El escritor oculto versus el gran Capote

Jerome David Salinger, escritor norteamericano nacido en 1919, participó en el campo de batalla durante la segunda guerra mundial. En 1944 invadió junto a su tropa la Francia ocupada, donde continuó un año más con serias limitaciones por las heridas recibidas en los bombardeos. Al retornar a su país comenzó a publicar en distintos periódicos los relatos que más tarde serían recopilados en 9 cuentos. Algunos críticos han señalado el componente autobiográfico en sus escritos, lo cierto es que Salinger expone una experiencia de la ausencia donde la locura está relacionada directamente con la guerra y con la invisibilización de sus consecuencias para generaciones de norteamericanos.

En el famoso cuento “Un día perfecto para el pez banana”, el veterano de guerra Seymour Glass, el mayor de los hermanos de la familia protagonista de la mayoría de las historias de Salinger, se suicida en el cuarto de hotel en que se encuentra vacacionando con su esposa rodeado de un supuesto paraíso cinco estrellas. Seymour padece serios problemas mentales que marcan que después de la guerra queda afectada toda experiencia con cierto grado de sentido. Y esto es así porque para él nada puede ser como antes, sino que a partir de la guerra se duplica el tiempo en un antes y un después, convirtiéndose esta en referencia obligada de cada acontecimiento, tanto anterior como posterior. Las instituciones que deberían auxiliar, como la psiquiatría, no cumplen la más mínima función de alivio para los sujetos, sino que tapan el problema mediante psicofármacos y otras estrategias destinadas al ocultamiento vía el consumismo. Un escape vano según el autor. En el cuento se explicita, por ejemplo, que la habitación que consiguen en el hotel no es la misma que en la estadía anterior. Ahora este cuarto de hotel se revela como un escenario preparado para un confort imposible de disfrutar porque ya se sabe precario y ficticio. En dicho cuento, los peces banana mueren por glotones ya que quiere atracarse con un tipo de percepción totalizante que avanza hasta fundirse en la muerte porque no tiene manera de ser canalizada de otra forma, no puede ser comunicada.

En el año 1951 salió a la venta El guardián entre el centeno, novela que se convirtió en un clásico de la literatura norteamericana y se mantuvo como éxito comercial a través de las décadas. Desde su aparición generó controversias y fue señalada como un libro maldito, sobre todo luego de que el asesino de John Lennon se quedara leyéndolo luego de cometer el crimen hasta que fue atrapado por la policía. También traducida al castellano como El cazador oculto, esta novela tiene como protagonista a Holden Caulfield, un adolescente rebelde en la Nueva York de posguerra. Holden sufre por la muerte de su hermano Allie en el frente. “Yo creo que no podría ir a la guerra. No me importaría tanto si todo consistiera en que te sacaran a un patio y te largaran un disparo por las buenas, lo que no aguanto es que haya que estar tanto tiempo en el ejército. Eso es lo que no me gusta. Mi hermano D.B. se pasó en el servicio cuatro años enteros. Estuvo en el desembarco de Normandía y todo, pero creo que odiaba el ejército más que la guerra. Yo era un crío en aquel tiempo, pero recuerdo que cuando venía a casa de permiso, se pasaba el día entero tumbado en la cama. Apenas salía de su cuarto.” La novela expone los lazos sociales trazados por este adolescente que se siente solo.

Sus últimas dos novelas, Franny y Zooey, de 1961 y Levanten carpinteros las vigas del tejado. Seymour-una introducción, publicada en 1963, también estuvieron y están entre los libros más vendidos. En ellas, el fatalismo por la falta de sentido y la arbitrariedad de la vida y la muerte se traducen en los personajes de la familia Glass en un impulso religioso o incluso en un delirio místico. En ese contexto, es el arte lo único que reconstituye, redime, alienta.

En el seno de la familia que es objeto de la mayoría de sus escritos existe un personaje, Buddy Glass, que funciona como alter ego de Salinger ya que se constituye como el narrador explícito de muchas de las historias al mismo tiempo que se atribuye la autoría de la totalidad de las obras de Salinger. De esta forma, la ficción se autosustenta, sin requerir esa corporeidad que el autor evita a toda costa. Por un lado, se apartan sus textos de la realidad, al construirse como consecuencia de sí mismos, y por otro, en la misma proporción, Salinger se extirpa de la vida pública esperada para cualquier autor exitoso, implicándose hasta el fondo, en términos deleuzianos, en un devenir-no-escritor.

Salinger mantuvo silencio desde 1965 hasta su muerte en 2010, a los 91 años. En 1972 devolvió el adelanto que una editorial le había anticipado por lo que sería su quinto libro, quedando 1965 como el año de publicación de un último relato en el periódico The New Yorker.Luego de esto, no solo no volvió a dar a la luz ningún nuevo trabajo sino que sostuvo un verdadero rechazo a la prensa o cualquier otra forma de exposición pública. Salinger rehusó convertirse en una celebridad. Tan extrema fue la forma en que se ocultó que falsos rumores de su muerte recorrieron el mundo en diversas oportunidades, mientras que las ventas de sus libros no bajaban de los primeros puestos y sus fanáticos no dejaban (y no dejan) de buscar más escritos. En varias oportunidades, con mayor y menor fortuna, intentó frenar por la vía legal la publicación de biografías que hacían uso de su correspondencia privada.

En la vereda opuesta estaba Truman Capote, un sureño nacido en 1924. Con dieciocho años, publicó su primer relato “Mi versión del asunto”en la revista literaria Story. Esta era un medio de difusión para escritores que recién comenzaban. Había publicado a Salinger pocos años antes y también los primeros textos de Norman Mailer y Tenesse Williams.

La primera novela de Capote, Otras voces, otros ámbitos de 1948, cuenta la vida de su mejor amiga y su familia y visita la temática homosexua. Capote le da un tono intimista a su estilo para abordar temáticas que eran una novedad para la literatura de la época. El éxito de ventas llegaría con Desayuno en Tiffany´s, novela editada en 1958, que recrea crudamente el costo que debe pagar una joven tejana para tener posibilidades de ascenso social. En su novela de no ficción A sangre fría, de 1966, que le llevó una investigación de cinco años, relata el asesinato de una familia a partir de las entrevistas en la prisión con el condenado por el hecho. El vínculo que supo entablar con este criminal devino en la necesidad de contacto con la persona real como condición indispensable para la escritura y también para su posterior difusión. Esta relación estrecha con las personas reales, que en su escritura devienen personajes, es la que permite trazar una suerte de continuidad entre el Capote creador de la non fiction nove que desplegó un riguroso dispositivo de periodista de investigación, y el Capote que se recubre con la máscara de escritor dandi, frívolo y despreocupado, sacudiendo a la alta sociedad con su chismerío envuelto en alta literatura de Plegarias atendidas. En esta última obra observamos una temática y un estilo distinto, pero el mismo grado de involucramiento personal, la misma falta de distancia con los hechos tratados y el mismo efecto de realidad que debe al hecho de referir a sucesos de los que fue testigo directo o secundario. En cualquier caso, el escritor también debe pagar un alto precio para tener una buena historia, debe poner el cuerpo. Capote se compromete con aquello que escribe de forma tal que termina traicionando a su entrevistado y a todos sus conocidos, robando y revelando sus secretos, transformándolos en personajes.

Pareciera como si estas dos operaciones, la de Salinger de devenir imperceptible y el devenir mundano de Capote, que cada escritor efectúa en los textos de manera particular, estuviesen en las prerrogativas de la literatura norteamericana, que incorpora el sacrificio de la imagen propia como gesto principal de la escritura.

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