FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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II. La Belle Époque y el capitalismo global

Sobre los autores

 

Carl Schorske (1915 - )

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Historiador cultural norteamericano, profesor emérito de historia en la Universidad de Princeton. Ganó el premio Pulitzer por su libro Viena de fin de siglo. Politica y cultura. Investigó la historia intelectual europea del sigo XIX y XX a partir de biografias y más recientemente se abocó a la reflexión sobre el saber histórico en Pensar con la historia, 2001.

Comentario de Schorske, Carl, Viena de fin de siglo. Política y cultura [1961], Buenos Aires, Siglo XXI, 2011, Cap. III “La política en un nuevo registro: un trío austriaco”.

 En esta obra Carl Schorske  indaga el trasfondo sociopolítico de las transformaciones culturales acaecidas en la Viena de fines de siglo XIX, la Viena capital del Imperio autro-húngaro y barómetro de la cultura europea.

 Las transformaciones económicas y sociales de la era imperialista (1873-1914) modelaron un tipo de  proyecto liberal burgués que intentó condicionar el avance de la democracia a través de barreras culturales y económicas que limitaban y restringían el acceso de las masas a la arena política. En su lucha contra el orden conservador, el proyecto liberal, incapaz de saciar las demandas de gran parte de la población, sufre los embates de dos nuevos contendientes: la clase obrera y la derecha radical.

 En este capítulo Schorke analiza la aparición de tres nuevos movimientos políticos en Austria arquetípicos de una nueva manera de hacer política y resultantes del fracaso del liberalismo para dar respuesta satisfactoria a las aspiraciones de las masas. Estos tres movimientos fueron el pangermanismo alemán de Georg von Schönerer, el partido socialcristiano de  Karl Lueger y el sionismo de Theodor Herzl

Los tres surgieron de la matriz liberal, de la que renegaron con vistas a aglutinar a las masas que el liberalismo había postergado. Los tres organizaron y expresaron las aspiraciones de estos nuevos movimientos de masas tras el  desencanto y la pérdida de  confianza en la viabilidad del sistema político liberal.  Más allá de sus profundas divergencias doctrinarias, los tres dirigentes tenían en común el repudio de un paradigma que no satisfacía las ansias espirituales de unas masas que añoraban las bondades (idealizadas) de un orden social premoderno. Los tres fueron exponentes de un nuevo tono en la política, el tono agudo, que combinaba la acción extraparlamentaria con la amenaza de la fuerza, un estilo político agresivo que buscaba la movilización a partir de la liberación de instintos destructivos (ya no de la supuesta potencialidad persuasiva de los argumentos racionales) de todos aquellos elementos de la sociedad descontentos con las injusticias económicas que producía el capitalismo, con el liberalismo y sus valores. Los tres expresaron, a su manera, el triunfo de la ‘política de la fantasía’ sobre la ‘política de la razón’, la apelación a los sentimientos y la voluntad como motores de la movilización política y la constitución de movimientos de masas que combinaban elementos modernos con tradiciones comunitarias antiguas (en el caso de Schönerer las tribus germánicas, el sistema católico medieval en Lueger y el Reino de Israel antes de la Diáspora en Herzl) poniendo en evidencia cierta naturaleza arcaizante de la moderna política de masas.

Si bien no puede establecerse una evolución lineal entre la derecha radical del último cuarto del siglo XIX y las experiencias fascistas del período de entreguerras, la rebelión contra los valores de la  Ilustración puso en evidencia cuánto de cierto había en la afirmación: ‘La política es magia. Quien sepa extraer fuerzas de lo profundo será seguido’.

 

 

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