FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El Futurismo, las formas y la guerra

En 1909, el escritor italiano Filippo Tomasso Marinetti publicó en las páginas del diario francés Le Figaro el manifiesto inaugural del Futurismo. Este movimiento de vanguardia exaltaba el progreso, la modernidad, la máquina, la energía y el peligro. Proponía romper con el pasado o, mejor dicho, volverse contra una tradición cultural que en el caso italiano contaba con un densísimo legado artístico desde la antigüedad, pasando por el Renacimiento y el Barroco. Las palabras y las obras de los futuristas  dan cuenta del tono beligerante de la propuesta: “Es desde Italia desde donde nosotros lanzamos al mundo este manifiesto de violencia arrasadora e incendiaria, con el cual fundamos hoy el Futurismo, porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.”

En muchos casos, las obras de los pintores y escultores futuristas utilizaron técnicas tradicionales como el óleo o el fundido en bronce. Fue al nivel de los temas donde rompieron con mayor beligerancia con el realismo pintoresco de buena parte de la pintura italiana del cambio de siglo, en las que predominaban los marrones y tierras para representar trabajadores y campesinos.

GIUSEPPE PELLIZZA DA VOLPEDO, EL CUARTO ESTADO (1901)











GIUSEPPE PELLIZZA DA VOLPEDO, EL CUARTO ESTADO (1901)

Los futuristas utilizaron trazos gruesos y colores planos y estridentes para lograr una representación bien geometrizada de ciertos elementos distintivos de la vida moderna urbana como los automóviles o la luz eléctrica. En estas pinturas es posible ver el interés que tenían en figurar el movimiento (algo que en principio escapa a las dos dimensiones de una imagen fija), y algunas de esas obras también resultan elocuentes respecto de la fascinación que sentían por la guerra.

UMBERTO BOCCIONI, LA CARGA DE LAS LANZAS (1915).











UMBERTO BOCCIONI, LA CARGA DE LAS LANZAS (1915).

En este sentido, el libro Guerrapittura (Guerrapintura) de Carlo Carrá publicado en la primavera europea de 1915, poco después de que Italia entrara en la Primera Guerra Mundial, resulta una suerte de suma de la prédica futurista en materia política.

CARLO CARRÁ, GUERRAPINTURA (1915). PORTADA DEL LIBRO.



















CARLO CARRÁ, GUERRAPINTURA (1915). PORTADA DEL LIBRO.

Llevaba como subtítulo “Futurismo político. Dinamismo Plástico. Dibujo guerrero. Palabra en libertad”, y aparece en el horizonte estético de la segunda década del siglo XX como un libro de una visualidad de vanguardia por su diseño dinámico y falto de decorativismo, así como por la virulencia de su propuesta. A la vez, resulta soporte de discursos de la intolerancia y sentimientos nacionalistas que tuvieron un eco considerable entre los intelectuales italianos de la época.

CARLO CARRÁ, GUERRAPINTURA PÁGINA INTERIOR DEL LIBRO.














CARLO CARRÁ, GUERRAPINTURA PÁGINA INTERIOR DEL LIBRO.

La guerra resultaba para Carrá y muchos otros un “incentivo a la creatividad”; es más, Carrá afirmaba que la guerra no era otra cosa que “arte alcanzado con otros medios”. No se trataba ya de una guerra en abstracto: el fin de la neutralidad italiana respecto de la Primer Guerra Mundial fue festejado por los Futuristas, quienes manifestaban abiertamente la rivalidad con esos “enemigos”. Desde su perspectiva, Alemania y Austria representaban lo contrario de la sensibilidad futurista:

"Nosotros no conocemos la paciencia ustedes son la paciencia hecha pueblo.

Nosotros tenemos una especial predilección por las cosas ágiles, espirituales y ligeras y ustedes adoran las cosas profundas, austeras y pensadas.

Nosotros estamos por lo efímero, ustedes por lo eterno, lo absoluto y lo abstracto.

Nosotros odiamos los métodos, estamos por el desorden contra la disciplina y ustedes son todo órdenes y métodos.

Nosotros los italianos amamos las melodías sencillas de la canzonetta napolitana y a la grande y mastodóntica orquesta alemana preferimos el órgano y todas las cosas frívolas.

Nosotros somos cálidos, pasionales y ustedes fríos apasionados".

Aquí es importante remarcar la dimensión estética de la mirada política encarnada por el libro de Carrá, pues el discurso nacionalista y tecnológico del fascismo descansó en buena medida sobre la convicción de la existencia de una sensibilidad italiana compacta, verdadera y compartida.

Ahora bien, Guerrapittura fue la última contribución de Carrá al movimiento futurista. Un año más tarde su trabajo se modificó de manera sustancial, al retomar cierta tradición artística mediterránea. La comparación de dos obras de Carrá realizadas con solo cinco años de diferencia resulta bien ilustrativa del proceso que se llamó ‘retorno al orden’, y que el historiador Benjamin Buchloch ve en términos de un verdadero retroceso estético y ético que respondió de manera directa al ascenso de los regímenes autoritarios en Europa una vez terminada la Primera Guerra Mundial.

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