FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 Fascismo y nazismo Sobre los autores Robert Paxton (1932-)

Robert Paxton (1932-)

 

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Historiador nacido en Norteamérica. Sus primeros estudios fueron en la Universidad de Washington y Lee, continuándolos en Harvard y Oxford. Se retira en 1997 como profesor emérito de la Universidad de Columbia sin dejar su actividad como investigador. Es reconocido por propuestas renovadoras y publicaciones sobre Europa durante de la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en un autor ineludible a la hora de pensar ese proceso histórico. Ha investigado al fascismo en su ascenso y esplendor, complementándolo con el estudio de un caso en particular: la Francia de Vichy. Entre sus publicaciones: Anatomía del fascismo, Barcelona, Península, 2004

 

Paxton, Robert, Anatomía del fascismo, Barcelona, Península, 2004, “Introducción”, Cap. 3 “La llegada al poder”, Cap. 4 “El ejercicio del poder”. 

Capítulo 3 “La llegada al poder”

En este capítulo el autor aborda la llegada del fascismo al poder poniendo en diálogo los casos italiano y alemán, y el rol cumplido por los líderes de los movimientos: Mussolini, en 1922 y Hitler, en 1933, respectivamente.

Para ésto, pone en discusión dos mitos interpretativos generalizados: el primero explica la llegada al poder como una toma de éste por parte de los fascistas, mediante un golpe de Estado; el segundo explica que el voto popular habría catapultado a los líderes de los movimientos fascistas a la conducción de sus gobiernos.

Otra interpretación extendida que el autor discute es la del impulso que, por sí mismos, habrían tenido los líderes fascistas en su camino al poder, cuestionando el “mito del Führer” o el “mito del Duce”.

De esta manera, desarrolla su explicación a través de la alianza que -en contextos de crisis generalizada­- habrían establecido los grupos conservadores en el poder con los líderes fascistas, que, a cambio de un lugar en el gobierno, aportarían el apoyo de las masas; rostros jóvenes y nuevos al orden político envejecido y desgastado; compromiso y disciplina; y, principalmente, un abigarrado socio contra la izquierda. Este último aspecto habría sido crucial para sellar la alianza entre los conservadores y los fascistas, catapultando a estos últimos al poder.

El autor realiza, además, comparaciones con otros regímenes de derecha -como las dictaduras tradicionales- y las alternativas que adoptaron los gobiernos de otros países que, también en contextos de crisis, no necesitaron de los fascistas para mantener el poder.

 

Capítulo 4 “El ejercicio del poder”.

En esta oportunidad, una vez analizado el acceso al gobierno por parte de los líderes fascistas, Paxton aborda la forma en que actuaron en el poder y las dificultades con que se encontraron en las negociaciones con distintos grupos para mantener su predominio. En una primera lectura, explica la conformación de los nuevos gobiernos fascistas (alemán e italiano) a partir del concepto de “Estado dual” –tomado de Ernst Fraenkel- conformado por un “Estado normativo”, compuesto por las instituciones y las autoridades legales, en confrontación y tensión con un “Estado prerrogativo”, formado por las organizaciones del partido.

Sin embargo el autor considera que esta imagen del Estado por sí sola es incompleta: por un lado porque no tiene en cuenta a la opinión pública; por otro lado porque no contempla la diversidad de actores sociales que estuvieron en tensión -que Paxton incluye en su análisis-  y que habrían participado en la pugna por el poder. Elementos de la sociedad civil, “islas de separación” les llama, que sobrevivieron y resistieron al proceso de totalización del Estado dictatorial.

De esta manera, los actores que Paxton pone en diálogo son: el caudillo; el partido; el Estado; la sociedad civil. El autor encuentra fundamental desarrollar este tipo de análisis ya que considera que examinar las tensiones entre los diferentes actores es lo que explica el ejercicio fascista del poder, por sobre la idea extendida de la lectura “intencionalista” del fascismo, que pone luz solamente en la figura del líder carismático.  A su vez, el peso de un actor con relación a otro es lo que marca las diferencias más agudas entre la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler.

Hacia el final de este capítulo, Paxton reflexiona sobre los alcances limitados que tuvo la “revolución” fascista, que no dio por tierra con el sistema económico capitalista ni derribó las jerarquías sociales. Considera que el fascismo fue solamente revolucionario en sus concepciones radicalmente nuevas de ciudadanía, intentando realizar una “revolución del alma”, que subordinara el individuo a la comunidad.

 

 

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