FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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LA IZQUIERDA OCCIDENTAL ANTICOMUNISTA

 

Arthur Koestler es uno de los autores más representativos del grupo de la izquierda europea que en la posguerra se vuelven abiertamente anticomunistas. Participa en 1950del Congreso por la Libertad de la Cultura financiado por la CIA, del cual también forman parte Ignazio Silone, Leslie Fiedler, Jacques Maritain, Bertrand Russell y Norman Mailer, y redacta el documento que se firma en el segundo encuentro. En sus textos leemos que entiende al nazismo y al estalinismo como dos caras de un mismo mal: el totalitarismo.

Koestler era húngaro, británico por adopción. Luego de participar de experiencias comunistas en Hungría y Berlín se convierte en uno de los intelectuales que más se ocupa de criticar el comunismo estalinista. Para él fueron determinantes en ese sentido un viaje que realizó por la Unión Soviética entre 1932 y 1933 y también sus experiencias como prisionero del fascismo en Málaga, donde fue como periodista a cubrir la guerra civil española.

George Orwell también participa en esta guerra como voluntario. Ambos escriben sobre esas vivencias: Koestler Testamento español en 1937 y Orwell Homenaje a Cataluña en 1938. Nacido en una colonia de la india pero de nacionalidad británica, Orwell estuvo en su juventud muy comprometido con el antimperialismo en Birmania. Siempre se reconoció como un hombre de izquierda, militante contra el fascismo, pero sostuvo una actitud sumamente crítica hacia el estalinismo.

Koestlerrompe filas con el partido comunista en 1938 y el pacto nazi-soviético de 1939 lo golpea junto a otros amigos suyos que venían huyendo del nazismo en expansión como Walter Benjamin. Un año después publica su obra más conocida, El cero y el infinito, llena de disquisiciones anti estalinistas. Con una modesta recepción temprana en Inglaterra, durante la guerra fría se convierte en un éxito de ventas en Francia y más tarde en el mundo entero. Se trata de la historia de un ex bolchevique acusado de traición por el partido que él mismo ayuda a construir (en el marco de las purgas estalinistas de los años 30). Transcurre en su mayor parte en la cárcel y en la mente del protagonista, que termina confesándose culpable de traición siendo inocente. El resultado es una obra psicológica donde la actividad revolucionaria es casi consecuencia directa de la neurosis y Rubashov, el protagonista, sacrifica su dignidad personal, sus convicciones y finalmente su vida en pos de la supervivencia de la causa revolucionaria. Esta obra es la segunda parte de una trilogía. La primera es Los gladiadores, escrita en húngaro, El cero y el infinito en alemán y Llegada y salida en inglés.

Pero más allá de sus obras de ficción, es sobre todo en el segundo de sus largos escritos autobiográficos (editados en castellano con traducción del escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock), La escritura invisible, de 1054, donde Koestler insiste directamente en la idea de que el comunista es un sistema cerrado de pensamiento y por tanto condenado al fracaso. El primer tomo, La flecha en el azul, de 1952,concluye con su afiliación al partido comunista en 1931 y la primera parte del segundo describe los siete años en que se desempeña bajo las órdenes del mismo.

En su artículo de 1944 titulado “Arthur Koestler”, Orwell opina que los personajes de Los Gladiadores son “hombres modernos disfrazados” y que el autor convierte a Espartaco en una figura alegórica, “una versión primitiva del dictador proletario”. Lo que nos recuerda, a modo de moraleja, esta historia del Siglo I a.C. en la cual los esclavos logran formar una república es que cualquier comunidad establecida, más tarde o más temprano, sufrirá el flagelo de la corrupción y la tiranía. De acuerdo a Orwell, Los Gladiadores tiene como tema principal la advertencia de que las revoluciones están condenadas al fracaso. Es interesante señalar que esta rebelión es revisitada con pocos años de diferencia en Espartaco por otro autor comunista desilusionado con el estalinismo, Howard Fast, participante del Consejo Mundial de la Paz en 1949.

Orwell asimismo explica que si Koestler se interesó por la historia fue sólo para encontrarle nuevos sentidos al presente. Eso mismo podríamos afirmar de su gran novela, 1984, donde el papel asignado a la historia termina sin ser muy relevante “Quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado” es una de las frases más conocidas de la misma. Este determinismo, que supone que la historia sólo la escriben los vencedores, desacredita todo discurso contra hegemónico y naturaliza el orden de las cosas.

Así como los espartanos de Koestler son modernos, los personajes de Orwell también son hombres de mitad del Siglo XX, por más que vivan en el futuro o sean animales. La novela 1984, publicada en 1949, fue una novela de ciencia ficción por lo menos hasta el año 1984, a partir del cual se puede leer como una distopía, debido a que ya no es posible hacer anticipación con el presente o el pasado. 1984engrosa hoy el género distópico porque el autor desaprueba el orden de cosas en el universo narrado. La garantía científica que precisan estos géneros, según el especialista Michel Butor, es aquello que otorga la impresión de realismo, verosimilitud, ya que según él el autor de ciencia ficción “no desea abandonar la realidad más que hasta cierto punto: quiere prolongarla, extenderla, pero no separarse de ella”. Lo que hace de1984 un texto muy particular en el universo de este género es que esa garantía no pasa por la posibilidad de construir naves espaciales y otros objetos a partir de un determinado conocimiento técnico, sino por una capacidad para manipular las conciencias, la historia, la lengua. Algo que incumbe a las ciencias sociales y no a las duras. En palabras de Umberto Eco, este “juego científico por excelencia” ofrece conjeturas sobre la psiquiatría, la lingüística, la psicología y la antropología, entre otras.

Es que una evidente motivación irónica refuerza las similitudes de 1984 con el mundo que su autor habitaba acercando su obra a la alegoría, aunque en un gesto menos explícito que el de Rebelión en la granja, publicada con gran éxito en 1945.Orwell se inspira en el comunismo, el fascismo y el falangismo para crear el Ingsoc (Ing por Inglaterra y soc por socialismo), partido único del régimen totalitario del país Oceanía, de donde extrae la simbología y los uniformes. Por otro lado, son elocuentes los parecidos físicos entre Gran Hermano y Joseph Stalin y la similitud entre el verdadero apellido de Trotsky con el del personaje Goldstein.

 

Stalin JOSEPH STALIN

Gran Hermano  GRAN HERMANO

 

Y no sólo se trata de meras correspondencias estéticas o formales sino también de los contenidos. Las permanentes emisiones de los televisores, por ejemplo, hablan sobre la industria, al igual que las típicas propagandas institucionales dela Rusia Soviética. 1984 ridiculiza la sociedad de su época, llevando al extremo ciertas incongruencias entre el lenguaje y lo que sucede. Por ejemplo, para los nombres de los ministerios del Ingsoc, utiliza el recurso satírico que consiste en oponer cualquier discurso a su contrario en los hechos. De esta forma, el Ministerio de la Paz tortura y el Ministerio de la Verdad miente. También los lemas de este estado monstruoso como “La guerra es paz” o “Esclavitud es libertad” se basan en este tipo de desmontaje paródico.

Winston, el protagonista, trabaja en el Ministerio de la Verdad, donde la manipulación de la información la efectúan empleados sin entender del todo lo que hacen: destruir y distorsionar la información para construir un relato optimista. Así logran convertir una ficción basada en una guerra perpetua contra una potencia teniendo a otra como aliada. El relato cambia, alternando dichos roles y planteando que siempre fue así. Queda claro que el partido, dueño de la historia, logra borrar el pasado para bloquear cualquier transformación.

La memoria está prohibida, de la misma manera que el sexo, porque el Ingsoc se mete en los cuerpos de los hombres en tanto seres deseantes y los normaliza, haciendo que todos anhelen, piensen y recuerden lo mismo. En1984son cruciales los modos en que circula la información y los hábitos de trabajo y esparcimiento de la población. El anexo “Principios de la neolengua” funciona como un paratexto usual para la ciencia ficción, pero indica, además, la importancia del lenguaje en relación a la política. Una de las estrategias del partido, de hecho, es una fuerte intervención sobre el lenguaje. La neolengua se pone al servicio del partido y muestra la forma en que el discurso dominante de los totalitarismos se hace cargo de las formas de vida.

Orwell pretende, con su literatura, desterrar de Inglaterra las actitudes acríticas sobre Rusia, tanto de admiración como de rechazo a priori. Porque si bien es claro que Orwell con el Ingsoc alude, al menos en parte, al comunismo, la novela expone formas de vida que parecen tener como modelo al capitalismo. El estado policíaco, asfixiante y sobre todo la fuerza de la propaganda, la información que la población consume que construye una realidad en la que los ciudadanos no tienen ningún poder de decisión. Según Tomas Disch, “la ciencia ficción nos ha enseñado a imaginar los terrores del porvenir. 1984 es un buen ejemplo de la construcción paranoica. Tuvo tanto peso que no hubo un día en que no nos preguntáramos si no estaríamos viviendo ya en el 1984 de Orwell.” Erich Fromm también opinaba que el capitalismo no podía dejar de sentirse aludido frente a esta obra.

Tanto Orwell como Koestler tuvieron una gran capacidad de autocrítica y la exigencia permanente de ser coherentes con las propias ideas a medida que se modificaban. Por eso, sus biografías y sus textos permiten estudiar con especial detenimiento algunas de las contradicciones más importantes de la sensibilidad del siglo XX. Orwell murió en 1950, poco tiempo después de la publicación de su libro, apenas comenzado el macartismo, que luego utilizó los libros del autor como propaganda para realizar horrores con los que difícilmente estaría de acuerdo. Koestler se suicidó a los 60 años, luego de varios intentos fallidos. Fue activista comunista y anticomunista, sionista y antisemita, centroeuropeo y británico.

En el artículo “Arthur Koestler” al que aludimos, Orwell subraya el carácter ficcional, si se quiere literario de las autobiografías o los trabajos periodísticos de Koestler, reconociendo en ellos una atmósfera de pesadilla. Piensa que al escribir desde los márgenes de Europa, no como un inglés, Koestler puede dar un tratamiento estético y sostener ese estilo irónico que le es propio y que instaura una gran distancia, permitiéndole un planteo más escéptico sobre la actividad política. Lejos tanto del arte por el arte como del realismo socialista, estos autores apuestan a una literatura que por permitirse contradicciones no deja de estar comprometida con su tiempo.

 

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