FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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V. La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto

Introducción


A mediados de la década de 1920 se abrió un período de distensión en las relaciones entre las principales potencias. Después del tratado de Locarno, de 1925, pareció posible que las ambiciones y los intereses encontrados de los principales Estados europeos fuesen manejados a través de la negociación. Pero en los años treinta, la fragilidad de la distensión se hizo cada vez más evidente. A mediados de 1932, el físico Albert Einstein y el psicólogo Sigmund Freud intercambiaron por carta ideas sobre una preocupación compartida: “¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?”.fuente

Los dos primeros países en cuestionar Versalles fueron Japón, con su avance sobre China, y poco después Alemania. Desde su ingreso al gobierno en 1933, Hitler tomó una serie de medidas que revelaban la intención de que Alemania recuperase su posición como potencia europea, a costa de revisar las restricciones militares y la remodelación de las fronteras impuestas por los vencedores de la Primera Guerra Mundial.

 Sin demasiada convicción, las democracias europeas y el comunismo tantearon la posibilidad de unirse, pero el frente antifascista no llegó a concretarse antes de que estallase la guerra. Al ponerse en marcha el expansionismo nazi, Gran Bretaña y Francia intentaron “apaciguar” a Hitler. Por su parte, el gobierno de Stalin firmó un tratado de no agresión con el régimen nazi que habilitaba a Moscú a ocupar el este de Polonia. Recién en 1941, dos años después de que hubieran comenzado las batallas, los tres principales regímenes se alinearon definidamente en dos campos: por un lado, el Eje nazi-fascista, y por otro el antifascista, con las democracias occidentales aliadas al comunismo.

 La segunda de las guerras mundiales tuvo varias dimensiones, que exceden lo militar: fue una guerra entre dos tipos de Estados capitalistas –los democráticos y los nazifascistas– y una guerra entre dos regímenes: el nazi y el comunista, que compartían el antiliberalismo y un decidido autoritarismo, pero eran resultado de dos ideologías y de dos proyectos sociopolíticos opuestos. En Europa, la Segunda Guerra Mundial incluyó la lucha de movimientos de resistencia nacional contra la ocupación nazi, y en este sentido fue, en gran medida, una guerra civil europea. Charles de Gaulle, por ejemplo, en nombre de la restauración de la “verdadera Francia”, enfrentó a los nazis, pero también al gobierno francés cómplice de los invasores.


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