por ciento de los fondos de la UNRRA y ejercía en gran parte el liderazgo de la organización, se negó a ampliar su mandato y presionó para que fuera creada una nueva organización para los refugiados, con una orientación diferente. En julio de 1947 comenzó a funcionar la Organización Internacional de Refugiados (OIR) como organismo especializado no permanente de las Naciones Unidas, y con un programa a ser ejecutado en tres años.

La OIR fue el primer organismo internacional que abordó de forma abarcativa los aspectos relativos a la cuestión de los desplazados. Sus funciones incluían desde la identificación, clasificación y repatriación, pasando por la protección legal y política, hasta el transporte, reasentamiento y reinserción de los refugiados. Este organismo ayudó a repatriar a solo 73.000 personas, pero más de un millón de personas fueron reasentadas con su contribución. La mayoría de ellas se dirigieron a los Estados Unidos; otros países de acogida fueron Australia, Israel, Canadá y diversos países latinoamericanos, como la Argentina.

En diciembre de 1949, la Asamblea General de la ONU decidió, por 36 votos a favor y 11 abstenciones, crear la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) por un período inicial de tres años; a partir de enero de 1951, como órgano dependiente de la Asamblea General. Se dispuso que la ACNUR “tendrá carácter enteramente apolítico; será humanitaria y social y, por regla general, estará relacionada con grupos y categorías de refugiados”. La distinción que aquí se hacía entre carácter político y carácter humanitario era crucial. Muchos funcionarios del ACNUR sostienen que el énfasis en ese carácter apolítico de la labor del Alto Comisionado es lo que, en buena medida, ha permitido que la organización haya actuado tanto en medio de la tensión de la Guerra Fría como en las situaciones posteriores a un conflicto armado. Otros observadores afirman, en cambio, que dado que el ACNUR es un órgano subsidiario de la ONU, sometido al control formal de la Asamblea General, nunca puede ser del todo independiente de los órganos políticos de las Naciones Unidas. El debate sobre esta cuestión expresa el carácter complejo de la distinción entre “acción humanitaria” y “acción política”.

ACNUR, La situación de los refugiados en el mundo. Cincuenta años de acción humanitaria, 2000.


( “Senderos forzados” )

A partir del derrumbe del Muro de Berlín ha ganado espacio en el debate público el trato dado a los alemanes desplazados de los países de Europa oriental con la caída del nazismo. En el 2006, la exhibición titulada Senderos forzados desencadenó controversias en los medios alemanes y polacos.

A continuación transcribimos la nota de la BBC “Exhibición en Berlín reabre heridas”.

“El objetivo de los organizadores de la exhibición en el Kronprinzenpalais de Berlín es ambicioso: explorar el sufrimiento de millones de personas que se vieron obligadas a huir de sus hogares en Europa durante el siglo XX.

Hay docenas de ejemplos de civiles que fueron expulsados de Europa, incluyendo la muerte masiva de armenios a partir de 1915-16, el Holocausto, y los refugiados de Chipre y la antigua Yugoslavia.

Hay muchos objetos en exhibición, incluyendo maletas, álbumes fotográficos y otros enseres personales que los refugiados llevaron consigo al exilio.

Pero, controversialmente, la muestra también se enfoca en el sufrimiento de alemanes expulsados de Polonia y Europa oriental luego de la Segunda Guerra Mundial.

La exhibición fue organizada por una fundación que tiene vínculos cercanos con la Federación de los Expulsados, que representa a los entre 12 y 14 millones de alemanes étnicos y sus descendientes que fueron desplazados de sus hogares.

“Es claro que la expulsión en el siglo XX fue un instrumento común de políticos que no tenían preocupación alguna por la suerte de los seres humanos”, dijo Erika Steinbach, presidenta de la Fundación Centro contra las Expulsiones.

Para Steinbach, una política asociada al partido Demócrata Cristiano, esta exhibición es vista como el primer paso hacia el establecimiento de un centro permanente en Berlín para recordar a los millones de alemanes que fueron expulsados después de la Segunda Guerra Mundial.

Pero eso es altamente controversial, y muchos políticos y otros grupos en Alemania se muestran contrarios a la idea.

Los organizadores están esperando que la exhibición concentre la atención en el sufrimiento de los alemanes étnicos que fueron desplazados de sus hogares, pero también en el sufrimiento de muchos otros europeos.

“Probablemente no es bien sabido fuera de Alemania que, al final de la Segunda Guerra Mundial, cerca de 12 millones de alemanes tuvieron que abandonar sus hogares en las antiguas provincias orientales alemanas y en otras partes”, dijo Wilfried Rogasch, curador de la exposición.

“Fue la mayor migración forzosa en la historia moderna de Europa. Mostramos eso en un contexto europeo”.

Pero la exhibición ha molestado a muchas personas en Polonia, y varias docenas de polacos llevaron a cabo una manifestación fuera de la galería en Berlín durante la noche de la apertura de la muestra.

El primer ministro de Polonia, Jaroslaw Kaczynski, condenó la exhibición como un “evento muy malo, preocupante y triste”, ya que “relativizó la historia de la Segunda Guerra Mundial”.

Kazimierz Marcinkiewicz, alcalde encargado de la capital polaca, Varsovia, canceló un viaje a Berlín diciendo que no podía visitar esa ciudad mientras la muestra estuviera en curso.

“Mi visita a Berlín podría ser malinterpretada y objeto de abuso bajo esas circunstancias”, agregó.

Los críticos sostienen que la exhibición es un intento por reescribir la historia, alegando que los alemanes son mostrados principalmente como víctimas y el papel del régimen nazi no es examinado debidamente.

“Creemos que la lucha contra el totalitarismo, el nazismo y el comunismo, y los movimientos de resistencia, fueron las partes más importantes de la historia del siglo XX. La expulsión, especialmente de alemanes, fue apenas una consecuencia de ello”, dijo Slawomir Tryc, de la embajada polaca en Berlín.

Pero el curador de la exhibición dice que los alemanes deberían poder examinar todos los aspectos de la historia.

“Me parece que es significativo mostrar que los alemanes fueron víctimas después de la Segunda Guerra Mundial”, advirtió Rogasch.

“Sabemos que los alemanes cometieron muchos crímenes, y eso está bien documentado. Más de 60 años después del final de la guerra, podemos empezar a enfocarnos en el destino de 12 millones de alemanes que fueron expulsados. Eso es una parte importante de nuestra historia nacional”.

BBC, Berlín, 13 de agosto de 2006.


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