FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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La “Suiza argentina”: paisajes, dictaduras e impunidades


En el análisis de Buch, la fórmula de la “Suiza argentina” para nombrar a Bariloche no busca describir un paisaje exótico sino designar un lugar de neutralidad que, para ciertos criminales, equivalió a una garantía de impunidad. La percepción, tanto desde dentro de la ciudad como desde fuera, de una suerte de paraíso turístico alejado de los conflictos del mundo les permitió a Priebke y a Maes hacer sus respectivas carreras como educador y artista sin renunciar a su fidelidad a la causa ideológica de toda su vida, la grandeza de Alemania.

Aquí es donde el problema de la impunidad enlaza a los nazis y la memoria de la última dictadura argentina. En Bariloche el Proceso tuvo características particulares, pues los militares acudieron a organizaciones empresariales locales en busca de hombres para dirigir el municipio. Así fue como el cargo de intendente fue ocupado entre 1977 y 1983 por el comandante retirado de Gendarmería y próspero agente de turismo Osmar Héctor Barberis. Y el mito de la neutralidad de la Suiza argentina fue una de las orientaciones de su gestión. Barberis desarrolló una acción en beneficio de los artistas locales, incluyendo varias exposiciones de Maes, cubiertas por la prensa con reportajes en los que este abundó en elogios al intendente. Con Arlette Neyens como directora municipal de Cultura, esa acción se basaba en la idea de que en toda circunstancia el arte y la política deben mantenerse separados.

Tal como argumenta Buch, en el plano jurídico no se habla de todos los colaboradores de la dictadura militar: la Justicia se concentra en los responsables de crímenes tales como la desaparición y el asesinato de personas o el robo de bebés. Pero la ausencia de responsabilidad penal no exime a la comunidad y sus responsables políticos del trabajo de memoria y pedagogía que asegure la vigencia definitiva del “nunca más”, esa frase forjada en alemán para repudiar los crímenes nazis: nie wieder. La cancelación de la exposición de Maes luego de una protesta ocurrida precisamente un 24 de marzo podría significar que se ha terminado la impunidad simbólica para quienes en Argentina o en Europa colaboraron con regímenes responsables de violaciones a los derechos humanos. El incidente posiblemente permitió a mucha gente informarse y reflexionar. El intendente de Bariloche, Darío Barriga, dijo no haber estado al tanto de las circunstancias en que se organizó la muestra de Maes, antes de ordenar su anulación. La subsecretaria de Cultura, Susana Vega, alegó por su parte ignorar la trayectoria del artista, lo cual le hubiera costado el cargo en muchas partes del mundo. El presidente de la Comisión Directiva de la Biblioteca Sarmiento, Jorge Paolinelli, enojado por la cancelación de esa muestra realizada en adhesión a los ochenta años de la institución, explicó que la iniciativa había venido de exalumnos de Maes y no tenía “connotación política”. El escándalo de la exposición del “pintor nazi” reactivó esa imagen siniestra de un Bariloche nazi en los medios de difusión y a la vez sirvió para marcar de manera espectacular una evolución de la conciencia pública local, que aún debe ser protegida y fortalecida.


DOS PAISAJES DE HITLER  DOS PAISAJES DE HITLER 2

DOS DIBUJOS REALIZADOS POR ADOLF HITLER, QUIEN INTENTÓ ENTRAR A LA ACADEMIA DE ARTE DE VIENA.


Esto no significa que las pinturas de Maes deban ser ocultadas en las dependencias municipales. Si Maes era nazi pero su pintura no lo era –sostiene Buch con tino– es importante que se pueda hablar de las dos cosas. Que sus cuadros sean accesibles a quien quiera verlos. El autor argumenta:

En mi opinión, el mejor favor que podría hacérseles a los nostálgicos de todas las dictaduras y/o partidarios de todos los olvidos sería hacer de esos cuadros un objeto prohibido, cuya contemplación clandestina pudiera volverse una expresión de rebeldía antidemocrática o un gesto snob de esteta transgresor. Salvando las distancias, los cuadros de Hitler, que no tienen nada de “hitleristas” y que nadie toma en serio desde el punto de vista artístico, funcionan bastante bien como fetiches para fanáticos diversos, y eso es algo que una restricción solo puede potenciar. Los cuadros de Maes no tienen nada de especial, y cada uno debería poder decidir solo si vale la pena interesarse en ellos o siquiera mirarlos. Ello implica, sin embargo, suspender la posibilidad de aislarlos como obras de arte ‘puro’ y no disociar su significación artística de todo el fenómeno de los nazis en Bariloche y en la Argentina en general.

Diversos dispositivos historiográficos y de exhibición pueden suspender el efecto de homenaje o de respeto que instala la exposición de la obra de un artista. La exposición Arte Degenerado es un buen ejemplo de que el modo de disponer y combinar las obras, así como las inscripciones y leyendas que las acompañan, funcionan como guías para la comprensión y recepción de esos trabajos. No es necesario (ni deseable) llegar a un condicionamiento tan autoritario como el de la exposición organizada por el nazismo en la Alemania de 1937. Los curadores y diseñadores de exposiciones vienen experimentando con diversos dispositivos para estimular el interés, el intercambio de opiniones y la reflexión crítica sobre aquello que vemos en las salas de los museos. Las obras de Maes pertenecen a la historia de la pintura de Bariloche. Podrían tener un lugar de interés en una exhibición sobre el paisaje patagónico, por ejemplo, en diálogo con otros pintores. Pero además, y sobre todo, constituyen un caso interesante y complejo para seguir pensando y discutiendo sobre las relaciones entre la historia mundial y la historia local, por un lado, y sobre los lazos políticos y estéticos entre los artistas y sus obras, por el otro. Es de esperar que algún día las condiciones políticas e historiográficas estén reunidas para que puedan figurar junto a otros cuadros en un museo local sin que su presencia signifique una amnistía virtual para su autor.

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