FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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II. La belle époque y el capitalismo global

Europa del Este

 

En esta zona, en contraste con la occidental, la industrialización, el liberalismo y la consolidación de Estados nacionales no llegaron a cristalizar en el último cuarto del siglo XIX. Fue un área en la que lo viejo y lo nuevo se combinaron más equilibrada y explosivamente. Fue el ámbito en que se concretó, en el marco de la Gran Guerra, la primera revolución socialista, la encabezada por los bolcheviques en Rusia en 1917.

En el Imperio austro-húngaro convivieron diferentes pueblos: checos, eslovacos, servios, croatas, eslovenos polacos, ucranianos, rutenos, con diferente grado de desarrollo de sus reivindicaciones nacionalistas y en posición subordinada respecto a los alemanes, grupo principal de Austria, y a los magiares, nacionalidad dominante de Hungría.

 

El Imperio Austrohúngaro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antes de la guerra, el liberalismo austriaco fracasó debido al carácter multinacional del Imperio. La fase decisiva fue la del período del primer ministro conde Taaffe (1879-1893) quien acabó con el ascenso de los liberales austro-alemanes estableciendo una alianza en su contra con los conservadores bohemios y moravos y con los terratenientes polacos y alemanes fuera de Austria. Los liberales alemanes terminaron aceptando un imperio conservador y centralizado bajo hegemonía alemana

El partido Socialdemócrata austriaco era una federación de partidos representando cada uno una nacionalidad particular y autónoma ­los principales alemanes, checos, polacos­ pero que actuaba como un solo partido en el Reichsrath austriaco. La primacía de los alemanes en la socialdemocracia austriaca posibilitó la influencia del PSD alemán. En las filas del socialismo austriaco había muchos que se inclinaban a favor de la incorporación de la parte alemana de Austria al imperio alemán. Esta posición disgustaba a los checos, la mayor parte localizados en Bohemia y Moravia (donde también existía una importante población alemana) ya que significaba su sujeción a Alemania. Sin embargo, la mayoría de los socialistas austriacos impulsaba un estado multinacional reformado en el que se respetara la igualdad de las diferentes culturas, aunque reconociendo la superioridad cultural de los elementos alemanes. En 1907 los sindicatos checos se separaron de la Central Sindical Austriaca para asociarse al movimiento nacional checo. El sindicalismo checo acusó al austriaco de tener una estructura muy centralizada, mientras que la central sindical adujo que los trabajadores de diferentes nacionalidades compartían el mismo grado de explotación y que era imposible dividir los sindicatos por nacionalidades sin destruir la unidad obrera.

En el reino húngaro prevaleció una economía agraria muy atrasada con campesinos muy sometidos a los grandes propietarios magiares. La débil actividad industrial estaba radicada en Budapest y básicamente en manos de alemanes y judíos, mientras los magiares seguían cultivando su forma de vida aristocrática. El socialismo húngaro era débil y estaba dominado por intelectuales judíos.

La decadencia de Polonia era casi irremediable desde el siglo XVII, con el declive del reino sus ambiciosos y rivales vecinos, Rusia, Prusia y Austria, acordaron repartirse el territorio. Entre 1772 y 1797, los tres imperios pusieron fin a la existencia del Estado polaco.

 

El reparto de Polonia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En su gran mayoría, las poblaciones balcánicas están compuestas por eslavos del sur que llegaron a esta región en el siglo VI. Esta región sufrió la invasión y la dominación de los principales imperios: la de Bizancio en primer lugar y la del Otomano a partir del siglo XIV. La mayor parte de los eslavos mantuvo la fe cristiana: los croatas y eslovenos, bajo la dominación del imperio austrohúngaro, optaron por el catolicismo, los serbios en el sureste mantuvieron la religión griega ortodoxa, aunque hubo conversiones al Islam, principalmente en la zona de Bosnia-Herzegovina. El principal grupo no eslavo de la región, los albanos, se convirtió en masa al Islam.

En los Balcanes, la persistencia de la agricultura basada en grandes latifundios con un campesinado en condiciones casi serviles se combinó con el impacto negativo de las guerras en pos de la independencia de los grandes imperios. A lo largo del siglo XIX, el imperio otomano retrocedió en los Balcanes donde se entrelazaron, los fines expansionistas y en competencia de los imperios austro-húngaro y zarista con al auge de los grupos nacionalistas de la región que en sus luchas por recuperar la autonomía fueron creando Estados independientes. El primero fue Grecia que se independizó apoyada por Gran Bretaña en 1830. En 1875 se produjeron sublevaciones en Bosnia y Herzegovina que se extendieron a Bulgaria. La represión fue brutal y los pequeños principados de Serbia y Montenegro declararon la guerra a los otomanos, pero fueron vencidos rápidamente. Rusia entró en acción en 1877 a favor de los eslavos, y al año siguiente firmó una paz muy ventajosa con el sultán. Las demás potencias europeas, en especial Londres y Viena, no aceptaron este resultado y se llamó a un congreso en Berlín que modificó los términos del primer tratado. La Gran Bulgaria perdió gran parte de los territorios obtenidos meses antes, Tracia y Macedonia siguieron siendo turcas. Serbia y Montenegro mantuvieron su independencia, pero con menos territorio, quedaron separados por un corredor turco, y Serbia careció de accesos directos al mar. Bosnia y Herzegovina pasaron a ser administradas por los Habsburgo. Gran Bretaña ocupó Chipre. El principal objetivo del congreso de Berlín fue impedir que la expansión rusa alterase el equilibrio europeo.

 

Los Balcanes hasta 1914

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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