FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Libia

V. El tercer mundo


Debido a la aridez de su suelo, hasta bien entrado el siglo XX la mayor parte de los libios eran nómadas sumamente pobres. La organización de la vida sedentaria en Libia fue muy tardía y se centró en la costa de la provincia Cirenaica, al noreste del país.





A fines de la década de 1950, compañías occidentales iniciaron la explotación de los recursos petrolíferos del país. La economía sufrió un cambio radical y tomó cuerpo una elite privilegiada ligada a la industria petrolera y a la incipiente burocracia estatal.

En el marco de la Guerra Fría, el rey Idris se alineó con los Estados Unidos, a quienes permitió la creación de una base aérea cerca de Trípoli- y, como el resto de las monarquías árabes, asumió una posición contraria a las iniciativas nasseristas. Esta política generó malestar entre los jóvenes oficiales del ejército. A mediados de los años sesenta, el coronel Muamar Gadafi, siguiendo el ejemplo de su ídolo, Nasser, constituyó con otros compañeros de armas un movimiento secreto en las filas del ejército.

En 1969, el monarca o fue derrocado por un golpe encabezado por Gadafi, que inmediatamente estrechó lazos con el líder egipcio. También se acercó a la URSS con una actitud pragmática, o sea sobre la base de los beneficios que podía ofrecerle este vínculo en su enfrentamiento con las potencias occidentales, pero sin aceptar subordinarse a Moscú.

En el plano interno, nacionalizó el petróleo, expulsó las bases militares extranjeras y llevó a cabo un ambicioso proyecto de ingeniería para llevar agua del desierto a la costa. fuente

Gadafi no se contentó con implantar una dictadura militar tradicional: se propuso crear un modelo político singular que combinaría socialismo, islam y democracia directa. Inspirándose en la China comunista, en 1973 proclamó la Revolución Cultural Libia y dos años después presentó su Libro Verde, en el que expuso su concepción de un islam politizado que no era ni laico ni integrista y que aparecía asociado con un socialismo no marxista puesto al servicio de la justicia social.

En 1977, anunció la instauración de una nueva organización política e institucional: la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. El término yamahiriya fue acuñado por Gadafi para referirse a un nuevo tipo de Estado: el “Estado gobernado por el pueblo”. El líder libio convocó a repudiar los sistemas de gobierno basados en las elecciones pluripartidistas, ya que “las dictaduras más tiránicas que el mundo ha conocido se han establecido a la sombra de asambleas parlamentarias”. La reforma pretendía erradicar todo lo que tuviera que ver con los principios y formas organizativas impuestas por el imperialismo y, básicamente, institucionalizar la organización tribal libia, pactando con los patriarcas locales y dándole a cada tribu un lugar en el seno del Estado.

El sistema tribal, integrado por árabes y bereberes, con minorías tuareg y tebuen en el sur, en gran medida desempeñó las funciones de los partidos políticos y de las organizaciones de la sociedad civil que habían sido abolidas tras el golpe de 1969. Aunque las tribus trabajaron activamente con el régimen, también hicieron frente al gobierno cuando querían promover sus intereses políticos. Por ejemplo, en Cirenaica se levantaron repetidas veces en 1980 y 1990.

En un país con una sociedad civil poco consistente, donde la política participativa fue asignada a capas superpuestas de asambleas (de nivel local, regional y nacional) y comités populares, el equilibrio entre las tribus en el reparto de riqueza y poderes fue un factor clave para el funcionamiento estable del régimen. Para muchos ciudadanos, las regiones y sus tribus fueron más significativas que el distante Estado central.

La “ideología verde” reivindicaba la unicidad de la cultura política y religiosa del país: cualquier otra ideología, inclusive la islamista de los Hermanos Musulmanes, estaba estrictamente prohibida en el Libro Verde. Libia fue definida como un Estado árabe y en consecuencia estableció el árabe como único idioma oficial, hasta el punto de prohibir por ley que se diese nombres bereberes a los recién nacidos. Aunque los bereberes nunca sufrieron limpieza étnica, Gadafi los consideró como un sector social proclive a ser aliado de intereses extranjeros.

A pesar de ser creyente musulmán suní, el jefe libio consideraba que la política debía ser independiente de la religión. Su modelo era Nasser y asignó “observadores” a las mezquitas para vigilar los discursos de los clérigos. Al margen de su secularismo impuso una severa escala de valores en materia de costumbres, que se tradujo en la proscripción del juego, el consumo de alcohol, el pelo largo en los hombres y las vestimentas más asociadas a la cultura occidental. No obstante, propició vigorosamente la posición de las mujeres en la vida pública. Las opciones profesionales de las mujeres se acercaron a las de los hombres en una medida mayor que en cualquier otro país árabe.

En 1979, Gadafi abandonó todos sus cargos institucionales salvo la comandancia suprema de las Fuerzas Armadas. para “seguir sirviendo a su país” solo como el líder de la Gran Revolución y de la Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.

El nacionalismo autoritario entusiasmó a los pobladores del desierto de estirpe beduina y a las empobrecidas masas proletarias de las ciudades, pero generó resistencias entre los sectores más cosmopolitas y educados de la sociedad: muchos se exiliaron y quienes no aceptaron el nuevo régimen fueron duramente reprimidos.

 


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