FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El regreso de la URSS de André Gide

V. La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto


Prólogo

"He podido gozar instante de júbilo profundo en contacto directo con un pueblo de trabajadores, en los talleres de carpintería, en las fábricas o en las casas de descanso, en los jardines, los “parques de cultura”. He sentido establecerse entre esos camaradas nuevos una fraternidad súbita: he sentido dilatarse mi corazón, ensancharse. También por eso las fotografía de mi persona que obtuvieron allá me muestran más sonrientes, hasta más riente, que lo que suelo esta en Francia. Y que a veces allá las lagrimas brotaron de mis ojos por exceso de alegría, lagrimas de ternura y amor: por ejemplo, en esa casa de reposo de los obreros mineros de Dombas en las cercanías inmediatas de Sotchi… ¡No, no!, allí no había nada de convenido, de preparado; llegué bruscamente cierta noche, sin que se anunciara previamente; pero inmediatamente sentí confianza junto a ellos.

Y esa visita inopinada al campamente de niños, cerca de Borjom, modesto y casi humilde pero donde los niños radiantes de felicitada y de salud parecían querer ofrecerme su alborozo. ¿Qué contar? Las palabras no basta para expresar una emoción tan profunda y tan simple… ¿Pero por qué hablar de éstos antes que de tanto otros? Poetas de Georgia, intelectuales, estudiantes, obreros sobre todo: sentí un vivísimo afecto por muchos de ellos, e incesantemente deploré no conocer su idioma. Mas se leía tanta elocuencia afectuosa en las sonrisas y en las miradas, que entonces dudé que la palabra pudiera añadir mucho más. Hay que decir que allá se me presentí en todas partes como un amigo: lo que expresaban las miradas de todos era una especie de reconocimiento. Querría merecerlo todavía más; y también eso me induce a hablar. [...]

El hotel de Sotchi es de los más agradables; sus jardines son muy bonitos; su playa es de las más agradables, pero las bañistas querrían inmediatamente obligarlos a reconocer que en Francia no tenemos nada comparable. Por decencia nos abstenemos de decirles que en Francia las tenemos mejores, mucho mejores.

No; lo admirable aquí es que ese semi-lujo y esa comodidad estén destinados al uso del pueblo – lo que no es óbice para que quienes vienen a residir aquí sean de nuevo gente privilegiada. En general se favorece a los más meritorios, pero a condición de que estén conformes, bien “en la línea”; y sólo éstos se beneficiaban de las ventajas.

Lo admirable en Sotchi es la gran cantidad de sanatorios y de casa de resposo que hay en derredor de la ciudad, todos maravillosamente instalados. Y está muy bien que todo eso sea construido para los trabajadores. Pero muy cerca de allí uno sufre tanto más cuento que ve a los obreros empleados en la construcción del nuevo teatro y a quienes se paga tan poco y se obliga a alojarse en campamentos sórdidos.

Lo admirable de Sotchi es Ostrovski.

Si ya he tenido loas para el hotel Sotchi, ¿qué diré del Sinop, cerca de Sucum, que es muy superior y que resiste el parangón con los mejores, los más bellos y los más cómodos hoteles de balnearios extranjeros?  Su admirable jardín data del antiguo régimen, pero la construcción del hotel en sí ha sido terminada muy recientemente; está administrado muy inteligentemente; tiene maginifico aspecto exterior e interior; cada domitorio tiene su cuarto de baño y su terraza particulares. Los muebloes son de gusto perfecto; la cocina es excelente y una de las mejores que ahayamos probado en U.R.S.S. El hotel Sinop parece uno de los lugares de este mundo en donde el hambre se encuentra más próximo a la felicidad.

Al lado del hotel se ha creado un sovkjose con miras al aprovisionamiento de aquél. Admira en él una caballeriza modelo, un establo modelo, un chiquero modelo y sobre todo un gigantesco gallinero “denier cri”. Cada pollo lleva en la pata su anillo enumerado; cada gallina tiene sus posturas cuidadosamente anotadas; cada una tiene su box particular para opner en donde se la encierra y de la que no se sale sino después de haber puesto. (Y yo no me explico cómo no son mejores los huevos que nos sirven en el hotel a pesar de tantos ciudados). Añadiré que a esos locales sólo se penetra cuando uno ha apoyado sus pies sobre una alfombra impregnada con substancia esterilizante para desinfectar el calzado. En cuento al ganado, pasa justo al gallinero; ¡tanto peor!

Si atravesamos un arroyuelo que limita al sovkjose, se encuentra una hilera de sucuchos. Allí la gente se aloja de a cuatro, en una pieza de dos y medios metros por dos, que alquielan a razón de dos rublos por persona y  por mes. La comida cuesta dos rublos en el restaurante de sovkjose, lujo que no pueden permitirse aquellos cuyo salario apenas de setenta y cinco rublos por mes. Deben contentarse con un pescado seco y pan.

No protesto contra la falta de igualdad de los salarios; reconozco que era necesaria. Pero hay medios de remediar las diferencias de condición. Ahora bien, creo que esas diferencias están acentuándose en lugar de atenuarse. Temo que pronto vuelva a formarse una nueva especie de burguesía obrera satisfecha (y por ende conservadora!) muy comparable con nuestra pequeña burguesía.

Veo por doquiera síntomas premonitores (*).

(*) La reciente ley contra el aborto ha consternado a todos aquellos a quienes salarios insuficientes no les permitían fundar un hogar y formar una familia. Ha consternado, asimismo, a otras personas y por distintas razones; ¿ Acaso no ahbian prometido, con respecto a esa ley, una especie de plebiscito, de consulta popular que debía decidir acerca de su aceptación y de su entrada en vigor? Una inmensa mayoría se declaró (más o menos abiertamente, es verdad) contra esa ley. No se tuvo en cuenta la opinión, y la ley pasó de todos con asombro casi general. Está demás decir que los diarios publicaron únicamente aprobaciones. En las conversaciones particulares que puede tener con muchos obreros sobre este punto, no oí sino recriminaciones temerosas y una resignación quejumbrosa.

¿Se justifica esta ley en cierto sentido? Responde a deplorables abusos. ¿Mas, qué pensar, desde el punto de vista marxista, de aquélla más antigua contra los homosexuales, que al asimilarlos a contrarrevolucionarios (porque el no-conformismo es objeto de persecución hasta en las cuestiones sexuales), los condena a deportación por cinco años, con renovación de la pena si no se corrigen por el destierro?"


André Gide, Regreso de la URSS, Buenos Aires, Sur, 1936.

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