FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Discurso del presidente Kennedy sobre derechos civiles

III. Los años dorados en el capitalismo central


marcha 1960





MARCHA PACÍFICA DE PROTESTA DEL MOVIMIENTO DE DERECHOS HUMANOS, 1960











Pronunciado desde la Casa Blanca el 11 de junio de 1963

“Buenas noches, conciudadanos:

Esta tarde, tras una serie de amenazas y declaraciones desafiantes, ha sido necesaria la presencia de la Guardia Nacional de Alabama en la Universidad de Alabama para hacer cumplir la orden definitiva e inequívoca del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Norte de Alabama. En esta orden se exigía la admisión de dos jóvenes residentes de Alabama claramente cualificados que, por las circunstancias de la vida, habían nacido negros.

Que se les admitiera pacíficamente en el campus ha sido, en buena parte, gracias a la conducta de los estudiantes de la Universidad de Alabama, que cumplieron con sus responsabilidades de forma constructiva.

Espero que todos los ciudadanos estadounidenses, con independencia del lugar donde vivan, se paren a hacer examen de conciencia sobre estos y otros incidentes de esta índole. Esta nación fue fundada por hombres de muchos países y procedencias. Se fundó basándose en el principio de que todos los seres humanos son creados iguales, y de que los derechos de cada ser humano se ven reducidos cuando se amenazan los derechos de uno solo de ellos. […]

Debería ser posible, sencillamente, que todos los estadounidenses disfrutaran de los privilegios de ser estadounidenses con independencia de su raza o su color. Sencillamente, todos los estadounidenses deberían tener el derecho de que se les tratasen como ellos desearan, como uno querría que se tratara a sus hijos. Pero esto no sucede así.

Un bebé negro nacido en los Estados Unidos hoy, sin importar en qué parte de la nación venga al mundo, tiene más o menos la mitad de probabilidades de completar la escolarización en el instituto que un bebé blanco nacido en el mismo lugar el mismo día; una tercera parte de probabilidades de llegar a completar estudios universitarios; una tercera parte de probabilidades de llegar a convertirse en un profesional; el doble de probabilidades de estar desempleado; una séptima parte de probabilidades de ganar 10.000 dólares anuales; una esperanza de vida siete años menor, y la perspectiva de ganar solamente la mitad.

Y no es un problema que afecte solo a algunos sectores del país. Existen dificultades relativas a la segregación y la discriminación en todas las ciudades, en todos los estados de la Unión, lo que está dando lugar en muchas ciudades a una ola de descontento que va en aumento y amenaza la seguridad pública. Tampoco es una cuestión partidista. En un momento de crisis nacional, los hombres generosos de buena voluntad deberían poder unirse con independencia de los partidos o la política. Ni siquiera es solamente una cuestión legal o legislativa. Es mejor dirimir estos asuntos en los tribunales que en las calles, y se necesitan leyes nuevas en todos los ámbitos, pero la ley por sí sola no puede hacer que los hombres distingan el camino recto.

Nos vemos principalmente ante una cuestión moral. Es tan antigua como las Escrituras y tan clara como la Constitución estadounidense.

El núcleo de la cuestión es si todos los estadounidenses deben disfrutar de igualdad de derechos e igualdad de oportunidades, si vamos a tratar a nuestros conciudadanos como queremos que nos traten a nosotros. Si un estadounidense, por tener la piel oscura, no puede entrar a comer en un restaurante abierto al público, si no puede mandar a sus hijos a la mejor escuela pública disponible, si no puede votar a los responsables públicos que le van a representar, si, sencillamente, no puede disfrutar de la vida plena y libre que todos nosotros deseamos, entonces, ¿quién de nosotros estaría dispuesto a cambiar el color de su piel y ocupar su lugar? ¿Quién de nosotros se conformaría con consejos de paciencia y demora?

Han pasado cien años de demoras desde que el presidente Lincoln liberó a los esclavos, pero sus herederos, sus nietos, no son plenamente libres. Todavía no están libres de las cadenas de la injusticia. Todavía no están libres de la opresión social y económica. Y esta nación, con todas sus esperanzas y sus alardes, no será libre hasta que todos sus ciudadanos sean libres.

Predicamos la libertad en todo el mundo y estamos convencidos de ello, y apreciamos nuestra libertad aquí, en casa, pero ¿vamos a decirle al mundo y, lo que es más importante, nos vamos a decir unos a otros, que esta es la tierra de los libres excepto para los negros; que no tenemos ciudadanos de segunda clase excepto los negros; que no tenemos ningún sistema de clases o castas, guetos ni ninguna raza dominante... salvo respecto a los negros?

[…] La llama de la frustración y la discordia arde en todas las ciudades, del norte y del sur, y no hay remedios jurídicos disponibles. Se busca la reparación en las calles, en manifestaciones, marchas y protestas que crean tensiones, presagian violencia, amenazan vidas.

Por consiguiente, nos hallamos ante una crisis moral como país y como personas. No se puede solucionar con medidas de represión policial. No se puede arreglar a base de más y más manifestaciones en las calles. No se puede acallar con gestos o palabras. Es el momento de actuar en el Congreso, en los organismos legislativos locales de cada estado y, sobre todo, en nuestras vidas cotidianas. […]

La semana que viene pediré al Congreso de los Estados Unidos que actúe, que contraiga un compromiso que no ha llegado a asumir en este siglo, respecto del principio según el cual la raza no tiene lugar en la vida o las leyes estadounidenses. […]

Pero la legislación, insisto, no puede solucionar por sí misma este problema. Debe resolverse en los hogares de todos los estadounidenses en todas las comunidades de todo nuestro país.

En este sentido, deseo brindar tributo a los ciudadanos del Norte y el Sur que trabajan desde hace tiempo en sus comunidades para que la vida sea mejor para todos. No actúan movidos por un sentido de su deber jurídico, sino movidos por su sentido de la dignidad humana […].”


estudiantes afroamericanos





ESTUDIANTES AFROAMERICANOS ESCOLTADOS POR TROPAS FEDERALES A LA SALIDA DE LITTLE ROCK CENTRAL HIGH SCHOOL, EN ARKANSAS, 1957








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