FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 Arte Cuerpos extraños, exposiciones edificantes: arte y nazismo Pintor nazi, arte moderno. Maes en Bariloche

Pintor nazi, arte moderno. Maes en Bariloche


ANTOINE MAES  ANTOINE MAES2

ANTOINE MAES, PINTURAS GUARDADAS POR LA MUNICIPALIDAD DE BARILOCHE, ARGENTINA.


Si tuviéramos que atribuir estas pinturas a algún movimiento artístico del siglo xx sin otra información que la que ofrece este texto hasta aquí, difícilmente arriesgaríamos que fueron realizadas por un artista comprometido con el régimen nazi, pues su aspecto nada tiene que ver con las características de las obras que se pudieron ver en la Exposición de Arte Alemán de 1937, por ejemplo. Estos dos cuadros se podrían vincular con movimientos modernos condenados por el nazismo, como el expresionismo, dado el uso libre del color y la síntesis y aparente rusticidad de su figuración. Sin embargo, se trata de dos pinturas del belga Antoine Maes, emigrado a Bariloche a comienzos de los años cincuenta luego de haberse desempeñado como alto funcionario en la Bélgica ocupada por los nazis. En estas fotografías las pinturas de Maes no están colgadas en exhibición sino apoyadas sobre paredes o muebles. Es que desde hace unos años, por disposición de la municipalidad de Bariloche, solo es posible verlas a partir de una solicitud especial: no se exhiben públicamente desde 2008. Ese año, en una exposición organizada por la Biblioteca Sarmiento y la Subsecretaría de Cultura de Bariloche y en medio de una marcha en repudio a la última dictadura militar, el 24 de marzo un grupo de manifestantes descolgó los cuadros.


          DOS PAISAJES DE ANTOINE MAES      DOS PAISAJES DE ANTOINE MAES2

                                       DOS PAISAJES DE ANTOINE MAES.

A diferencia de la tradición paisajística de esa ciudad, que despliega representaciones naturalísticas, realistas o incluso pintorescas del entorno montañoso de Bariloche, Maes decía que no pintaba paisajes. Afirmaba que usaba esos paisajes, captaba su “espíritu”, para pintar cuadros que tenían su propia lógica y que en todo caso creaban su propio mundo. Así se diferenció y encontró un lugar en el pequeño ambiente artístico de la Bariloche de los años cincuenta, que tenía en ese entonces unos 10.000 habitantes. Dado el carácter sublime del paisaje circundante, el desafío era no dejarse dominar por él. La relación del medio con el artista es en esta visión –señala Esteban Buch– una especie de lucha por el poder, una confrontación.

La primera exposición de Maes en Bariloche data de 1956, pero su actividad artística había comenzado antes de abandonar Europa. Nacido en la parte flamenca de Bélgica, en los años treinta inició su carrera en la órbita del expresionismo flamenco. En esos mismos años militó en un movimiento nacionalista de ultraderecha llamado dinaso, cuyo líder era un admirador de Hitler. Con la ocupación de Bélgica por las tropas alemanas en mayo de 1940, la mayor parte de esos militantes se pusieron al servicio del gobierno de ocupación, donde la Wehrmacht –la fuerza armada alemana unificada entre 1935 y 1945– compartía el poder y a menudo rivalizaba con las SS, la organización paramilitar bajo el comando de Hitler y el Partido Nacional Socialista alemán. De los distintos grupos colaboracionistas, Maes se incorporó al más cercano a las SS: el DeVlag (Duits-Vlaamsche Arbeidgemeenschap, asociación de trabajo germano-flamenca), que militaba por la anexión de Flandes al Tercer Reich. Por un año, entre 1943 y 1944, Maes ejerció el cargo clave de jefe del Servicio de Propaganda de esa organización, cuyos miembros eran todos SS y cuyas principales actividades consistían en el reclutamiento de jóvenes belgas para la policía y el frente del Este, la difusión de material pronazi y antisemita y la denuncia a los alemanes de miembros reales o supuestos de la resistencia.

Durante ese período las brutalidades nazis en Bélgica alcanzaron su máxima intensidad, incluyendo la deportación y el asesinato en los campos de exterminio de 28.500 judíos, muchos de ellos radicados en la ciudad de Amberes. Cuando las tropas norteamericanas entraron en Bruselas, Maes ya se había escapado a Alemania, llevándose una valiosa colección de cuadros adquiridos en condiciones dudosas. El 12 de julio de 1945, el Consejo de Guerra de Amberes lo condenó a una pena de prisión y al retiro de su nacionalidad belga por colaboración con el enemigo. Algunos meses más tarde, el mismo cuerpo transformó esa pena en una condena a muerte por contumacia. El 9 de diciembre de 1950 Maes llegó a Buenos Aires, aprovechando la buena acogida dada a los nazis y sus aliados por el gobierno peronista. Dos años más tarde se instaló en Bariloche y, protegido por algunos amigos que le dieron trabajo, comenzó a pintar y pronto, a enseñar a pintar.

Sus óleos representan paisajes, temas religiosos, retratos y, en los últimos años antes de su muerte en 1986, desnudos femeninos. Su estilo, siempre figurativo, no se alejó del expresionismo flamenco de su juventud, aunque se vio matizado por el naturalismo de los paisajistas locales. En ninguno de ellos se representa nada que se parezca a propaganda nazi o nostalgia de la guerra. Las escasísimas figuras de militares que aparecen aquí o allá en sus telas –afirma Buch– son tristes y más bien siniestras.

“Maes era nazi, pero su pintura no lo era”, resume este autor. Ese dilema, que había plateando en su libro La Suiza Argentina, de 1991, se reactualizó con el episodio ocurrido durante la manifestación del 24 de marzo de 2008. Salvando las diferencias, el dilema sobre la libertad de expresión, sumado a la contradicción entre el hombre y su obra, se parece al que acompaña en el mundo entero las obras de filósofos como Heidegger, escritores como Céline, músicos como Carl Orff, e incluso pintores como Albert Servaes, figura del expresionismo flamenco, colaboracionista belga y amigo personal de Maes. Las preguntas que plantea Buch en relación con la obra y la figura de Maes resultan recurrentes en la historia, y no tienen una respuesta fácil... ¿Puede apreciarse la obra y despreciarse al hombre? ¿Debe o puede mostrarse la obra como si el hombre no existiera? ¿Puede despreciarse al hombre y a la obra, pero dejar que esta circule en nombre de la libertad de expresión? ¿Debe impedirse activamente, por la fuerza si fuera necesario, que se utilice la obra para reivindicar al hombre y, por su intermedio, la ideología nazi? ¿Debe considerarse la decisión de bajar la muestra de Maes como un acto de censura o debe pensarse que la verdadera censura es negar su pasado criminal o relativizar su gravedad?

Aquí es interesante recordar qué ocurre en algún caso recién mencionado y otros similares. La obra de Heidegger está toda editada, incluso el Discurso del rectorado que pronunció al asumir la conducción de la Universidad alemana en 1933, pero muchos filósofos afirman que todo su pensamiento está de algún modo habitado por su colaboración con el régimen nazi. En 1998, en una exposición sobre la pintura europea de los años treinta, se exhibieron en un museo de la Municipalidad de París varias obras nazis de artistas nazis, pero se las alojó en una sala separada e identificada como “arte de propaganda”. En el marco de una exposición de 2004 sobre la vida musical bajo el Tercer Reich en la Cité de la Musique de París, los organizadores renunciaron a incluir obras de compositores nazis en su ciclo de conciertos, temiendo que se les reprochara hacer propaganda por el solo hecho de ofrecerlas al goce estético del público. Mein Kampf  (Mi lucha), el libro que Hitler publicó en 1925 y que pone de manifiesto las convicciones que luego estarán en la base de su régimen gubernamental (incluida la idea de la existencia de una “conspiración judía” para asumir el control mundial), está prohibido en muchos países de Europa. En otros, permitido a condición de que lo acompañe una advertencia al lector. En los Estados Unidos se piensa que el principio de libertad debe regir sin restricciones. En todos esos países sigue abierto el debate sobre qué hacer con el negacionismo –la corriente histórica que niega la existencia misma del genocidio perpetrado por el régimen nazi.

Así, el affaire de la exposición de Maes en 2008 actualizaba un problema moral y político global. Y a la vez remitía al hecho de que Bariloche debía su celebridad internacional menos a la belleza de sus paisajes o al prestigio de sus científicos que a su calidad de refugio de nazis, conocida en todo el mundo a partir de la detención en esa ciudad patagónica de Erich Priebke, uno de los últimos criminales nazis vivo en 1994.

Acciones de Documento