FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Discurso de Largo Caballero

III. Fascismo y nazismo


En el teatro Pardiñas de Madrid el día 17 de octubre de 1937.

Largo Caballero





FRANCISCO LARGO CABALLERO (1869–1946)





 

 “TRABAJADORES: Sean mis primeras palabras de salutación a todos los combatientes que luchan en España contra el fascismo y por la independencia de nuestro país, y un recuerdo de gran emoción para todos aquellos que han caído luchando por la misma causa.

(...)

Cuando constituí ese Gobierno, lo realicé con el interés de ganar la guerra. No hice exclusión de ninguno de los elementos que tenían hombres luchando en las trincheras: estaban en él las tendencias del Partido Socialista, los comunistas, los vascos, los catalanes, los republicanos, y, por fin, se logró que la cnt hiciese un acto más de abnegación y entrase en el Gobierno, con lo cual se completó todo el cuadro antifascista dentro de aquel Gabinete.

(...)

Se dirá: ¿qué es lo que ha ocurrido aquí para que contra aquel a quien antes consideraban todos como un hombre representativo de la clase trabajadora se haya hecho esa campaña difamadora? ¿Es que Largo Caballero ha cambiado de ideología? ¿Es que Largo Caballero ha hecho traición? (Voces: ¡No!) Eso digo yo: que no. ¡Ah! Entonces, ¿por qué se ha hecho esa campaña? ¿Sabéis por qué? Porque Largo Caballero no ha querido ser agente de ciertos elementos que estaban en nuestro país y porque ha defendido la soberanía nacional en el orden militar, en el orden político y en el orden social. (Aplausos) Y cuando esos elementos comprendieron, bien tarde por cierto, que Largo Caballero no podía ser un agente de ellos, entonces, con una nueva consigna, se emprendió la campaña contra mí. Yo afirmo aquí que hasta poco antes de iniciarse la campaña se me ofrecía todo cuanto hay que ofrecer a un hombre que pueda tener ambiciones y vanidades. Yo podía ser el jefe del Partido Socialista Unificado; yo podía ser el hombre político de España; no me faltarían apoyos de todos los elementos que me hablaban. Pero había de ser a condición de que yo hiciera la política que ellos quisieran. Y yo dije: de ninguna manera. (Clamorosa ovación) Decía yo que tarde me conocieron. Podían haber comprendido desde el primer momento que Largo Caballero no tiene ni temperamento ni madera de traidor para nadie.

(...)

El día anterior al planteamiento de la crisis, algunos periódicos madrileños anunciaban ya acontecimientos políticos como resultado de aquel Consejo. En él, la representación comunista produjo el escándalo, pidiendo un cambio de política en la guerra y un cambio de política en el orden público. Ese era el pretexto, porque en lo que se refiere a guerra, el Partido Comunista sabía, como yo, lo que ocurría, porque tenía representación en el Consejo Superior de Guerra.

(...)

Recuerdo bien que una de las condiciones que a mí me ponía el Partido Comunista para colaborar en el Gobierno que estaba encargado nuevamente de formar, era que yo no fuese ministro de la Guerra. Yo les objetaba: ‘¿Qué fundamento tenéis para esto?’. ‘Que el Ministerio de la Guerra y la Presidencia es muchísimo trabajo (risas), y no conviene que tengas tanto trabajo’ (más risas). Yo les dije que no me parecía un fundamento verdadero y sólido, porque quien tenía que examinar eso no eran ellos; era yo. Agradecía íntimamente el buen deseo (siguen las risas), la buena voluntad que tenían de quererme descargar del trabajo que sobre mí pesaba... Pero no era eso; era algo de lo otro que os decía antes. Si hoy no puedo entrar en detalles, ya lo haré en otro momento. (...)

Todos sabéis que ha habido casos verdaderamente desgraciados, que aún no se han esclarecido, de personas hechas desaparecer por elementos que no son el Gobierno, y que han constituido un Estado dentro de otro Estado. Esto ha trascendido, compañeros, hasta el extremo de que han venido a España representantes de las Internacionales, a averiguar expresamente qué había de verdad en ello, y a nosotros, personalmente, se nos ha dicho: ‘Desde que esto ha ocurrido, nosotros no podemos levantar el entusiasmo en el extranjero, entre nuestros compañeros, porque sospechan que aquí quienes dominan y quienes influyen son los elementos –lo dicen claramente– comunistas, y todo el mundo se pregunta si van a ayudar a España para que luego sean los comunistas quienes rijan los destinos de España’. ¡Eso han venido a preguntarnos! Y no os extrañe. Una de las cosas que yo he censurado eran esos excesos que, a juicio mío, se cometen; por ejemplo, que hubiese mandos militares de gran importancia que asistiesen a congresos comunistas, a desfiles en honor de comunistas. De todo ello se sacaban fotografías que se publicaban en los periódicos, y esos periódicos iban a Londres, iban a París, iban a otras partes, y cuando allí veían que los jefes del Ejército, en gran número y de gran influencia, asistían a esos actos, decían: ‘¡Entonces, es verdad que allí lo que domina e influye es el comunismo!’. Esto nos perjudicaba mucho, muchísimo”.

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