FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El poder de la burocracia

IV. El escenario comunista

 

Dos jóvenes comunistas polacos, Karol Modzelewski y Jacek Kuron, elaboraron en 1964 un informe crítico sobre la situación en Polonia.


KAROL MODZELEWSKI

HIJO DE ZYGMUNT, VIEJO MILITANTE COMUNISTA, MIEMBRO DESDE 1945 DEL COMITÉ CENTRAL DEL POUP Y MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES DE LA REPÚBLICA POPULAR POLACA HASTA SU MUERTE


 JACEK KURON )

FUE UNO DE LOS ORGANIZADORES DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS POLACAS


Dicho texto fue incautado por la policía política y sus autores expulsados del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP). Kuron y Modzelewski escribieron entonces su “carta abierta”, en la que recogen las principales tesis de su texto anterior. Las autoridades polacas los juzgaron y encarcelaron, junto con otros compañeros culpables de haberse solidarizado – parcial o totalmente – con las ideas de los autores o, más sencillamente, por haber defendido la libertad de expresión.

Su proceso se desarrolló a puertas cerradas. Pero en estos casos, la ley polaca prevé “hombres de confianza” nombrados por los acusados que pueden asistir al proceso en calidad de testigos. Modzelewski eligió al conocido filósofo Leszek Kołakowski y Kuron al escritor Kazimerz Brandys. A fines de 1966, el propio Kołakowski fue expulsado del Partido Obrero polaco debido a una conferencia pronunciada ante 500 estudiantes en octubre de ese mismo año. Esta expulsión provocó una verdadera oleada de protestas, así como una quincena de dimisiones de conocidos intelectuales del partido.

Aquí se incluye un fragmento de la Carta abierta al Partido Obrero Unificado Polaco.

“Según la doctrina oficial, vivimos en un país socialista. Esta tesis se basa en la identificación de la propiedad del Estado de los medios de producción con la propiedad social. El acto de nacionalización habría transferido la industria, los transportes y los Bancos a la sociedad en plena propiedad, y las relaciones de producción –basándose en la propiedad social– serían por definición socialistas. Este razonamiento parece ser marxista. En realidad, se ha introducido en la teoría marxista un elemento que le es profundamente extraño, o sea, la concepción formalista y jurídica de la propiedad. La noción de propiedad del Estado puede disimular contenidos diferentes según sea el carácter de clase del Estado. El sector estatal de la economía nacional en los países capitalistas no tiene nada en común con la propiedad social. Esto es así no solamente porque existen, además de ese sector, sociedades capitalistas privadas, sino ante todo porque el obrero de la fábrica que pertenece al Estado está privado de toda propiedad real porque no tiene la menor influencia sobre el Estado y no posee, por consiguiente, ningún control sobre su trabajo ni sobre el producto de este. La historia conoce ejemplos de sociedades de clases, con sus antagonismos, en los cuales la propiedad estatal de los medios de producción era predominante (el modo de producción “asiático”).

La propiedad estatal de los medios de producción no es sino una de las formas de la propiedad. Pertenece a los grupos sociales a los que pertenece el Estado. En un sistema de economía nacionalizada, no posee una influencia sobre el conjunto de las decisiones económicas (ni por lo tanto sobre el uso de los medios de producción ni sobre el reparto ni el empleo del producto social) más que quien participa en las decisiones de los poderes públicos o puede influir sobre ellas. El poder político está ligado al poder sobre el proceso de producción y el reparto.

¿A quién pertenece el poder en nuestro Estado? A un solo partido, prácticamente monopolista, el Partido Obrero Unificado Polaco. Todas las decisiones esenciales se toman primero en el partido y solamente luego en los organismos oficiales del poder estatal. Ninguna decisión importante puede tomarse ni realizarse sin haber sido primero aprobada por las autoridades del partido. Esto es lo que se llama papel dirigente del partido y, puesto que el partido monopolista se considera como el representante de los intereses de la clase obrera, su poder debe garantizar el de la clase obrera.

Sin embargo, si no queremos apreciar el sistema según lo que de él piensan y dicen sus dirigentes, tenemos que analizar las posibilidades que tiene la clase obrera para influir sobre las decisiones del poder estatal.

Fuera del partido, no tiene ninguna. El partido que gobierna posee el monopolio del poder. La clase obrera no tiene la posibilidad de organizarse formando otros partidos ni por lo tanto de formular ni propagar otros programas, ni la de luchar por la realización de otras variantes en el reparto de la renta nacional ni de otras concepciones políticas fuera del programa y de las concepciones del Partido Obrero Unificado Polaco. Todo el aparato del Estado, con sus órganos administrativos, su policía política, su organización judicial y las organizaciones políticas dirigidas por el partido, aplasta todo conato, todo intento de poner en duda el papel dirigente del partido, y vela por que se respete esta prohibición.

Los miembros del partido, que superan el millón, son simples ciudadanos como los demás; entre ellos, solo hay unos centenares de miles de obreros. ¿Qué posibilidades tienen de influir sobre las decisiones de las autoridades del partido y de esta forma sobre los poderes del Estado?

El partido no solamente es monopolista hacia el exterior, sino que su organización interna se basa en el mismo principio. Toda fracción, todo grupo con una plataforma particular, toda corriente política organizada están prohibidos. El militante de base tiene el derecho a tener una opinión, pero no tiene derecho a tener lazos organizativos con otros miembros del partido que piensen como él sobre la base de un programa común, ni de difundir dichas ideas comunes, ni de hacer propaganda electoral en el seno del partido con vistas a su realización. Las elecciones de los cargos dirigentes del partido y las de los delegados a las conferencias y a los congresos se convierten en tales condiciones en mera ficción porque no se realizan sobre la base de plataformas ni de programas diferentes (o sea en condiciones que permitan una elección política real), cuando la formación de la iniciativa política de las masas tiene como premisa una organización. Para estas eventuales tentativas de influir sobre las decisiones de la “cumbre”, la masa de miembros del partido se ve privada de organización, atomizada y por lo tanto impotente. La única fuente de iniciativas políticas reside, forzosamente, en las autoridades del partido, o sea en el “aparato”. Como todo aparato, está organizado de manera jerarquizada. Las informaciones circulan de abajo hacia arriba y las decisiones, las consignas, de arriba hacia abajo. Como en todo aparato jerarquizado, en el origen de las decisiones se halla una élite, un grupo de personas que ocupa en la jerarquía puestos de responsabilidad y que elaboran conjuntamente las decisiones fundamentales.

En nuestro sistema, la élite del partido es al mismo tiempo la élite gubernamental, toma las decisiones del poder estatal y en la cumbre de la jerarquía del Estado y del partido se manifiesta generalmente la acumulación de puestos. Ejerciendo el poder en el Estado, esta jerarquía dispone del conjunto de los medios de producción nacionalizados, decide de la importancia relativa del consumo y de la acumulación, de las inversiones en los sectores elegidos por ella, de la parte de cada grupo social en el consumo de la renta nacional, en fin del reparto y de la utilización de la totalidad del producto social Las decisiones de la élite son independientes y libres de todo control por parte de la clase obrera y del resto de la sociedad. Ni los obreros ni el conjunto de los miembros del partido pueden influir en sus decisiones. Las elecciones del Parlamento y de los Consejos Nacionales (organismos de administración local) se convierten en una ficción, ya que solo existe una lista de candidatos designados por la “cumbre” y no existe la menor diferencia de programa entre el Partido Obrero Unificado Polaco y los partidos satélites, el Partido Popular y el Partido Demócrata. Llamamos a esta élite del poder partido/Estado  – libre de todo control por parte de la sociedad y que toma, con plena independencia, el conjunto de las decisiones fundamentales de importancia nacional y el conjunto de las decisiones políticas y económicas– la burocracia política central.

La pertenencia a la burocracia política central significa la participación real en las decisiones políticas y económicas fundamentales de importancia nacional. Es prácticamente imposible cifrar de manera precisa la importancia de esta élite; su estimación aproximativa exigiría estudios sociológicos en un terreno que constituye un “tabú” absoluto. Lo más importante para nosotros no es, de todas formas, conocer los efectivos y la organización interna de la burocracia, sino su papel en la sociedad y en el proceso de la producción social. Aun cuando los simples miembros del partido se hallan desorganizados en lo que se refiere a eventuales intentos para influir sobre las decisiones de la burocracia, están, en cambio, bien organizados en el marco de la disciplina del partido para la ejecución de las tareas que se les ordenan. Quien se opone es excluido y una vez fuera del partido se ve en la imposibilidad de actuar al no tener derecho a organizarse. Así, el partido, que en la cumbre de su jerarquía es, simplemente, la burocracia organizada, se convierte en la base de un instrumento de desorganización de cualquier intento de resistencia y de cualquier intento de la clase obrera de ejercer una influencia sobre el poder. Organiza, al mismo tiempo, a la clase obrera y a las demás capas sociales en la obediencia a la burocracia. Las demás organizaciones sociales dirigidas por el partido, incluyendo a los sindicatos, desempeñan el mismo papel. Estos últimos, organizaciones tradicionales de autodefensa económica de la clase obrera, sometidos a la dirección de la única potencia política organizada, es decir el partido, se han convertido en un instrumento dócil y pasivo de la burocracia o, dicho de otra manera, del poder político y económico del Estado. La clase obrera está privada de su organización, de su programa y de sus medios de autodefensa.

La burocracia posee, por lo tanto, el conjunto del poder político y económico, privando a la clase obrera no solamente de poder y de control, sino también de sus medios de autodefensa. A pesar de esto, los dirigentes de la burocracia se consideran los representantes de los intereses de la clase obrera. Si queremos apreciar el sistema no según las declaraciones de sus dirigentes sino a través de los hechos tal como son, debemos analizar la naturaleza de clase de la burocracia. El hecho de que ejerza el poder no prejuzga su naturaleza de clase y no la explica de manera satisfactoria. Lo que es decisivo, en este sentido, son las relaciones de producción. Debemos, pues, examinar el proceso de producción y las relaciones en que entran, por una parte la clase obrera, creadora fundamental de la renta nacional, y por otra, la burocracia política central, poseedora de los medios de producción”.

Jacek Kuron y Karol Modzelewski, Revolución política o poder burocrático. I Polonia, Cuadernos de Pasado y Presente 22, Buenos Aires, Ediciones de Pasado y Presente, 1971.


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