Los problemas culturales y sociales de la India colonial
VI. El mundo colonial y dependiente
Discurso del Mahatma Gandhi pronunciado en Benarés el 14 de febrero de 1916, con motivo de la inauguración de la universidad hindú.
“[…] Amigos míos, bajo la influencia de la inigualable elocuencia de la señora Besant, que acaba de sentarse, os ruego que no creáis que nuestra universidad es ya algo acabado, y que todos los jóvenes que acudirán a la universidad, que aún se ha de construir y nacer, ya han ido y han regresado de ella formados como ciudadanos hechos y derechos de un gran imperio. No os marchéis con semejante impresión, y si vosotros, que formáis el mundo de los estudiantes al que esta tarde se supone que dirijo mis consideraciones, estimáis por un momento que la vida espiritual, por la que este país es conocido y en la que este país no tiene parangón, se puede transmitir través de la palabra, por favor, creedme, estáis en un error. Nunca podréis transmitir solo de palabra el mensaje que la India, espero, un día dará al mundo. […]
Quisiera decir que es motivo de profunda humillación y vergüenza para todos
nosotros que esta tarde, bajo la sombra de esta gran escuela, en esta sagrada
ciudad, esté obligado a dirigirme a mis compatriotas en una lengua que me es
ajena. Sé que si me nombraran examinador y me pidieran que examinara a todos
los que durante estos dos días han asistido a esta serie de conferencias, la
mayoría de los interrogados sobre lo que en ellas se ha dicho suspenderían. ¿Y
por qué? Porque las palabras no les han llegado al corazón.
Estuve presente en las sesiones del gran Congreso del mes de diciembre. Allí se
reunió un público mucho más amplio, y ¿me creeréis si os digo que los únicos
discursos que llegaron al corazón de aquel inmenso público reunido en Bombay
fueron los pronunciados en indostánico? En Bombay, tenedlo presente, no en
Benarés, donde todo el mundo habla hindi. Pero entre las lenguas vernáculas de
la presidencia en Bombay, por un lado, y el hindi por el otro, no hay una línea
de separación tan grande como la que existe entre el inglés y la lengua hermana
de la India. Y
el público que acudió al Congreso podía seguir mejor a los oradores que
hablaban en hindi. Albergo la esperanza de que esta universidad vele para que
los jóvenes que acudan a ella reciban su enseñanza en sus lenguas vernáculas.
Nuestras lenguas son el reflejo de nosotros mismos, y si me decís que nuestras
lenguas son demasiado pobres para expresar los pensamientos más brillantes y
elevados, entonces digamos que cuanto antes sea borrada nuestra existencia
mejor será para nosotros. ¿Hay aquí alguien que sueñe con que el inglés llegue
a ser la lengua nacional de la
India? ¿Alguien que no vea que esto es una clara desventaja
para la nación? Imaginaos solo por un momento si va ser equitativa la carrera
que nuestros muchachos van correr al lado de un muchacho inglés […].
La única enseñanza que recibimos es la inglesa. Sin lugar a dudas, por el
hecho de recibir tenemos que dar algunos frutos. Pero supongamos que hubiéramos
recibido durante los pasados 50 años la enseñanza en nuestras lenguas
vernáculas, ¿qué tendríamos hoy? Hoy tendríamos una India libre, tendríamos a
nuestros hombres formados y cultos, no como si fuesen extranjeros en su propia
tierra, sino hombres capaces de hablar al corazón de la nación, trabajarían
entre los más pobres de los pobres, y todo cuanto hubieran podido alcanzar
durante esos 50 años sería un legado para la nación. Hoy ni siquiera nuestras
esposas comparten nuestros pensamientos más lúcidos. Mirad al profesor Bose y
al profesor Ray y sus brillantes investigaciones. ¿No es una lástima que sus
investigaciones no sean acervo común de las masas?
Pasemos ahora a otro tema.
El Partido del Congreso ha aprobado una resolución sobre el autogobierno y no
me cabe duda de que el Comité del Partido del Congreso Indio y la Liga Musulmana
cumplirán con su deber y propondrán algunas sugerencias concretas. Pero, por lo
pronto, debo confesar con toda franqueza que no estoy tan interesado en lo que
puedan aportar como en lo que el mundo de los estudiantes aportará o en aquello
que las masas aportarán. Ninguna intervención escrita sobre papel nos dará
nunca el autogobierno. Por mucho que hagamos, los discursos no nos harán aptos
para el autogobierno. Solo nuestra conducta nos hará capaces de autogobernamos.
¿Y cómo tratamos de gobernarnos a nosotros mismos? […]
Coincido por completo con el presidente del Partido del Congreso en que
antes de pensar en el autogobierno es preciso recorrer un lento y duro camino.
En toda ciudad hay dos divisiones, el acantonamiento y la ciudad propiamente
dicha. La ciudad, en su mayor parte, es un lugar hediondo. Nosotros somos un
pueblo que no está acostumbrado a la vida urbana. Pero si queremos llevar una
vida urbana, no podemos seguir reproduciendo la vida sin complicaciones de la
aldea rural. No conforta pensar que la gente que anda por las calles de la Bombay india lo haga con el
miedo permanente de que quienes viven en los edificios de pisos les escupan
encima.
Viajo bastante en ferrocarril. He visto los apuros que pasan los viajeros de
tercera clase. Pero la administración del ferrocarril no tiene en absoluto la
culpa de todas esas penurias. Desconocemos las normas elementales de limpieza.
Escupimos en cualquier parte del suelo de los vagones, sin parar mientes para
nada en que a menudo se utiliza como espacio para dormir. No nos preocupamos
para nada en cómo lo usamos; el resultado es un compartimiento lleno de una
inmundicia indescriptible. Los pasajeros de la llamada clase preferente
intimidan a sus hermanos menos afortunados. Entre esta clase, he visto también
a los estudiantes, que, a veces, no se comportan mejor. Hablan inglés y llevan
chaquetas de Norfolk y, en consecuencia, reclaman el derecho a subirse primero
y a acomodarse en asientos.
He girado las luces de los proyectores, y como me habéis concedido el honor de
poder hablaros, os he desnudado mi corazón. Sin duda debemos corregir estas
cosas en nuestro progreso hacia el autogobierno.
Ahora quisiera mostraros otra escena. Su alteza, el marajá, que presidió el día
de ayer nuestras deliberaciones, habló de la pobreza de la India. Otros oradores
hicieron gran hincapié en ella. Pero ¿de qué fuimos testigos bajo la gran carpa
en la que el virrey celebró la ceremonia de fundación? Sin duda de un
espectáculo magnífico, de una exhibición de joyas que fue un espléndido
espectáculo capaz de regalar la vista del más grande de los joyeros que
decidiera venir desde París. Al comparar los millones de pobres con estos
nobles tan ricamente engalanados, me siento con ganas de decirles a estos
nobles: “No hay salvación para la
India, si no os quitáis estas joyas y las dejáis en
fideicomiso a vuestros compatriotas de la India”. Estoy seguro de que no es el deseo del
rey-emperador ni de lord Hardinge que, para mostrar la lealtad más auténtica a
nuestro rey-emperador, haya que sacar todas las joyas de los joyeros y aparecer
engalanados de pies a cabeza. Me atrevería a prometeros que, por mi cuenta y
riesgo, os traeré un mensaje del propio rey Jorge en el que diga que no espera
nada de eso.
Señor, siempre que oigo hablar de un gran palacio que se alza en una gran
ciudad de la India,
sea en la India
británica o en la India
que gobiernan nuestros grandes príncipes, me siento de repente celoso y
exclamo: “¡Pero si es el dinero que proviene de los agricultores!”. Más del 75 %
de la población es campesina y el señor Hígginbotham, ayer noche, nos dijo en
su propia y precisa lengua que son hombres que cultivan dos briznas de hierba y
no solo una. Pero no debe haber mucho espíritu de autogobierno en nosotros, si
les quitamos o dejamos que otros les quiten casi todo lo que les proporciona su
trabajo. Nuestra salvación solo puede venir del agricultor. Ni los abogados, ni
los médicos, ni los ricos terratenientes van a proporcionárnosla. […]”.
VACAS SAGRADAS EN BENARÉS
FOTO DE NATIONAL GEOGRAPHIC DE 2010.
BENARÉS (VARANASI) ES UNA DE LAS SIETE CIUDADES SAGRADAS DEL HINDUISMO, ASÍ COMO PARA EL JAINISMO Y EL BUDISMO. TODO HINDUISTA DEBE VISITARLA AL MENOS UNA VEZ EN LA VIDA. LOS BAÑOS EN EL RÍO GANGES, QUE PASA POR ESTA CIUDAD, SE CONSIDERAN PURIFICADORES DE LOS PECADOS. DICHO RÍO CUENTA EN LA ACTUALIDAD CON UN IMPORTANTE GRADO DE CONTAMINACIÓN.
LA PROTECCIÓN DE LAS VACAS ES UNO DE LOS EJES DEL HINDUISMO. PARA ESTA RELIGIÓN TODO LO QUE PROVIENE DE UNA VACA ES SAGRADO (SU CUERPO CONTIENE MILLONES DE DIOSES Y DIOSAS). EL ENIGMA NO SE SOLUCIONA DICIENDO QUE LOS HINDÚES NO COMEN VACAS PORQUE SON HINDÚES Y LOS HINDÚES NO COMEN VACAS. SEGÚN EL ANTROPÓLOGO MARVIN HARRIS ,“EL RECHAZO DE LA CARNE DE VACA DEBIDO A LAS CREENCIAS HINDÚES ES LO QUE CONSTITUYE EL ENIGMA, NO LA RESPUESTA”.