FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Viaje por la inflación alemana


Fragmento del artículo de Walter Benjamin escrito en 1924


I. Entre las frases comunes que denuncian diariamente el miedo y la tontería de los alemanes, la de la catástrofe que se aproxima: así no podemos seguir, ocupa un lugar importante. Vivimos obsesionados por las ideas de seguridad y posesión de la década pasada, somos incapaces de asumir nuestra nueva estabilidad dentro de la inflación. La relativa estabilidad de que gozábamos antes de la Primera Guerra Mundial, ha ido creando la atmósfera propicia a la creencia de que toda situación que nos empobrezca significa la decadencia. Sin embargo, las relaciones estables no tienen por qué ser necesariamente las mejores; desde antes de la guerra existían grupos para quienes la única situación estable era la miseria estabilizada. La decadencia no es menos inestable, ni menos espléndida que el ascenso económico. Hay que rescatar el asombro ante la vida cotidiana como la última ratio, entender las manifestaciones de nuestro decantamiento como la única estabilidad posible, la instancia salvadora, milagrosa e incompresible. Los pueblos de Europa central viven como los habitantes de una ciudad sitiada: los víveres y la pólvora se han agotado, la salvación es imposible; acaso la rendición sea la única redención. La fuerza invisible que ha venido acorralando a Europa central no desea pactar ni, mucho menos, negociar la caída. Así las cosas, nos queda sólo esperar el último ataque del enemigo; esta espera cotidiana, una atención decidida, puede traer el milagro. Sí, vivimos en un misterioso contacto con las fuerzas que nos han sitiado. Por el contrario, la frase de que así no podemos seguir obliga necesariamente a poner un límite al sufrimiento de los individuos y las sociedades: un límite que al ser rebasado nos impide de veras seguir adelante, el límite de la destrucción.

El tobogán del miedo
II. Una paradoja ejemplar: la gente tiene una sola obsesión en la cabeza, la de sus más íntimos intereses. Al mismo tiempo, sin embargo, nunca ha estado más determinada en su conducta por los instintos de las masas. Y nunca como ahora esos instintos habían estado más lejos ni habían sido más extraños a la vida. Allí donde el oscuro instinto del animal encuentra la salida ante el peligro que se acerca, esta sociedad que sólo persigue su propio interés se lanza por el tobogán del miedo como una masa ciega, con la estupidez animal y sin la estúpida sabiduría de los animales, perdiendo el olfato de las diferencias individuales, entregándose a las fuerzas que todo lo igualan impunemente. Una y otra vez se demuestra que recalando en la costumbre perdemos la vida, y que la aplicación del intelecto, la planeación, fracasa ante el peligro. La imagen de la estupidez se perfecciona: inseguridad y perversión de nuestros impulsos más vitales; por otro lado, impotencia y desgaste de nuestro intelecto. Ésta es, sin duda, la constitución de todos y cada uno de los ciudadanos alemanes.

III. Nuestras más cercanas amistades han ido adquiriendo una penetrante y casi insoportable claridad, apenas pueden resistirla, en un extremo, el dinero ocupa de manera devastadora el centro de nuestros intereses más vitales; en el otro, el dinero es precisamente el obstáculo ante el cual fracasa cualquier relación entre las personas. Así desaparecen, tanto en la naturaleza como en la moral, la confianza espontánea, la serenidad y la salud. […]

Espejismos en el huevo de la serpiente
VII. También se ha perdido la libertad de conversar. Si antes era lógico escuchar y atender al otro en una conversación, ahora sólo se pregunta por el precio de sus zapatos y de su paraguas. En toda conversación se imponen dos temas: lo caro de la vida y el dinero. En este contexto, no se trata de las preocupaciones o el sufrimiento de las personas, sino de la consideración de la totalidad. Es como si estuviéramos atrapados en un teatro, como si debiéramos seguir el desarrollo de la obra y hacerla el objeto de todos nuestros pensamientos, como si tuviéramos que repetir de memoria sus parlamentos.

VIII. Quien es consciente de nuestro decantamiento, tendrá que justificar su permanencia, su actividad y su participación en este caos. Hay demasiadas razones para explicar el fracaso general, demasiadas excepciones justificadas para desempeñar esa profesión, vivir en esa casa o en este momento. La ciega voluntad de salvar el propio prestigio se impone en todas partes, a nadie le interesa aceptar la propia impotencia ni escapar a la obnubilación social. Por eso estamos tan llenos de teorías en torno al sentido de la existencia, de visiones del mundo que sirven sólo para justificar conflictos privados e irrelevantes. Por esa misma razón nos llenamos de espejismos, imágenes de un futuro cultural que a pesar de todo ha comenzado a florecer de pronto, de la noche a la mañana, ya que cada uno se compromete con las ilusiones ópticas de su aislado punto de vista. […]

Revista Nexos en línea nº 28, abril de 1980.



benjamin





WALTER BENJAMIN








FILÓSOFO Y CRÍTICO ALEMÁN. HIJO DE UN ANTICUARIO ISRAELITA. CUANDO ESTALLÓ LA GRAN GUERRA EN 1914 SE PRESENTÓ COMO VOLUNTARIO, PERO FUE DECLARADO NO APTO PARA EL SERVICIO. EN 1917 MARCHÓ A SUIZA DONDE SE GRADUÓ DOS AÑOS DESPUÉS Y VOLVIÓ A BERLÍN.

TRAS EL ADVENIMIENTO DE HITLER AL PODER BENJAMIN EMIGRÓ A PARÍS. LA INVASIÓN NAZI DE FRANCIA LE SORPRENDIÓ EN ESTA CIUDAD DONDE TRABAJABA DESDE HACÍA MUCHO TIEMPO EN EL TEXTO QUE JUZGABA EL RESULTADO DE TODA SU LABOR:PARIS, DIE HAUPTSTADT DES XIX JAHRHUNDERTS. BENJAMIN INTENTÓ, CON UN GRUPO DE ANTIFASCISTAS, LLEGAR A ESPAÑA PARA EMBARCAR HACIA LOS ESTADOS UNIDOS, PERO ANTE LA POSIBILIDAD DE SER ENTREGADO A LOS NAZIS SE SUICIDÓ.EN 1955 APARECIÓ UNA COLECCIÓN EN DOS TOMOS DE LOS ESCRITOS DEL AUTOR, DIRIGIDA POR T. W. ADORNO, AL CUAL SE DEBE PARTICULARMENTE LA DIFUSIÓN DE LA OBRA DE SU AMIGO.


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