La firma de la Declaración del grupo Minorista, revista Social, junio de 1927.
Con motivo de cierta afirmación lanzada por un periodista y ensayista local, el señor Lamar Schweyer, asegurando la no existencia del Grupo Minorista, los abajo firmantes, que se consideran componentes de dicho grupo, estiman necesario aclarar, de una vez y definitivamente, el error de apreciación que, juntamente con el señor Lamar, sufren algunos equivocados.
¿Cómo nació, qué es, quiénes constituyen
verdaderamente el llamado Grupo Minorista?
Hace algunos años, el 18 de marzo de 1923, un reducido
número de intelectuales,artistas, periodistas, abogados reunidos
incidentalmente en la Academia de Ciencias, llevó a cabo un acto de rebeldía y
censura contra el entonces Secretario de Justicia, allí presente, significando
así el repudio que la opinión pública hacía de la memorable compra por el
Gobierno del Convento de Santa Clara, como imposición gubernamental a la
mayoría del país.
Aquel acto marcó una orientación destructiva,
apolítica, a la juventud interesada en influir honradamente en el desarrollo de
nuestra vida pública, dando una fórmula de sanción social y actividad
revolucionaria a los intelectuales cubanos.
Como ese núcleo de protestantes se reunía la sazón
habitualmente para acopiar datos y libros al proyecto de publicación de una
antología de poetas modernos de Cuba, tuvo así el doble vínculo de una
colaboración artística y una corresponsabilidad pública y hasta penal. Se
hizo enseguida el intento de organizar y ampliar aquel conjunto, y a tal
propósito tendió la formación de la llamada Falange de Acción Cubana. Esa
manera de agrupación no plasmó en realidad efectiva, pero casi todos los
componentes de aquel núcleo, ya aumentado por simpatizadores decididos, volvió
a hallarse en las filas de la Asociación que se denominó Veteranos y Patriotas,
la cual preparaba un movimiento armado contra la corrupción administrativa y la
incapacidad gubernamental.
¿Qué sintomatizaban estos hechos? ¿A qué se debían las
frecuentes reuniones no oficiales, sino espontáneas, de los mismos invariables
elementos, casi todos jóvenes, casi todos artistas? ¿Por qué en las
conversaciones del grupo se hacía burla de los falsos valores, de los
mercachifles patrioteros, de los incapaces encumbrados, de los genios
oficiales; y se censuraba el desconocimiento de los problemas cubanos, el
sometimiento de nuestro gobierno a la exigencia extranjera, la farsa del
sufragio y la ovejuna pasividad del medio?
Todo eso era indicio de que en Cuba se integraba,
perfilándose sin organización estatutaria, pero con exacta identidad de ideales
y creciente relieve, un grupo intelectual izquierdista, producto natural del
medio, y órgano histórico fatalmente determinado por la función social que
había de cumplir.
La circunstancia de que habitualmente algunos
componentes del grupo se reunieran cada sábado y luego almorzaran juntos en un
lugar público, explica por qué a su mesa se sentaban amigos que no eran
propiamente compañeros, y eso es el origen del error que confunde a la llamada
minoría con una reunión accidental y heterogénea que no tiene carácter sesional
ni actividad trascendente.
La minoría, pues, constituye un grupo sin reglamento,
sin presidente, sin secretario, sin cuota mensual, en fin, sin campanilla ni
tapete; pero es ésta precisamente la más viable organización de un grupo de
intelectuales: en diversos sitios ha fracasado la reglamentación de grupos
análogos, en los cuales la vertebración que impone la unidad substantiva de
criterio es más importante y no tiene los inconvenientes que una estructura
formal, externa y adjetiva.
Es fenómeno innegable, comprobado en distintos países, la
renovación ideológica, de izquierdización, de los grupos de esta índole. La
minoría sabe hoy que es un grupo de trabajadores intelectuales (literatos,
pintores, músicos, escultores, etc.). El Grupo Minorista, denominación que le
dio uno de sus componentes, puede llevar ese nombre por el corto número de
miembros efectivos que lo integran pero él ha sido en todo caso un grupo
mayoritario, en el sentido de constituir el portavoz, la tribuna y el índice de
la mayoría del pueblo; con propiedad es minoría, solamente, en lo que a su
criterio sobre arte se refiere.
En el transcurso de un año, interpretando y traduciendo
la opinión pública cubana, ha protestado contra el atropello de Nicaragua,
contra la política de Washington respecto a México, contra el allanamiento del
recinto universitario y el domicilio de Enrique José Varona por las fuerzas de
la Policía Nacional. Y nada importa a su unidad ni a su existencia que en sus
manifestaciones y declaraciones lo acompañen episódica y esporádicamente
nombres y firmas que no forman parte integrante de su núcleo.
Colectiva, o individualmente, sus verdaderos componentes
han laborado y laboran:
Por la revisión de los valores falsos y gastados.
Por el arte vernáculo y, en general, por el arte nuevo
en sus diversas manifestaciones.
Por la introducción y vulgarización en Cuba de las
últimas doctrinas, teóricas y prácticas artísticas y científicas.
Por la reforma de la enseñanza pública y contra los
corrompidos sistemas de oposición a las cátedras. Por la autonomía
universitaria.
Por la independencia económica de Cuba y contra el
imperialismo yanqui.
Contra las dictaduras políticas universales, en
el mundo, en la América, en Cuba.
Contra los desafueros de la pseudodemocracia, contra
la farsa del sufragio y por la participación efectiva del pueblo en el
gobierno.
En pro del mejoramiento del agricultor, del
colono y del obrero en Cuba.
Por la cordialidad y la unión latinoamericana.
La Habana, mayo 7 de 1927.
Rubén Martínez Villena, José A. Fernández de Castro, Jorge Mañach, José Z. Tallet, Juan Marinello, Enrique Serpa, Agustín Acosta, Emilio Roig de Leuchsenring, María Villar Buceta, Mariblanca Sabas Alomás, Antonio Gattorno, José Hurtado de Mendoza, Otto Bluhme, Alejo Carpentier, OrosmásnViamontes, Juan Antiga, Arturo Alfonso Roselló, Juan José Sicre, Diego Bonilla, Conrado W. Massaguer, Eduardo Abela, Luis López Méndez, Armando Maribona, Guillermo Martínez Márquez, José Manuel Acosta, A.T. Quílez, F. de Ibarzábal, L.G. Wanguemert, Juan Luis Martén, Félix Lizaso, Francisco Ichaso, Martín Casanovas, Luis A. Baralt y Felipe Pichardo Moya.