FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 1 Cine Sobre el interés histórico del film

Sobre el interés histórico del film



 

En 1879 el pueblo Zulú se rebeló a las fuerzas del imperio británico que tomaban posiciones en el sur del continente africano y lanzó una ofensiva decidida contra las tropas inglesas en el territorio de Natal, actual Sudáfrica. Tras la batalla de Isandlwana en la que los ingleses resultan aplastantemente derrotados, los zulúes deciden acometer contra una pequeña guarnición militar británica emplazada en Rorke´s Drift y en la que la mayoría de los integrantes de la tropa eran de origen galés. La leyenda imperial cuenta que un grupo de menos de 200 soldados británicos consiguieron detener la embestida de 4000 zulés y defender exitosamente la plaza militar, provocando una tremenda masacre entre los atacantes a los que derrotaron a base de disciplina de cuerpo y a la brillante estrategia del teniente Chard, un ingeniero sin experiencia en el mando enviado al lugar a construir un puente.

 Narrado con la estructura clásica de un western, el filme cuenta los hechos desde la perspectiva de los defensores blancos, particularmente de los Tenientes Chard y Bromhead que gracias al aviso que reciben de un par de misioneros suizos, tienen tiempo de preparar la guarnición para la resistencia. La película, estrenada en 1964, fue entonces un gran éxito de público y figura aún entre las predilectas de los amantes del género bélico. Más allá de ser bastante fiel a la reconstrucción de los hechos de la batalla tal cual trascendieron en los medios ingleses, el relato carece en general de tensión y queda completamente impregnado de un tono épico imperial muy difícil de aceptar en el presente.

 Tal vez el interés histórico del filme, visto en retrospectiva, reside justamente en la exposición del punto de vista imperial que se impone aún en una situación de gran desventaja de fuerzas. En este sentido, no nos interesa analizar la veracidad de la reconstrucción histórica –un elemento siempre discutible en esta clase de filmes- sino más bien los valores en los que se asienta la representación de los distintos bandos enfrentados.

 En principio, Endfield intenta otra cosa. En las secuencias iniciales, los misioneros suizos asisten, entre perturbados y azorados, a una boda colectiva zulú que se desarrolla por medio de una danza ritual multitudinaria en la que se exhiben generosamente los cuerpos de los danzantes. Aquí se abría la puerta hacia una mirada antropológica que diera lugar al punto de vista de los africanos y se corriera de la representación simple del exotismo tribal. Sin embrago, Endfield declina por completo esta exploración y, de ahí en más, el filme se desenvuelve sin intentar darle espesor ni interés a los integrantes del pueblo zulú. En Zulú, no hay un solo personaje negro, sólo cientos de extras que se limitan a asomarse en el horizonte cual apaches del oeste y a atacar sin mayor capacidad de organización una pequeña guarnición blanca que le resulta finalmente inexpugnable.

 ¿Resulta anacrónico pedirle a un filme de 1964 una representación distinta de los pueblos africanos? Creemos que no, y vamos a fundamentar esta afirmación en dos argumentos apoyados en la propia historia del cine. Por un lado, en los buenos westerns, que evidentemente Endfield toma como referencia narrativa, los indios siempre fueron sujetos con motivos propios. Más allá de ser tratados como enemigos, uno sabía qué querían, qué se proponían y cuáles eran en general las razones del enfrentamiento con los blancos. Mencionemos sólo un ejemplo: en Fuerte apache (Fort Apache), de John Ford, realizada en 1948, queda clarísimo qué defienden los indígenas, por qué organizan sus incursiones en territorios ocupados por colonos y solados y, en última instancia, las razones históricas legítimas que sustentan su violencia.

 

Pero hay un ejemplo más cercano en tiempo y ambiente que discute abiertamente con la exhibición plana del punto de vista imperial que presenta Zulú; nos referimos a Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia), la gran película de David Lean estrenada sólo dos años antes de Zulú. Para Lean, los árabes y los turcos no son simples excusas argumentales, sino sujetos históricos con convicciones e intereses claros y definidos que negocian y se mueven políticamente frente a los británicos, incluido el propio Lawrence, jugando sus propias cartas en medio de las alternativas bélicas y políticas de la hora (Los oficiales ingleses, por otra parte, son retratados sin concesiones, dispuestos a torcer las cosas siempre a favor de los intereses económicos imperiales en la zona. Engañan a sus aliados, carecen de todo heroísmo y cuando están a solas, se muestran cínicos y ventajeros).

 

zulu1zulu2

 

 Renunciando a cualquier exploración interesante del pueblo Zulú, el filme de Endfield se erige en una de las muestras más consistentes de un cine imperial dispuesto a seguir narrando el mundo desde el punto de vista de los invasores blancos. El saludo final que los sobrevivientes zulúes dedican a sus enemigos, un incidente que no sucedió en la batalla y que el director y el guionista agregan como cierre a la gesta épica que acaban de propinarnos, resume a las claras la perspectiva política e histórica del filme: los zulúes son extras que se presentan como salvajes o cadáveres que se amontonan y al final… saludan a la cámara.

 

Acerca del director

CYRIL ENDFIELD   CYRIL ENDFIELD (1914-1995) 

 

 

Realizador estadounidense emigrado a Inglaterra a raíz de las persecuciones del McCarthismo que lo llevaron a integrar las tristemente célebres listas negras del Comité de actividades antimamericanas en 1950, Endfield dirigió 31 filmes a lo largo de su extensa carrera a uno y otro lado del atlántico. Sin llegar a formar parte del grupo de directores más famosos de la industria, Endfield desarrolló una obra prolífica y comercialmente exitosa en su etapa norteamericana, pero el reconocimiento más amplio le llegaría con Zulú, film que cautivó a la audiencia inglesa y que -más allá de las disidencias políticas que hemos marcado en nuestro texto-  sigue siendo una referencia importante en la tradición del cine bélico, al punto que tendría una secuela Amanecer Zulú (Zulú dawn) dirigida por Douglas Hickox en 1979. Otras obras conocidas dirigidas por Endfield: El sonido de la furia (The sound of fury, 1950) y La isla misteriosa (Mysterious island, 1961), basada en la novela del gran Julio Verne. 

 

VOLVER A Ficha técnica     IR A Índice cine

Acciones de Documento