FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Exposiciones de Arte Alemán (1937-1944)


exposiciones de arte alemánexposiciones de arte alemán II

DESNUDOS FEMENINOS EN LA EXPOSICIÓN DE ARTE ALEMÁN DE 1939, REALIZADA EN LA CASA DEL ARTE ALEMÁN DE MUNICH (DER.)


El historiador del arte Peter Burke nos recuerda que “el problema de hacer visibles los conceptos abstractos, de concretizarlos, no es solo de los artistas. La metáfora y el símbolo han desempeñado siempre un papel importante en política”. Entre sus argumentos sobre la representación visual de ideas abstractas ligadas al poder político, afirma que el nacionalismo resulta relativamente fácil de expresar en imágenes, tanto si estas caricaturizan a los extranjeros como si celebran los grandes acontecimientos de la historia de una nación, o si evocan un estilo popular de esa región. En Alemania, las políticas culturales nacionalsocialistas tuvieron al estímulo del fervor nacional entre sus prioridades. En el caso de las exposiciones de Arte Alemán y Arte Degenerado, ¿cuáles fueron los modos de promover sentimientos nacionales?

Se suele afirmar que la arquitectura era para Hitler la expresión más contundente del poder político. Lo cierto es que, por esa época, esa no fue una convicción exclusiva del Führer. Construida en Munich entre 1934 y 1937 como el primer edificio de propaganda del Tercer Reich, la Casa del Arte Alemán comparte la escala monumental y las características del estilo neoclásico de su fachada –reconocible por su columnata y entablamento que imita piedra– con buena parte de los edificios oficiales construidos por otros regímenes de fuerte presencia estatal más o menos contemporáneos, aunque bien diferentes, como por ejemplo el New Deal en los Estados Unidos. De líneas tal vez más severas y ritmo bien repetitivo, la Casa del Arte Alemán fue inaugurada en marzo de 1937 con la Primera Gran Exposición del Arte Alemán, diseñada a su vez en función de generar un contraste claro con la Exposición de Arte Degenerado. De este modo, la producción cultural se organizó a partir de una visión maniquea que definía un par de opuestos: un arte considerado decadente, por un lado, y por el otro el arte supuestamente bueno y saludable, es decir el arte del Tercer Reich.

A este segundo tipo de producción visual se dedicaron, entre 1937 y 1944, las ocho ediciones de la Exposición de Arte Alemán. Hitler pretendía plasmar el ideal estético del Tercer Reich, pero ¿qué entendía por “arte saludable”?, y  ¿qué fue lo que se exhibió en la Casa del Arte Alemán? En primer lugar, es importante aclarar que tanto la cantidad de obras como de visitantes resultan impactantes. Si bien hubo un éxodo de artistas que escaparon del nazismo, estas exposiciones incorporaron numerosas obras de pintores y escultores de trayectorias dispares que se presentaron a la convocatoria, de los cuales solo unos pocos contaron entre los protegidos de la élite nacionalsocialista. Según los catálogos y archivos de la muestra (disponibles en www.gdk-research.de), el total de obras exhibidas entre 1937 y 1944 rondó las 12.500, de las cuales se vendieron unas 6000 piezas. En líneas generales, las presentaciones fueron menos uniformes de lo que se esperaba. Los 600.000 visitantes que acudieron cada año a la Casa del Arte Alemán vieron bustos y retratos del líder nazi, iconografía del Tercer Reich y estatuas heroicas realizadas por el escultor Arno Breker, junto con desnudos sensuales similares a los que encargaba la burguesía del siglo xix.

En el periódico nazi Hakenkreuzbanner, Hitler señaló que la Casa del Arte Alemán se dedicaba “solo al arte sano, a este arte que llevamos en la sangre, a un arte comprensible por el pueblo porque solo el arte que el hombre de la calle puede entender es verdadero arte”. Ese arte “saludable” era, en primera instancia, uno que hundiera sus raíces en la tradición realista, en la representación verosímil de figuras y objetos, de modo que resultara fácilmente decodificable por parte de un público amplio que podía no contar con el entrenamiento que requerían las innovaciones del arte de vanguardia. Puesto que se esperaba un efecto “edificante” de las pinturas y esculturas, en la selección de obras resultó fundamental la cuestión del tema. De hecho, el montaje de estas exposiciones se organizó en base a los temas representados: paisaje, naturaleza muerta, familias y vida rural. Esa parcelación se retrotraía a la noción de género pictórico del siglo xix, utilizado tanto en la enseñanza académica de la pintura como en las exposiciones de arte: resultaba clara la diferencia y la jerarquía entre pintura de historia, retrato, desnudo, paisaje y naturaleza muerta. Desde comienzos del siglo xx las vanguardias habían alterado esas tradiciones y jerarquías. Los procedimientos renovadores, tales como el collage o la representación geometrizada y sintética, ponían a prueba el reconocimiento del rostro en un retrato –como en el caso del busto de Otto Freundlich reproducido al comienzo–, cuando no dinamitaban sin más la capacidad de las artes visuales de representar el mundo de manera verosímil.

Para la administración nazi, ese era un signo de decadencia que debía repararse volviendo a las disciplinas tradicionales –pintura y escultura– y a la producción guiada por la organización sobre la  base de géneros y temas. A su vez, los títulos resultaban claves pues reforzaban el carácter didáctico del arte oficial. Luego de visitar la Exposición de Arte Alemán, Hitler insistía tanto en el problema de la claridad de lectura como en la importancia de temas heroicos:

 Un simple paseo me ha demostrado que la selección se ha hecho basándose en los principios de claridad, verdad y profesionalidad […]  Los temas heroicos superan los sentimentales. […] Las impresiones de la Gran Guerra, los paisajes alemanes, la vida campesina, el ciudadano alemán en el trabajo […] El Estado, sus actividades y personalidades. Tales son los nuevos temas que exigen expresión y estilos nuevos.

 Estos requisitos restringían considerablemente las producciones visuales desde el punto de vista estilístico, temático y por supuesto en cuanto a la viabilidad de un posicionamiento crítico respecto del régimen. Sin embargo, los conceptos de claridad, verdad y profesionalidad que Hitler ponía en valor dejaban cierto margen a los artistas para la manufactura de imágenes y metáforas. Aunque no faltaron representaciones de los símbolos del nazismo, las exposiciones de Arte Alemán no se limitaron a exhibir las esvásticas y águilas en colores rojo y negro que vestían los actos y edificios públicos. Tres obras exhibidas en la Casa del Arte Alemán pueden sernos de utilidad para vislumbrar el abanico de alternativas estéticas y sobre todo simbólicas dentro de las políticas de la Alemania nazi para las artes visuales.

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