Los cineastas y el estalinismo
Sergei Eisenstein (El acorazado Potemkim, 1925) y Alexandr Dovzhenko (La tierra, 1930); por nombrar solo dos de por lo menos una decena de grandes directores, vieron interrumpidas sus obras por sanciones más o menos concretas provenientes del Partido bajo Stalin. La enorme vitalidad que el cine soviético exhibió al mundo en la década de 1920, y que sigue siendo una pieza clave de la historia del cine en sus décadas de consolidación, decayó claramente en la década de 1930 , una vez que el Partido impuso los férreos principios del realismo socialista y cortó violentamente las carreras de todos los directores formados al calor de la primera década de la revolución.