FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 3 Cine Sobre el Interés histórico del film

Sobre el Interés histórico del film

La soga al cuello

 

La guerra fría en su clave más dramática. O, mejor dicho, la carrera armamentista en su punto más álgido y en el momento que dio lugar a lo que se conoció entonces como el pánico nuclear. Un film que se atreve a llevar sus premisas narrativas a fondo y que indaga en el peligro real de una contienda que está a punto de quedar fuera de control, incluso de hombres serios, preparados y responsables. Si Billy Wilder (Uno, dos, tres; 1961) y Stanley Kubrick (Dr. Insólito; 1964) se habían atrevido antes y en claves distintas a narrar el conflicto entre el este y el oeste despojándolo de gravedad y de contenido apocalíptico, la mirada de Lumet se apartaba radicalmente de toda distensión para construir una pieza única que sigue expresando, tal vez como ninguna otra película de su tiempo, el costado más tenebroso de un momento de la política mundial que sus contemporáneos vivieron con inquietud constante y en creciente zozobra ante lo que perfectamente podía constituir el fin de la civilización tal cual la conocemos.

 

 

null

 

POLÍTICOS, MILITARES, CIENTÍFICOS; HOMBRES PRESOS DE SUS PROPIOS SISTEMAS

 

El valor de la obra trasciende su testimonio histórico gracias a las evidentes virtudes formales que la organizan, le dan su tono oscuro y rugoso y la llevan de forma inexorable hacia un final insólito para la historia del cine. El ritmo del relato se sostiene sin desmayos en una puesta asfixiante y en un tratamiento sólido y preciso del encuadre, del fuera de cuadro –un elemento sobresaliente: pensemos que casi la mitad del film consiste en llamadas telefónicas en las que sólo vemos a uno de los interlocutores y esto no resiente su interés sino que lo profundiza- y del montaje; se vale además de un uso impresionante de la fotografía en blanco y negro que elabora, sostiene y despliega una sombría inquietud que está en la base de la narración ya desde la secuencia inicial que narra una pesadilla sofocante y enigmática cuyo sentido se develará sólo en el final.

Por medio de sus variados y precisos recursos narrativos, el film articula una serie de interrogantes y premisas críticas que no se centran en el accionar de ninguno de los protagonistas en particular sino que apuntan al universo de absurda racionalidad en el que deben moverse los protagonistas para evitar la catástrofe que el mismo sistema que pretendían gobernar pone en marcha. El hombre contra el sistema, podríamos decir, describiendo los intentos desesperados del presidente y su colaborador por advertir del peligro a los adversarios y desarmar el mecanismo de relojería cuyo tic tac no se detiene; pero ese sistema es, al fin y al cabo, político, es decir, construido por los propios hombres que resultan ahora sus víctimas.

Y en la vorágine cada vez más incontrolable de los acontecimientos, Lumet se detiene a observar a los militares, casi todos orgullosos, patrioteros e insensatos; a los científicos, materialistas, cínicos e irresponsables y a los políticos, que tienen que vérselas con los resultados trágicos de las acciones de un conjunto de instituciones que deberían manejar pero que no dominan. Si el presidente que actúa magistralmente Henry Fonda resulta acaso demasiado intachable en su comportamiento íntegro y honesto, uno puede advertir en esa maniobra del relato el filo más cortante de la denuncia del film: ni el mejor de nosotros podría parar el descalabro que estamos construyendo día a día. Una advertencia sobre una devastación más que probable, cuya fuerza no debilita el hecho de que no se haya producido y que sigue funcionando medio siglo después como un testimonio visceral y auténtico de lo que la humanidad puso en juego en el marco del enfrentamiento colosal entre los bloques de poder en el marco de la guerra fría.

 

null

 

UN SISTEMA MÁS ALLÁ DEL CONTROL DE LOS HOMBRES MÁS CAPACES

 

Es muy difícil encontrar otra película que exprese con tal contundencia la hondura del horror que se abría como un abismo cercano e inminente ante los ojos de todos los que estaban conscientes del peligro de la carrera nuclear; en este sentido, el film se atreve a un final inédito, que rompe con muchos imaginarios de la cultura norteamericana llevando hasta el final las consecuencias de los hechos que lo organizan. Un final que no puede ser puesto en imágenes convencionales, y que Lumet presenta apelando a una sucesión de imágenes de corte / choque, elipsis formidable que da cuenta de lo inenarrable del corolario de su obra y de un límite tras del cual ya no hay narración posible.

Impresionante en su creciente tensión, consistente y riguroso en su crítica histórica, terminante en su capacidad de advertencia, Punto límite abría los ojos del cine a la profundidad insondable del peligro de una época, corriéndolo por completo del discurso ideológico o del gran relato imperial del país. Que la cultura norteamericana fuera capaz de construir un film como este en 1965, da cuenta de una cierta capacidad reflexiva y de una disposición crítica al sentido de la política mundial de la nación muy por delante de lo que se producía –o de lo que se podía exhibir- en el mundo soviético. De paso, funcionaba como un eslabón más de la advertencia de Eisenhower al retirarse de la presidencia cinco años antes del film de Lumet: el complejo industrial militar va camino de devorar y someter a la política. ¿Quién puede decir hoy que ciertas lógicas de la guerra consustanciales al mundo que nos legó la guerra fría han terminado? Si la catástrofe nuclear parece mucho menos probable o inminente que hace medio siglo, las premisas políticas, económicas y tecnológicas que posibilitan un régimen de desarrollo armamentista fuera de control se han extendido y profundizado y, por cierto, no somos hoy más capaces que entonces de prever sus resultados históricos.

 

VOLVER A FICHA TÉCNICA    IR A ACERCA DEL AUTOR Y SU OBRA

Acciones de Documento