FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 La primera guerra mundial y la revolución rusa SOBRE LOS AUTORES I LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA REVOLUCION RUSA

I LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA REVOLUCION RUSA

Sobre los autores

 

Sheila Fitzpatrick (1941 - )

 

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Historiadora australiana. Cursó estudios en la universidad de Melbourne, doctorándose posteriormente en Oxford. Es profesora honoraria en la Universidad de Sydney. Su área de estudio es la historia social y cultural de la Rusia soviética, con reconocidos aportes para pensar el periodo estalinista. En los años 60 se posicionó en la corriente revisionistas que enfatizó la importancia del análisis de la dimensión social en la reconstrucción del pasado.

Comentario de Fitzpatrick, Sheila, La revolución rusa, Buenos Aires, Siglo veintiuno editores Argentina, 2005, Cap1 “El escenario",  Cap. 2 “1917: Las revoluciones de febrero y octubre”.

En estos dos primeros capítulos de su libro, la autora caracteriza el escenario de la Rusia zarista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, para después ubicar sobre el mismo el proceso revolucionario de 1917.

El imperio zarista es descripto como una gran potencia que sin embargo demuestra un profundo atraso en relación, especialmente, de la Europa occidental. Si bien el desarrollo económico e industrial se habían acelerado en las tres décadas anteriores a 1917 los resultados de la modernización distaban mucho de ser homogéneos, y la sociedad estaba atravesada por las tensiones propias de la convivencia de elementos tradicionales y novedosos.

Mientras que en los centros industriales y mineros, se desarrollaba un proletariado creciente, concentrado y combativo, en el ámbito rural se mantenía el esquema de las aldeas constituidas por campesinos atados a la comunidad por las deudas y la tradición, que a veces apenas estaban distanciados en una generación de antepasados siervos.

También en esta tensión entre modernidad y tradición ubica la autora a la política rusa, influenciada por los resabios idealistas y ruralistas de los populistas, la siempre permanente influencia de la aristocracia, así como de una inteligentsia crítica del zarismo, pero deudora de sus parciales intentos de modernización.

La aparición de grupos marxistas desde fines del siglo XIX, con su mirada puesta en la modernización (revolucionaria o no)  es considerada central para la autora como explicativa del proceso de 1917, precedido por la revolución de 1905 y desencadenado por la Primera Guerra Mundial.

Analizando ya el proceso de 1917, Fitzpatrick afirma que la revolución tuvo desde un primer momento un carácter dual en el que se combinan el levantamiento de la elite y el levantamiento popular. Eso se reflejó en la cronología del proceso, y sus dos estallidos, el de Febrero y el de Octubre, pero también en la convivencia problemática, pero no siempre incompatibles entre un polo de poder elitista y liberal como el del Gobierno Provisional y otro popular y potencialmente revolucionario como el de los Soviets.

Sin simpatizar demasiado con la ideología leninista, en la que encuentra ciertos elementos negativos que identifica como constitutivos del régimen soviético y que se agravarán durante el stalinismo, Fitzpatrick recalca sin embargo la lucidez política de los bolcheviques. Según la autora, en un proceso revolucionario en el que los dirigentes liberales, socialistas moderados y marxistas reformistas no parecían terminar nunca de trazar un rumbo, la legitimidad del liderazgo bolchevique estuvo dado por esa voluntad y capacidad de ponerse al frente de un proceso que desbordó al resto de las fuerzas políticas.

 

 

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