FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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La ley del Restablecimiento Industrial

II. La gran depresión y la crisis del liberalismo


Declaración emitida en Washington el 1 de junio de 1933

 

"La historia considerará probablemente a la Ley Nacional de Restablecimiento Industrial como una de las medidas legislativas más importantes y de mayor alcance sancionadas por el Congreso de los Estados Unidos. En efecto, ella representa un supremo esfuerzo, tendiente a estabilizar para siempre los numerosos factores que intervienen en la Prosperidad de la Nación y en la conservación de los ideales de nuestro país.

Su finalidad consiste en asegurar un beneficio razonable a la industria y buenos salarios a los trabajadores, con la eliminación de los métodos piratas y de las prácticas desleales, que no solamente han obstaculizado al comercio honesto, sino que igualmente contribuyeron a crear los males, que actualmente afligen al Trabajo.

En tanto que estamos ocupados en establecer nuevos fundamentos para el comercio, tendientes a producir con el tiempo el retorno al trabajo de grandes cantidades de personas, abrigamos la esperanza de poder iniciar muy pronto, por medio de la llamada sección de Obras Públicas de la Ley, la realización de un programa de obras públicas, que en un futuro muy cercano permitirá emplear a otros cientos de miles de hombres.

Es obvio que, para lograr que este proyecto tenga éxito, necesitamos la más sincera y decidida cooperación de la industria, del Trabaja y de todos los ciudadanos del país.

la Ley que acabo de firmar ha sido sancionada “para dar nuevamente trabajo a la población”, para permitirle que compre una cantidad mayor de los productos agrícolas e industriales y colocar nuestra economía de nuevo sobre una base sana. Esta obra se realizará en dos etapas: la primera consistirá en colocar nuevamente en las listas de sueldos a muchos cientos de miles de desocupados antes de que comience el inverno, y la segunda, en proyectar un porvenir mayor para los demás. Si bien no descuidaremos esta segunda fase, consideramos a la primera como una tarea de emergencia y por ende, ella será la que primero merecerá nuestra atención.

La segunda parte de la Ley se refiere a la reducción del número de desocupados mediante la realización de un amplio programa de obras públicas. Nuestros estudios sobre este particular nos han permitido llegar a la conclusión de que podremos emplear inmediatamente a un número considerable de desocupados. aumentando la cantidad de empleos en forma gradual. de manera que al llegar el 1° de octubre su número no será menor de un millón de cargos nuevos. Este número aumentará aun mucho más después de esa fecha. Debemos colocar a la cabeza de nuestra lista aquellos trabajos que es posible iniciar inmediatamente. Nuestro propósito esencial es dar trabajo lo antes posible pero no debemos malgastar el dinero en la realización de proyectos antes de haber sido éstos perfectamente estudiados.

Ya hemos elaborado nuestro plan de acción. Mañana mismo se iniciarán algunas obras. Por un decreto que acabo de firmar conceda a las autoridades de los Estados un subsidio de 40.000.000 de dólares, destinado a la construcción de caminos y se me asegura que las autoridades de los Estados comenzarán esos trabajos inmediatamente. También acabo de autorizar la inversión 200.000.000 de dólares, por parte de la Armada, destinados a la construcción de nuevos buques, conforme a lo estipulado por el Tratado de Londres.

En mi discurso inaugural prometí simplemente que nadie habría de morir de hambre en este país. Hoy agrego con idéntica sencillez, que ningún comercio, cuya existencia dependa del pago de salarios menores que los suficientes para la vida

a sus obreros, tiene derecho a continuar en este país. Con la palabra “comercio” quiero designar, en este caso, todas las empresas comerciales, como también las industriales; al hablar de “obreros”, me refiero a todas las personas que trabajan, ya usen cuello blanco u overol; y por “salarios suficientes para la vida” entiendo retribuciones que no solamente permitan la subsistencia, sino que hagan posible una vida “decente”.

En toda la industria, la transformación de salarios y empleos de hambre en sueldos suficientes para la vida y empleos estables podrá, en gran parte, ser lograda mediante un convenio industrial que deberán respetar todos los empleadores. Está en su interés hacer esto, debido a que la vida decente, disfrutada por la totalidad de nuestros 125.000.000 de habitantes, significará para la industria la apertura del mercado más rico que el mundo haya conocido. Esta es la única forma en que podrá utilizarse el llamado exceso de capacidad de nuestras plantas industriales. Este es el principio que hace de esta Ley una de las más importantes sancionadas por el Congreso, debido a que, antes de la sanción de esta medida, no era posible llegar a semejante convenio industrial.

Basándose en este concepto, la primera parte de la Ley propone a nuestra industria una gran cooperación espontánea para reponer a millones de hombres en sus puestos de trabajo este verano. La idea, consiste simplemente en inducir a los empleadores que utilicen a un número mayor de obreros para realizar el trabajo existente, reduciendo la labor semanal de cada uno de ellos, y al mismo tempo, pagar un salario razonable por esa semana de trabajo reducida.

Ningún empleador y ningún grupo de empleadores, dedicados a una misma rama de la Industria, podría realizar este convenio, si solamente dejase de pertenecer a él un solo industrial; porque la competencia de éste haría imposible la existencia de los demás. Pero si todos los empleadores de una misma industria se comprometen lealmente a seguir estas normas modernas -sin excepción- y se ponen de acuerdo para obrar juntos y de inmediato, ninguno de ellos se perjudicará y millones de trabajadores, que durante tanto tiempo estuvieron privados del derecho de ganarse la vida con el sudor de su frente, podrán levantar de nuevo la cabeza. El requisito que exige esta Ley es que depongamos el interés egoísta para presentar un frente sólido contra el peligro común.

Se trata de una prueba para la industria que desde hace largo tiempo ha insistido siempre en que podría hacer mucho más en pro del bienestar general, si se le concedía el derecho de obrar al unísono, lo cual ha sido ilegal hasta ahora. Desde hoy la industria tiene ese derecho".

En Marcha, Santiago de Chile, Ed. Más Alla, s/f.

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