FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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III. Fascismo y nazismo

El rearme, la autarquía económica y el espacio vital


Uno de los temas del debate sobre el nazismo ha girado en torno al problema de su relación con el capitalismo. Hasta dónde las políticas del gobierno nazi fueron determinadas por los objetivos de los grandes intereses económicos, en qué medida la autonomía de Hitler le permitió imponer sus aspiraciones ideológicas y políticas por sobre los fines de los capitalistas.

Ni los nazis fueron títeres del gran capital, ni Hitler plasmó una vez en el gobierno las obsesiones ideológicas que anunciara en Mi lucha, al margen de los intereses de los grupos de poder. Desde el inicio hubo coincidencias significativas entre los nazis, el Ejército y los grandes intereses económicos en torno al rearme. Una vez que este se puso en marcha dio paso a tensiones y desafíos que brindaron un terreno fértil para el despliegue de los fines expansionistas y raciales del nazismo. Simultáneamente, a lo largo de este proceso, en el bloque nazi fue ganado creciente poder el complejo aparato de las SS, el más consubstanciado en términos ideológicos y organizativos con la creación de un nuevo orden, que incluía el exterminio de los judíos.

Al llegar al gobierno Hitler no dejó de afirmar, frente a los militares y los organismos encargados de dar respuesta al problema del desempleo, que el gasto militar era prioritario, “todos los demás gastos tenían que subordinarse a la tarea del rearme”. Este objetivo agradó al alto mando del Ejército y junto con la expansión de la obra pública hizo descender el desempleo. Las enormes ganancias derivadas del auge de los armamentos y el aplastamiento de la izquierda consolidaron la relación entre los industriales y el gobierno. El programa despegó con fuerza en 1934; sin embargo, conducía a graves cuellos de botella: las divisas asignadas a los insumos destinados a satisfacer la industria de armamentos eran retaceadas a las industrias de bienes de consumo, que veían reducida su capacidad de importar y de satisfacer las demandas del mercado interno. Las tensiones afloraron en el primer estancamiento económico importante, a partir de 1935.

En el invierno de 1935-36, mientras los ingresos se mantenían al nivel de 1932, el costo general de la vida había aumentado y se cernía la amenaza de una crisis de alimentos. El elevado gasto en armamento no dejaba divisas disponibles para la importación de los bienes necesarios para mantener bajos los precios de consumo. A la escasez y los aumentos de precios se sumó el crecimiento del paro. A principios de 1936 el ministro de Economía, Schacht, a cargo de la asignación de las divisas, pidió que se redujese el ritmo de rearme. Estas demandas recogían los reclamos de los industriales vinculados con el mercado interno e interesados en preservar los vínculos comerciales de Alemania en el mercado mundial.

Los desafíos asociados al rearme condujeron hacia la autarquía y reforzaron el interés de Hitler por acelerar una expansión que permitiese obtener “espacio vital”. En los primeros meses de 1936 era evidente que ya no resultaba posible armonizar las demandas de un rearme rápido y un consumo interno creciente. Tanto el Ministerio de Armamentos como el de Alimentos reclamaban divisas que eran cada vez más escasas, y mientras el ministro de Economía presionaba para frenar al rearme, los militares propiciaban la aceleración del programa.

En la búsqueda de alternativas Schacht fue desplazado y Göring pasó a ocupar un papel central en la política económica. Dotado de poderes especiales, se puso al frente de un equipo que incluyó a representantes de la empresa IG Farben, para estudiar una solución. El plan cuatrienal elaborado por este grupo reconoció la necesidad de implantar una economía más dirigida y la posibilidad de satisfacer simultáneamente las distintas demandas mediante la elaboración de materias primas sintéticas, que frenarían las importaciones. Se suponía que con una producción cada vez más independiente del mercado mundial, los movimientos de la economía se sujetarían a las necesidades de la nación. Fue una decisión en la que ideología e intereses materiales estuvieron entrelazados.

El plan solo podía sostenerse por un tiempo limitado, durante el cual Alemania se prepararía para lograr su expansión territorial. Con el exitoso manejo de la crisis de 1936 y el papel dominante de Göring en el plano económico, la dirigencia nazi se afianzó en el poder y creció su autonomía respecto de los grupos industriales. Esto le permitió dar mayor prioridad y alcance a sus motivaciones ideológicas en la formulación de la política exterior. Esto no significó que el bloque nazi se desvinculase acabadamente del Ejército o de la gran industria; ambos acompañaron al gobierno en la búsqueda del espacio vital. La expansión territorial era un objetivo central de la ideología nazi, la crisis económica y las medidas instrumentadas para hacerle frente ofrecieron condiciones favorables para la puesta en marcha de la maquinaria bélica.


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