FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El planteo de Ambedkar sobre las castas

VI. El mundo colonial y dependiente


“[…]lo que el Mahatma parece sugerirme es que la sociedad hindú puede tornarse tolerable, e incluso feliz, sin ningún cambio fundamental en su estructura, si la casta superior de los hindúes puede ser persuadida de seguir una moralidad elevada en su trato con la casta inferior. Me opongo totalmente a este tipo de ideología. Puedo respetar a los hindúes que tratan de practicar un ideal social elevado. Sin tales hombres la India sería un sitio más desagradable y menos feliz que en la actualidad. Sin embargo, cualquiera que confíe en el intento de convertir a los miembros de la casta superior en mejores hombres mejorando sus características personales, a mi entender está desperdiciando su energía y aferrándose a una ilusión. ¿Puede el carácter personal hacer que el fabricante de armamentos se convierta en un buen hombre, esto es, en un hombre que venda proyectiles que no estallen y gases que no envenenen? Si no es posible, ¿cómo se hace para convertir a un hombre imbuido de la conciencia de casta en una buena persona, en alguien que tratará al prójimo como a sus amigos e iguales? Para ser fiel a sí mismo debe tratar al prójimo como un superior o un inferior, de acuerdo al caso, de manera diferente que a sus pares de casta. Efectivamente, un hindú trata a todos los que no son de su casta como si fueran extranjeros, a quienes se puede discriminar impunemente y efectuar todo tipo de fraude o triquiñuela sin sentirse avergonzado. Esto implica que se puede ser un mejor o peor hindú. Pero no puede ser un buen hindú. Es así no porque haya algo malo en su carácter personal. Lo que está mal es la base entera, el fundamento, de sus relaciones con el prójimo. Los mejores de los hombres no pueden ser morales si la base de las relaciones entre ellos y sus prójimos es básicamente una relación inicua. Para un esclavo su amo puede ser mejor o peor. Pero no puede haber un buen amo. Un hombre bueno no puede ser un amo y un amo no puede ser un buen hombre. Lo mismo se aplica a la relación entre las castas alta y baja. Para un hombre de la casta baja un hombre de la casta alta puede ser mejor o peor comparado con otro de la casta superior.

Alguien de la casta superior no puede ser un hombre bueno en tanto deba tener a un hombre de la casta inferior para distinguirlo como miembro de una casta superior. No puede ser bueno para una persona de la casta baja ser consciente de que existe alguien de una casta superior por encima de él. He argumentado en mi discurso que una sociedad basada sobre varna o casta es una sociedad cimentada sobre una relación inicua. Yo esperaba que el Mahatma intentara demoler mi argumento. Pero en lugar de hacer eso meramente ha reiterado su creencia en el Chaturvarna sin revelar el fundamento sobre el cual se basa. […]

Los discípulos de Carlyle saben que él frecuentemente hablaba de un tema antes de pensar en él. Me pregunto si tal no ha sido el caso del Mahatma en cuanto al tema de las castas. De otra manera, ciertas cuestiones que se me ocurren no se le habrían escapado. ¿Cuándo una vocación puede juzgarse ancestral, de manera tal que sea obligatoria para un hombre? ¿Debe un hombre seguir su llamado tradicional incluso si no tiene la capacidad adecuada, incluso cuando ha dejado de ser rentable? ¿Debe un hombre vivir según la vocación tradicional incluso si descubre que es inmoral? Si cada uno debe seguir su vocación tradicional, entonces un hombre debe seguir siendo un alcahuete, un proxeneta, porque lo fue su abuelo, y una mujer debe ser prostituta porque lo fue su abuela. ¿Está el Mahatma preparado para aceptar la lógica conclusión de esta doctrina? Para mí su ideal de seguir la ocupación o condición tradicional no solo es imposible e impracticable, sino también moralmente indefendible.

¿Por qué el Mahatma se aferra a la teoría de que cada uno debe seguir su vocación ancestral? No brinda sus razones en ningún lado. Pero debe existir alguna razón aunque no la manifieste. Años atrás escribió: “Casta versus clase” en su Young India (Joven India). Allí argumenta que el sistema de castas era mejor que el de clases sobre la base de que la casta era la mejor solución posible para la estabilidad social. Si tal es la razón por la cual el Mahatma defiende la teoría de que cada uno debe seguir su vocación ancestral, entonces él está adhiriendo a una visión falsa de la vida social. Todos quieren la estabilidad social, y algún tipo de regulación debe existir en las relaciones entre los individuos y entre las clases, para que se logre la deseada estabilidad. Pero hay dos cosas que seguramente nadie quiere. Algo que nadie desea son relaciones estáticas, algo que sea inalterable, fijado para siempre. Se quiere la estabilidad pero no a costa del cambio, cuando este resulta imperativo. La segunda cosa que nadie quiere es el mero ordenamiento. Se busca el orden, pero no sacrificando la justicia social. ¿Puede decirse que el ordenamiento de las relaciones sociales sobre la base del sistema de castas, esto es a partir de la vocación hereditaria, evita estos dos males? Estoy convencido de que no. Lejos de ser el mejor ordenamiento posible, no tengo dudas de que es la peor solución dado que va en contra de los dos cánones o criterios del ordenamiento social: fluidez y equidad. […]

El Mahatma parece no creer en el pensamiento. Prefiere seguir a los santos. Como un conservador, con su reverencia hacia las nociones consagradas, él teme que una vez que comience a pensar, caerán muchos ideales e instituciones a las cuales se aferra. […] Pensar de la manera en que lo hace Gandhi me parece que es prostituir su inteligencia para encontrar razones que apoyen la arcaica estructura social de los hindúes. Es el apologista más influyente de la misma y por lo tanto el peor enemigo de los hindúes”.

Texto en Luis César Bou, La India contemporánea y sus protagonistas http://www.rebelion.org/docs/93953.pdf


Prácticamente todas las obras escritas por el premio Nobel de literatura de 1907, Rudyard Kipling (1865-1936), a excepción de sus cuentos infantiles, tienen una constante que consiste en un claro elogio al imperialismo británico y en un más nebuloso, pero igualmente existente, elogio del militarismo imperial británico, tal vez dimanante de su trabajo como redactor en la Civil and Military Gazette, de Lahore (India). No obstante, entre su producción literaria se encuentran dos poemas que ponen de manifiesto cierta militancia en la corriente filosófica vitalista: son Si (If) y La carga del Hombre Blanco, que constituyen la expresión de su concepto del hombre y su devenir existencial.

En cuanto al poema La carga del Hombre Blanco, escrito en 1899, constituye una loa al trabajo y a los esfuerzos empleados por el mundo occidental en general y por la Gran Bretaña en especial en la colonización de África, Asía y Oceanía, pudiendo considerarse que el mencionado poema de Kipling es precursor del vitalismo cultural que años después perfeccionaría Oswald Spengler y que se nutre de numerosas teorías de principios del siglo XX, como es cierto darwinismo cultural en el que se sustentarían las teorías racistas del conde de Gobineau.

 La carga del Hombre Blanco

Llevad la carga del Hombre Blanco.
Enviad adelante a los mejores de entre vosotros;
Vamos, atad a vuestros hijos al exilio
Para servir a las necesidades de vuestros cautivos;
Para servir, con equipo de combate,
A naciones tumultuosas y salvajes;
Vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
Mitad demonios y mitad niños.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Con paciencia para sufrir,
Para ocultar la amenaza del terror
Y poner a prueba el orgullo que se ostenta;
Por medio de un discurso abierto y simple,
Cien veces purificado,
Buscar la ganancia de otros
Y trabajar en provecho de otros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Las salvajes guerras por la paz,
Llenad la boca del Hambre,
Y ordenad el cese de la enfermedad;
Y cuando vuestro objetivo esté más cerca
En pro de los demás,
Contemplad a la pereza e ignorancia salvaje
Llevar toda vuestra esperanza hacia la nada.

Llevad la carga del Hombre Blanco.
No el gobierno de hierro de los reyes,
Sino el trabajo del siervo y el barrendero,
El relato de cosas comunes.
Las puertas por las que vosotros no entraréis,
Los caminos por los que vosotros no transitaréis,
Vamos, hacedlos con vuestra vida
Y marcadlos con vuestra muerte.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Y cosechad su vieja recompensa
La reprobación de vuestros superiores
El odio de aquellos que protegéis,
El llanto de las huestes que conducís
(¡Tan laboriosamente!) hacia la luz:
“Oh, amada noche egipcia,
¿Por qué nos librasteis de la esclavitud?

Llevad la carga del Hombre Blanco,
No oséis rebajaros,
Ni clamar ruidosamente por la Libertad,
Para encubrir vuestro cansancio.
Por todo lo que gritáis o susurráis,
Por todo lo que hagáis o dejéis de hacer,
Los silenciosos y descontentos pueblos
Os juzgarán a vuestro Dios y a vosotros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Olvidad esos tiempos de la infancia,
Los laureles ligeramente concedidos,
La fama fácil y sin fundamento;
Venid ahora, a buscar vuestra hombría,
A través de todos los años ingratos,
Frutos, aguzados con la costosa sabiduría,
El juicio de vuestros pares.



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