FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 Fuentes La primera guerra mundial y la revolución rusa Sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado

Sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado

I. La Revolución Rusa


El I Congreso de la Internacional Comunista se realizó en Moscú entre el 2 y el 6 de marzo de 1919; participaron 52 delegados de 30 países: 34 con voz y voto y 18 con voz. El informe de Lenin sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado fue aprobado sin discusiones por unanimidad.

“Los imperialistas de los países de la 'Entente' bloquean a Rusia, tratando de aislar a la República Soviética, como foco contaminador, del mundo capitalista. Estas gentes, que se jactan del 'democratismo' de sus instituciones, están tan cegadas por el odio a la República Soviética que no advierten cómo ellos mismos hacen el ridículo. Figúrense ustedes: los países más adelantados, más civilizados y 'democráticos', armados hasta los dientes, que tienen bajo dominio militar indiviso a todo el mundo, temen como al fuego el contagio ideológico procedente de un país arruinado, hambriento, atrasado y que, según ellos, ¡es incluso un país semisalvaje!

Esta sola contradicción abre ya los ojos a las masas trabajadoras de todos los países y ayuda a desenmascarar la hipocresía de los imperialistas como Clemenceau, Lloyd George, Wilson y sus gobiernos. (…)

La III Internacional fue fundada bajo una situación mundial en que ni las prohibiciones ni los pequeños y mezquinos subterfugios de los imperialistas de la 'Entente' o de los lacayos del capitalismo, como Scheidemann en Alemania y Renner en Austria, son capaces de impedir que entre la clase obrera del mundo entero se difundan las noticias acerca de esta Internacional y las simpatías que ella despierta. Esta situación ha sido creada por la revolución proletaria, que, de un modo evidente, se está incrementando en todas partes cada día, cada hora. Esta situación ha sido creada por el movimiento soviético entre las masas trabajadoras, el cual ha alcanzado ya una potencia tal que se ha convertido verdaderamente en un movimiento internacional.

La I Internacional (1864-1872) echó los cimientos de la organización internacional de los obreros para la preparación de su ofensiva revolucionaria contra el capital. La II Internacional (1889-1914) ha sido una organización internacional del movimiento proletario, cuyo crecimiento se realizaba en amplitud, a costa de un descenso temporal del nivel revolucionario, en el fortalecimiento temporal del oportunismo, que, a fin de cuentas, llevó a dicha Internacional a una bancarrota ignominiosa.

De hecho, la III Internacional fue creada en 1918, cuando el largo proceso de la lucha contra el oportunismo y el socialchovinismo condujo, sobre todo durante la guerra, a la formación de partidos comunistas en una serie de naciones. (…)

La III Internacional ha recogido los frutos del trabajo de la II Internacional, ha amputado la parte corrompida, oportunista, socialchovinista, burguesa y pequeñoburguesa y ha comenzado a implantar la dictadura del proletariado.

La alianza internacional de los partidos que dirigen el movimiento más revolucionario del mundo, el movimiento del proletariado para el derrocamiento del yugo del capital, cuenta ahora con una base más sólida que nunca: varias Repúblicas Soviéticas, que convierten en realidad, en escala internacional, la dictadura del proletariado, la victoria de este sobre el capitalismo. (…)

¿Cómo ha podido suceder que haya sido precisamente uno de los países más atrasados de Europa el primero en implantar la dictadura del proletariado, en organizar la República Soviética? Quizá no nos equivoquemos si afirmamos que precisamente esta contradicción entre el atraso de Rusia y su 'salto' a la forma más elevada de democracia, a la democracia soviética o proletaria, por encima de la democracia burguesa; que precisamente esta contradicción ha sido una de las causas (además del peso de las costumbres oportunistas y de los prejuicios filisteos sobre la mayoría de los jefes del socialismo) que hizo particularmente difícil o retardó la comprensión del papel de los soviets en Occidente.

Las masas obreras del mundo entero percibieron instintivamente el significado de los soviets como arma de lucha del proletariado y como forma del Estado proletario. Pero los 'líderes', corrompidos por el oportunismo, seguían y siguen rindiendo culto a la democracia burguesa, calificándola de 'democracia' en general.

¿Es acaso sorprendente que la implantación de la dictadura del proletariado haya mostrado, ante todo, la 'contradicción' entre el atraso de Rusia y su 'salto' por encima de la democracia burguesa? Cabría extrañarse si la historia nos brindara la posibilidad de implantar una nueva forma de democracia sin una serie de contradicciones.

Cualquier marxista, iucluso todo hombre familiarizado con la ciencia moderna en general, al que preguntáramos si es posible el paso uniforme, armónicamente proporcional de los diversos países capitalistas a la dictadura del proletariado, nos respondería, sin duda, negativamente. En el mundo del capitalismo no hubo ni pudo haber jamás nada uniforme, ni armónico, ni proporcional. Cada país ha ido desarrollando con particular relieve uno u otro aspecto o rasgo, o todo un grupo de rasgos, inherentes al capitalismo y al movimiento obrero. El proceso de desarrollo ha tenido lugar en forma desigual. (…)

He tenido ocasión de decir reiteradas veces: en comparación con los países adelantados, a los rusos les ha sido más fácil comenzar la gran revolución proletaria, pero les será más dificil continuarla y llevarla hasta el triunfo definitivo, en el sentido de la organización completa de la sociedad socialista.

Nos fue más fácil comenzar, en primer lugar, porque el inusual –­para la Europa del siglo XX–­ atraso político de la monarquía zarista originaba un empuje revolucionario de las masas de una fuerza excepcional. Segundo, porque el atraso de Rusia hizo coincidir de un modo peculiar la revolución proletaria contra la burguesía con la revolución campesina contra los terratenientes. De ahí partimos en octubre de 1917, y no hubiéramos vencido entonces con tanta facilidad de no haber partido de ahí. Ya en 1856, Marx, al referirse a Prusia, indicaba la posibilidad de una combinación peculiar de la revolución proletaria con una guerra campesina.  Los bolcheviques, desde el comienzo de 1905, abogaban por la idea de la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos. Tercero, la revolución de 1905 contribuyó muchísimo a la educación política de las masas obreras y campesinas, tanto en el sentido de familiarizar a su vanguardia con la 'última palabra' del socialismo en Occidente, como en el sentido de la acción revolucionaria de las masas. Sin este 'ensayo general' de 1905, las revoluciones de 1917, tanto la burguesa de febrero como la proletaria de octubre, habrían sido imposibles. Cuarto, las condiciones geográficas de Rusia le permitieron sostenerse más tiempo que otros países frente a la superioridad militar de los países capitalistas adelantados. Quinto, la actitud peculiar del proletariado ante los campesinos facilitaba la transición de la revolución burguesa a la revolución socialista, facilitaba la influencia de los proletarios de la ciudad sobre las capas semiproletarias, más pobres, de los trabajadores del campo. Sexto, la larga escuela de lucha huelguística y la experiencia del movimiento obrero de masas de Europa facilitaron el surgimiento, en una situación revolucionaria que se exacerbaba profunda y rápidamente, de una forma tan peculiar de organización revolucionaria del proletariado como son los soviets.

Esta enumeración, claro está, no es completa. Pero, por ahora, podemos limitarnos a ella. (…)

La II Internacional en bancarrota está agonizando y se pudre en vida. De hecho, desempeña el papel de lacayo de la burguesía internacional. Es una verdadera Internacional amarilla. Sus jefes ideológicos más destacados, como Kautsky, cantan loas a la democracia burguesa, calificándola de 'democracia'' en general o –lo que es más necio y burdo todavía– de 'democracia pura'.

La democracia burguesa ha caducado, lo mismo que la II Internacional, aunque cumplía un trabajo históricamente necesario y útil, cuando estaba planteada al orden del día la obra de preparar a las masas obreras en los marcos de esta democracia burguesa.

La república burguesa más democrática ha sido siempre, y no podía ser otra cosa,  una máquina para la opresión de los trabajadores por el capital, un instrumento del poder político del capital, la dictadura de la burguesía. La república democrática burguesa prometía el poder a la mayoría, lo proclamaba, pero jamás pudo realizarlo, ya que existía la propiedad privada de la tierra y demás medios de producción.

La 'libertad' en la república democrática burguesa era, de hecho, la libertad para los ricos. Los proletarios y los campesinos trabajadores podían y debían aprovecharla con objeto de preparar sus fuerzas para derrocar el capital, para vencer a la democracia burguesa; pero, de hecho, las masas trabajadoras, como regla general, no podían gozar de la democracia bajo el capitalismo.

Por vez primera en el mundo, la democracia soviética o proletaria ha creado una democracia para las masas, para los trabajadores, para los obreros y los pequeños campesinos.

Jamás ha existido en el mundo un poder estatal ejercido por la mayoría de la población, un poder efectivamente de esta mayoría, como lo es el poder soviético. (…)”

Texto completo en Marxists Internet Archive, 2000.

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