FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El discurso de Kruschev en el XX Congreso del PCUS

IV. El escenario comunista


Después de la muerte de Stalin, el Comité Central del Partido comenzó a estudiar la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el hecho de que no estaba permitido y de que era ajeno al espíritu del marxismo-leninismo elevar a una persona hasta hacerla aparecer como un superhombre dotado de características sobrenaturales semejantes a las de un dios. […]

“En este momento, nos interesa analizar un asunto de inmensa importancia para el Partido, tanto ahora como en el futuro... Nos incumbe considerar cómo el culto a la persona de Stalin creció gradualmente, culto que en un momento dado se transformó en la fuente de una serie de perversiones excesivamente serias de los principios del Partido, de la democracia del Partido y de la legalidad revolucionaria.[…]

Stalin creó la noción de “enemigo del pueblo”

Fue precisamente durante este período [1936-1938] que se inició la práctica de llevar a cabo persecuciones en masa a través de los mecanismos del gobierno, primero contra los enemigos del leninismo, o sea trotskistas, zinovievistas, bujarinistas, derrotados desde hacía tiempo por el Partido, y posteriormente también contra comunistas honrados y contra esos dirigentes del Partido que habían soportado la pesada carga de la guerra civil y los primeros y más difíciles años de la industrialización y la colectivización, y que habían luchado activamente contra los trotskistas y derechistas para mantener la línea leninista del Partido. […]

Las terribles “depuraciones” de 1937-1938

La Comisión ha presentado al Presidium del C.C. un material extenso y bien documentado referente a las represiones en masa llevadas a cabo contra los delegados del XVII Congreso del Partido y contra miembros del C.C. elegidos en ese Congreso. Este material ha sido estudiado por el Presidium del C.C. y este ha comprobado que de los 139 miembros y candidatos del C.C. del Partido que se eligieron en el XVII Congreso, 98 de ellos, es decir el 70%, fueron detenidos y fusilados [la mayor parte entre 1937 y 1938]. (Indignación en la sala). ¿Cuál era la composición de los delegados que participaron en el XVII Congreso? Se sabe que el 80% de los participantes con voto del XVII Congreso ingresó en el Partido en la época de la conspiración anterior a la Revolución y durante la guerra civil; esto significa antes de 1921. El origen social de la masa de los delegados era la clase trabajadora (60% de los miembros con voto). Por esta razón es inconcebible que un Congreso así constituido eligiese al C.C. una mayoría compuesta por enemigos del Partido. La única razón por la cual se tildó al 70% de los miembros del C.C, y de los miembros elegidos al XVIII Congreso de “enemigos del pueblo y del Partido”, es porque se difamó a comunistas honrados por medio de acusaciones fabricadas, minando así gravemente la legalidad revolucionaria.

El mismo destino hallaron no solo los miembros del C.C., sino también la mayoría de los delegados al XVII Congreso del Partido. De los 1.906 delegados que fueron allí ya sea para votar o para aconsejar, 1.108 fueron apresados y acusados de crímenes contra la Revolución, es decir, un número superior a la mayoría. Este mero hecho demuestra cuán absurdos, cuán contrarios al sentido común fueron los cargos de crímenes “contrarrevolucionarios” esgrimidos en contra de ellos, ya que no nos es posible entender cómo la mayoría de los componentes del XVII Congreso pudiesen haber merecido tales acusaciones. (Indignación en la sala).

¿Cuál es la razón por la cual las persecuciones en masa contra los activistas se incrementaron más y más después del XVII Congreso? Es porque en este tiempo Stalin se había colocado por encima del Partido, por encima del país, de tal modo que había dejado de tomar en cuenta tanto al C.C. como al Partido. […] Después de la liquidación política de los trotskistas, zinovievistas y bujarinistas, cuando -como resultado de la lucha y de las victorias socialistas- el Partido había logrado la unidad, Stalin dejó de valorar aun en grado mínimo a los miembros del C.C. del Partido y aun a los del Buró Político; Stalin pensó que ahora podía decidirlo todo por su cuenta y que necesitaba solo la ayuda de datos estadísticos. […]

Después del asesinato criminal de S.M. Kirov, el amigo más íntimo de Stalin, miembro del Politburó y jefe del Partido en Leningrado [su asesinato en 1934 fue el pretexto para iniciar una gran purga], comenzaron las persecuciones en masa y las violaciones brutales de la legalidad soviética. En la tarde del 10 de diciembre de 1934, por iniciativa de Stalin (sin la aprobación del Politburó), el secretario del Comité Central Ejecutivo, Yenukidze, firmó la siguiente directiva:

“. - Se ordena a los servicios de investigación que aceleren los casos de las personas a quienes se acusa de la preparación y ejecución de actos de terror.

2. - Se ordena a los organismos judiciales que no aplacen las ejecuciones de las penas de muerte dictadas por crímenes de esta categoría para examinar las posibilidades de indulto, porque el Presidium del Comité Central Ejecutivo de la URSS no considera posible aceptar peticiones de esta índole.
3. - Los organismos del Comisariado de Asuntos Interiores deben ejecutar las penas de muerte contra los criminales de la categoría arriba mencionada inmediatamente que se dicten las sentencias.” [Yenukidze, uno de los más antiguos amigos de Stalin, fue ejecutado en 1937] […]

Las persecuciones en masa aumentaron inmensamente de 1936 en adelante y después de un telegrama de Stalin y Jdanov [antes de su muerte repentina en 1948, se consideraba a Jdanov como el posible sucesor de Stalin] fechado en Sochi el 25 de septiembre de 1936 y dirigido a Kaganóvich, Mólotov y otros miembros de Politburó. Decía este telegrama lo siguiente:

“Consideramos absolutamente indispensable que el camarada Yejov sea nombrado comisario del Pueblo para los asuntos interiores. Yagoda ha demostrado ser incapaz de desenmascarar al bloque trotskista-zinovievista. La O.G.P.U. lleva un atraso de cuatro años en este asunto. Ello lo han notado todos los militantes del Partido y la mayoría de los representantes de la N.K.V.D.”.

Yagoda y Yejov fueron jefes de la Policía Secreta en períodos sucesivos. Yagoda, después de iniciar la gran purga, cayó preso en ella y fue liquidado en 1938. Yejov asumió la dirección de las purgas y las prolongó enormemente hasta que fue reemplazado por Beria en 1938, quien –aparentemente– lo hizo ejecutar. […]

Hemos examinado los casos de Kossior, de Rudzutak [uno de los miembros del Politburó, que desapareció en 1938], de Postyshev, de Kosaryev y otros y los hemos rehabilitado. ¿Por qué causa se detuvo y sentenció a estas personas? Al revisar la evidencia, no se encuentra razón para ello. Ellos, como muchos otros, fueron detenidos sin el conocimiento del fiscal. En tal caso no hay necesidad de que se sancione nada y ¡qué sanción se iba a necesitar cuando Stalin lo decidía todo! Él era en estos casos el fiscal. Stalin no solo estaba de acuerdo con estas detenciones, sino que él las ordenaba por iniciativa propia. Debemos decir esto para que los delegados del Congreso puedan valorar los hechos y llegar a las debidas conclusiones. Los acontecimientos prueban que muchos de los abusos fueron ordenados por Stalin sin tomar en cuenta ninguna de las normas del Partido o de la Ley Soviética. Stalin era un hombre desconfiado, enfermizamente suspicaz; nosotros lo conocíamos porque trabajábamos con él. Podía mirar a un hombre y decir “¿Por qué están tan esquivos tus ojos hoy?” o “¿Por qué vuelves los ojos hacia otro lado y evitas mirarme de frente?”. Sus enfermizas sospechas creaban en él una desconfianza general que envolvía aun a los más destacados miembros del Partido, que él conocía desde hacía muchos años. En todas partes veía enemigos, agentes dobles y espías. Puesto que poseía un poder ilimitado, daba rienda suelta a su carácter voluntarioso, asfixiando moral y físicamente a las personas. Surgió una situación que hacía imposible que uno expresara su voluntad. Cuando Stalin decía que era necesario detener a tal o cual persona, había que aceptar dogmáticamente que se trataba de un “enemigo del pueblo”. Mientras tanto, la pandilla de Beria, que dirigía los organismos de seguridad del Estado, se superaba fabricando las pruebas de la culpabilidad de los detenidos y de la veracidad de los documentos que falsificaba. ¿Y qué pruebas se ofrecían? Las confesiones de los detenidos; y los jueces instructores aceptaban estas confesiones. ¿Y cómo es posible que una persona confiese haber realizado crímenes que no ha cometido? Solo si se aplican métodos de tortura física que la reducen a un estado de inconsciencia, que la privan de su juicio y la despojan de su dignidad de ser humano. De esta manera se obtenían las confesiones.

 

El “genio militar” de Stalin

El poder acumulado en las manos de una persona, Stalin, condujo a serios errores de nefastas consecuencias durante la gran guerra patriótica.

Cuando vemos muchas de nuestras películas, leemos muchas de nuestras novelas y estudios históricos y científicos, la labor de Stalin en la guerra patriótica aparece como algo enteramente inverosímil. Stalin lo había previsto todo.

Durante y después de la guerra, Stalin adelantó la tesis de que la tragedia que nuestra nación vivió en la primera parte de la guerra era consecuencia de que Alemania atacó inesperadamente a la Unión Soviética. Pero, camaradas, esto no es verdad. Tan pronto como Hitler llegó al poder en Alemania, se asignó a sí mismo la tarea de liquidar el comunismo. […]

Documentos que se han publicado demuestran que el 3 de abril de 1941 Churchill, a través de su embajador en la URSS, Cripps, advirtió personalmente a Stalin de que Hitler estaba reagrupando sus fuerzas armadas con el objeto de atacar a la Unión Soviética. […]

¿Y cuál fue el resultado de esta actitud indiferente, de este desconocimiento de los hechos? El resultado fue que ya a pocas horas y días de iniciarse el ataque, el enemigo había destruido en la región de la frontera gran parte de nuestra aviación, de nuestra artillería y otro equipo militar; había aniquilado un gran número de nuestros comandos militares y desorganizado nuestro mando; a consecuencia de esto, no pudimos evitar que el enemigo penetrara profundamente en nuestro territorio. […]

Muy serias consecuencias, especialmente en lo que se refiere a la etapa inicial de la guerra, siguieron al hecho de que Stalin hubiese aniquilado a tantos comandantes del Ejército y comisarios políticos entre 1937 y 1941. Durante los años de represión, sufrieron numerosos núcleos del Comando Militar, comenzando literalmente desde el nivel del comandante de batallón y compañía hasta llegar a los más altos niveles de la jerarquía militar; durante ese tiempo, los núcleos de jefes que habían adquirido experiencia militar en España y en Extremo Oriente fueron liquidados casi completamente.

Deportación de naciones enteras

Así, ya a fines de 1943, cuando se quebró el frente de la Unión Soviética, se tomó y puso en ejecución una decisión referente a la deportación de todos los karachai de las tierras en que vivían. En el mismo período, a fines de diciembre de 1943, corrió la misma suerte toda la población de la República Autónoma Kalmyk. En marzo de 1944, se deportaron todos los chechenos y los inkush y se liquidó la República Autónoma Chechen-Inkush.

En abril de 1944, fueron deportados todos los balkars a regiones lejanas del territorio de la República Autónoma Kabardyno-Balkar y a la república misma se le cambió el nombre por República Autónoma Kabardinia. Los ucranianos se salvaron de correr esta suerte solamente porque eran muchos y no había ningún lugar adonde deportarlos. De lo contrario, también se les habría deportado. (Risas y animación en la sala).

Ningún marxista-leninista ni ninguna persona de sentido común puede comprender cómo se puede responsabilizar por actividades hostiles a naciones enteras, incluyendo a mujeres, niños y gente de edad, comunistas y komsomoles, ni cómo se puede deportar a tanta gente y exponerla a la miseria y sufrimiento por actos hostiles de individuos o grupos de personas. […]

Stalin y Beria

En la organización de todos estos “casos vergonzosos” desempeñó un papel bajísimo un rabioso enemigo de nuestro Partido y agente del Servicio de Inteligencia de una nación extranjera –Beria–, quien había ganado la confianza de Stalin. […]

El Comité Central desenmascaró a Beria poco después de la muerte de Stalin. Como resultado de un proceso legal muy detallado, se estableció que Beria había cometido crímenes monstruosos y por ellos fue fusilado. […]

¿Por qué no se rebelaron los miembros del Politburó?

Algunos camaradas pueden preguntarnos: ¿Dónde estaban los miembros del Politburó del C.C.? ¿Por qué no lucharon a tiempo contra el culto al individuo? ¿Y por qué esto se está haciendo solo ahora?

Ante todo debemos considerar el hecho de que los miembros del Politburó miraron estos asuntos de una manera diferente en diferentes épocas. Inicialmente muchos de ellos apoyaron activamente a Stalin porque Stalin era uno de los más fuertes marxistas y su lógica, su fuerza y su voluntad tenían gran influencia sobre los núcleos y parcialmente sobre el trabajo.

Se sabe que Stalin, después de la muerte de Lenin, especialmente durante los primeros años, luchó activamente por el leninismo contra los enemigos de la teoría leninista y contra aquellos que se desviaban. Respaldado por la teoría leninista, el Partido, con el C.C. a la cabeza, empezó en gran escala el trabajo de industrialización socialista del país, de colectivización agrícola y la Revolución Cultural. En ese tiempo, Stalin adquirió gran popularidad, simpatía y ayuda. El Partido tuvo que luchar contra los que intentaban desviar al país del correcto sendero leninista; tuvo que luchar contra los trotskistas, zinovievistas y derechistas, y contra los nacionalistas burgueses. Esta lucha fue indispensable. Más tarde, sin embargo, Stalin, abusando de su poder más y más, empezó a luchar contra eminentes líderes del Partido y del gobierno y contra gente soviética honrada. […]

Quien intentara oponerse a cargos y sospechas sin base, esgrimidos contra inocentes, terminaba por caer víctima de la represión. […] Ahora, si agregamos a esto el hecho de que en los últimos años no se convocaron sesiones plenarias del C.C. y que solo ocasionalmente se reunía el Politburó, se comprenderá cuán difícil resultaba al Politburó defender a quienes se acusaba injustamente.

Conclusiones y perspectivas

Camaradas: Debemos abolir el culto a la personalidad en forma absoluta y definitiva; debemos llegar a conclusiones correctas tanto en el campo ideológico y teórico, como en el campo del trabajo práctico. Es necesario adelantar la siguiente moción: Condenar y eliminar de una manera bolchevique el culto a la personalidad por ser contrario al marxismo-leninismo y ajeno a los principios del Partido y a sus normas, y combatir inexorablemente todo intento de reintroducir su práctica en cualquier forma. Debemos volver a respetar la tesis más importante del marxismo-leninismo científico, que establece que la historia la crean los pueblos, como así también todos los bienes espirituales y materiales de la humanidad. Debemos volver a interpretar la responsabilidad del partido marxista en la lucha revolucionaria por la transformación de la sociedad, viéndolo como responsable de lograr la victoria final del comunismo”.

Edición digital de la Fundación Andreu Nº 2005 según la publicación efectuada por el POUM, Ediciones de La Batalla, París, 1957: Los crímenes de Stalin, Nikita Kruschev.


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